Ciencia a travs de tu cuerpo.
Publicado en Jul 28, 2017
Ciencia a través de tu cuerpo.
En estos momentos tengo la conciencia nublada, pareciera como si un remolino hubiera revoloteado por cada una de mis cortezas cerebrales, al igual que un picaflor aspirando polen, quizás todo el maldito aire que he consumido está llevando mi cabeza a un nivel casi inerte. Voy conduciendo ¿sientes como el viento a través de la ventana golpea mi cara? Mis reflejos van intactos de manera inequívoca y mi desconcentración en la carretera. Nunca supe por qué acepté este trabajo, mi reloj marca las una de la mañana y aún me falta bastante para llegar a casa, este sector está más muerto que mi cabeza, ninguna sola alma en un cuerpo físico y tangible, solamente almas dispersas que se han quedado aquí revoloteando también como picaflor, perdidos, quizás en qué clase de confusiones, desearía poder ayudarles, pero en estos momentos quizás poco queda de mi propia alma. Cada vez voy acelerando más mi propia esencia, junto al auto, mientras con música en el reproductor del auto subo las revoluciones, aceleró a más no poder y sí, es cierto, apesta la hora de salida, pero al menos la congestión en la autopista es nula, para así liberar toda la tensión que cae en mi cuello y recorre mis hombros. Esta madrugada he decidido pasarme por un vecindario de la Ciudad que no suelo frecuentar, para así sentir un poco de misterio en mi vida casi descifrada por cada una de las personas que me conocen. Ahora voy bastante lento, y me he estacionado con el asiento hacia atrás, pero de pronto una chica de edad indescifrable, ya que no he podido observarla bien, abrió la puerta, se subió y me comenzó a decir que arranque el auto, en un segundo me encontraba con ella dictándome qué camino seguir. Sigo sin entender qué sucede, pero creo que esto debía pasar, porque he dejado el auto sin seguro, prefiero que ella haya entrado al auto, a que me apuntaran con una pistola para bajarme del propiamente tal, pero aún así, ¿esto será culpa del remolino que hubo en un comienzo por mi cabeza? Cuando llevábamos aproximadamente unos cinco kilómetros recorridos, ella se largó a reír y me dijo, ¿cuándo llegamos? A lo que sorprendida respondo, ¿esto ha sido una broma? Pensé que era una urgencia. No me sentía molesta, pero traté de parecerlo, porque en cierta manera esa pequeña aventura sobre ruedas buscando una situación inexistente, me había llenado de adrenalina como no pasaba hace noches. Me alegra no haber puesto seguro, creo que sí es un sentimiento real, porque la sonrisa en mi cara no se esfuma. A mí también me gusta jugar, así que he subido los seguros para ella no pudiera salir y comencé acelerar fuerte, saliendo hasta la carretera, mientras ella reía diciendo, ¿acaso me vas a secuestrar? Yo sólo seguía mi desconcentración en la carretera, que al ser más tarde, dejaba más locura entre mis manos deseosas al volante, movía el auto de un lado a otro. Me encanta la neblina, la poca visibilidad de esta carretera, y de la misma situación ilógica de esa noche de Jueves. Mientras seguía a toda velocidad, ella se me subió encima, y pasó de ser el copiloto a la que piloteaba mi calentura que recorría todo mi cuerpo, le agarré el trasero y se lo levanté, mientras el auto se desvío un poco hacia la natuleza que rodeaba el lugar. Sentía todos sus pechos en mi cara, con la mano izquierdo y con un poco de la vista, trataba de colocar en una posición correcta el auto, pero solamente encontraba en mi cabeza la posición de ella. Ella me dijo tócame, así que bajé mi mano, atravesé la falda que llevaba sin nada puesto abajo y comencé a frenar por momentos para que ella sintiera más rica la sensación, mientras mis dedos rozaban y se movían, se quejaba. Olvidé toda envidia de ver como los picaflores aspiraban tan felices las flores, ya que sentía como me aspiraba el alma y cuerpo de aquella compañía de noche. Frené el auto en medio de la carretera, y la bajé, para así subirla al capot del auto y comencé a bajar esa mini falda, que era más corta que la paciencia de querer besar esos labios encendidos que llevaba abajo. Qué inconsciente pensaba, ya que ella aún no se imaginaba que pasaría a continuación, mientras dejaba todo el sabor de mi lengua que tenía aún el sabor de un dulce de menta que chupaba al igual que ella, deslizaba mis manos por sus piernas, tenía unas bastantes atractivas que quería ver apoyadas en el auto, así que le dije, bájate, ven ponte de