Doble desnudez
Publicado en Jul 21, 2017
Estoy doblemente denuda.
Fisicamente. Pues lo estoy. Mientras escribo esta historia. Moralmente. Pues no me queda más remedio ante una vida que me cierra las puertas. Es la desnudez del sexo. Y a muchas esa desnudez nos viste. O reviste. Para mal o para bien. No importa. Dicen que el conocimiento es sexo. Sigo sin conocerme a mí misma. Muchas personas me llamarán puta. Lo soy. Pero, por favor, dignifica mi oficio, el más antiguo del mundo. Llámame profesional de la noche. No he ganado ni he perdido. He llorado y he reido. He amado aun en el desprecio. Sólo para llorar mi cuita en la más abyecta de las soledades. Qué esa si es una de las peores violaciones, las que nos zahiere con la atormentada pregunta ¿Por qué nadie me ama? ¿Queréis saber qué siento ahora mismo desnuda? Nada. ¿Queréis saber que siento con mi segunda desnudez? No sé. Cuándo acabe por conocerme, os lo relataré.
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Elvia Gonzalez
doble desnudez en el fondo es introspección, conocerte, aceptarte quererte, lo demás llega solo, te envió abrazos y a ponerte de pie y mucha voluntad, la muerte es lo único que no tiene solución.
Cristina Almagro
Confié en amigos trans que me apuñalaron, conozco compañeras trans que hacen esfuerzos por sacarme de este mundo. No tengo proxeneta pero por Dios Bendito, tengo más miedo a un hombre transexual que a un chulo. Me vestiré y soñaré de que el mundo sea de la humanidad y no de espúreos intereses. Besos amigo.
Federico Santa Maria Carrera
Porque son almas que viven como todo ser vivo, que anhelan, que construyen en sus mentes castillos llenos de sueños y que tropiezan con las adversidades y se refugian testarudamente en los errores con inexplicable obsesión... igual que ese, aquel, yo y todos. Unos son doctores, otros solamente empleados y algunas han llegado a gobernar naciones, mientras otras comercian con el cuerpo; pero en cada una de todas esas mentes existe el simple deseo de vivir, de ser, "de'char pa'lante" y de ver la vida según nosotros creemos.
Por eso, cuando quiso partir, apreté con fuerza los ojos y lloré en silencio, mordiéndome todos los argumentos que pugnaban por salir en mi auxilio y tan solo la dejé ir.
Puta o inmaculada, sus besos sabían igual, como la tibieza de su piel cuando la apretaba junto a mí y le decía que la amaba con todo mi alma... Porque era cierto.
Sinceramente no lo sé si encontró o no su destino; yo sí lo hallé y ahora soy feliz y por eso, estoy seguro, hay una senda iluminada y llena de gratas sorpresas esperando por ti, Cristina... Porque tanto tu, ella y yo tenemos la libertad y el derecho a soñar.
Vamos; vístete y sale a buscar tus sueños.
Federico Sta. María C.