CULTURAS
Publicado en Jul 24, 2017
Llegué a vivir a Tirana. Con muchas ganas empecé a estudiar albanés. Pasaron seis meses para convencerme que este aprendizaje era un caso perdido. En consecuencia, me puse a mejorar mis conocimientos en inglés que en este momento lo estoy mezclando con el alemán y, a pesar de esto, una niña albanesa de siete años me entiende.
La historia con Ayla empezó cuando ella con solo cuatro años se dio cuenta que yo nunca iba a hablar su idioma, por eso un día dijo a su mamá que quería aprender inglés. Así que ella fue tres veces por semana a tomar clases para niños en el mismo instituto donde yo estaba mejorando el inglés. Tres años han pasado y en este momento ya nos podemos comunicar. Como para Ayla yo soy “black”, con un acento estadunidense impecable, ella me ha preguntado sí yo no he sufrido de racismo en Alemania. Segundos después de haber pensado mi respuesta, ella ha escuchado con mucha atención una parte de la historia negra del país donde nació mi esposa y mi hija. Naturalmente, con un acento latino impecable…
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