Gritemos que la vida está llena de sonidos, o callemos que lo más bello de la vida es el silencio. Demos una fuerte patada a la mesa más cara de la sala. Rasguemos la ropa que nos aprieta el pecho y tiremos todo lo que nos estorba. Demos un puñetazo en la pared que nos encoje el alma y una buena risa al que nos jode el corazón. Dejemos que las lágrimas caigan hasta que el aire parezca no poder entrar, que nadie nos diga palabras que guardan paz porque también somos locura y anarquía. Por momentos en la vida nada tiene que calzar, todo es entropía pura. Somos energía que se excita, se libera y se relaja.
Que los signos de exclamación se apoderen de nuestras palabras y olvidemos que existen las preguntas y las respuestas. Que se alce nuestra voz hasta que se canse la garganta, saquemos las garras y los dientes, que se claven en la mierda de vida que nos quieren entregar, dejemos que la ira reviente su burbuja, que también es sano el dejar de fingir. No más sueños sin nombre, o escondidos por el olvido. Que por unos minutos nada sea calma, hasta que lo que encerramos en cajones por calzar con lo que nos piden salga y haga que hierva el tiempo y las ganas de pensar. Que toda acción valga la causa y toda causa la acción. No más otros, nos mas ellos.