espaldas e hice que ella se apoyara, desde la cabeza hasta las caderas, mientras la registraba, y sentía todo su trasero pegado a mí, apretaba su cabeza contra el auto y jalaba su cabello de manera intenso. Incliné mi cuerpo y le susurré, es hora de comenzar el juego, mientras me reía. La agarré con mucha fuerza, ella un poco intranquila me preguntó qué hacía, a lo que no respondí, seguí riendo, y la posé en el portaequipaje trasero. Oí un par de gritos, pero puse música y olvidé, olvidé incluso que la llevaba, pero cierto goce interno, no lo olvidaba. A la mañana siguiente recordé que ella seguía en el auto, y ya que quería terminar con el espectáculo en la noche, le dejé un poco de comida, le hice ademán que estuviera en silencio, y le puse un pañuelo que llevaba, creo que ella entendía que luchar no serviría de nada. Estuve en el trabajo de manera normal, estábamos analizando los conductos de unas partículas que quería aplicar en el cuerpo de ella. He tomado un café que estaba caliente como la boca de esa chica ayer, me he reído un rato con una compañera de trabajo, y he tirado un par de dardos en el tablero, y creo que afortunadamente ya es hora de irme. Esta noche tomaría un camino totalmente diferente. Comencé a conducir con destino a un arroyo que yacía a unos tantos kilómetros del trabajo, mientras seguía sintiendo el viento, ¿lo sentiste ahora? Me bajé, estoy caminando, he sacado el seguro del portaequipaje, ahí estaba, la ayudé a salir, y sin esperar la agarraré, comencé a enrollar su cuerpo con unos cables. Cayó al piso, y le susurré al oído que me agradecería tener el pañuelo en la boca, para que al apretarlo liberara el dolor. Siempre llevo en el auto una batería de recambio para las luces u objetos tecnológicos, la cual bajé del auto con guantes, y le conecté unos cables. El voltaje era como para aturdir una persona, pero no para que perdiera la conciencia, porque yo no quería que ella se durmiera, quería disfrutar de su cara. Me le acerqué lentamente y rocé mi mano por su cuerpo, ella aún colaborando, se comenzó a mover, mientras empolvaba su cuerpo, veía esa cadera de un lado a otro. El aire estaba frío al respirar se veía todo mi aliento en el aire, me agaché, agarré un puñado de tierra, se lo lancé encima y luego comencé con la mano a pasarlo por su torso, y luego por las piernas. No había prisa, así que puse música en el reproductor, y prendí al lado de ella una fogata, ella se movía, y eso sólo me provacaba más. Agarré la batería y me acerqué lentamente, paso a paso. Posé los cables en sus piernas y comencé a darle descargas, y sin poder aguantar las ganas de escucharla, le saqué el pañuelo, y comencé a escuchar sus gritos que nadie podía escuchar y la excitación en mí crecía, al ser tan privilegiada de ser la única que podía sentir esos gritos. Subí por sus pechos dándoles toques eléctricos, lentamente, a veces paraba, hasta que bajé hasta sus piernas, y ahí le di unas cuantas descargas en su entrepierna, fue ahí donde gritó más, entre la música y esa sensación, cayeron mis babas por aquella exuberante víctima a los cables, y generó un choque más grande, en el flujo de electrones, generando una descarga de mayor intensidad que desahogó en un grito tan intenso, junto con sus líquidos por la tierra. No quería terminar el espectáculo sin un gran cierre, porque veía que pese a todo, que ella aún tenía energías, así que saqué la batería con mayor voltaje, y comencé a reírme, mientras bebía un Whisky que traía entre mis cosas. Destiné cierta cantidad en su cuerpo, y ya con un poco más de mi conciencia pérdida, agarré los cables, puse mi mano en su pechos, y me generé tal cantidad de voltios y energías transportadas en electrones, que quedé inconsciente. Siento como si hubiera vuelto al principio de la historia, ahora no estoy conduciendo, estoy despertando, y no para ir a mi trabajo que está destinado a ver partículas, sino a despertarme a mí misma, así como una batería recargable, que produce en la diferenciación de potencial de flujos de electrones, una descarga que termina invitierndose, haciendo que la energía se restaure. Así me sentía, restaurada y sin pena, ni remordimiento al darme cuenta que aquella compañía se había llevado mi auto y ver el pañuelo posado en mi boca. El arroyo al cual habíamos llegado en la noche me esperaba, me lancé y sentí como toda mi energía se despertaba con el conductor más puro, el agua.
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