INTEGRACIN II
Publicado en Aug 28, 2017
Me pongo a leer varios de los comentarios sobre el atentado perpetuado en Barcelona y, la verdad, son iguales de terroristas a los pensamientos que tuvieron los musulmanes antes de ser asesinos. Yo no me alegro, pero si me siento tranquilo que fueron abatidos ya que no tendrán la oportunidad de asesinar a más inocentes que viajan por el mundo con la probabilidad de ser asaltados en países donde el folclor esconde la colonización económica de los países, supuestamente, desarrollados. Ahí, empiezan a surgir personas retrógradas con una ideología de “supremacía blanca” cuyos miembros también asesinaron a nueve personas -falsamente llamadas de color por el simple hecho de que nacieron con piel oscura- en una iglesia en Estados Unidos. Sin embargo, leo en las noticias que a los asesinos de piel blanca en los noticieros no les ponen el adjetivo de terroristas como a los musulmanes fanáticos, igual de racistas como los nuevos nacionalistas norteamericanos que defiende el presidente del país considerado más poderoso en el mundo de armamentos nucleares. Y es aquí en donde me pongo a reflexionar sobre otros comentarios de otros ciudadanos que dice que hay que salir a la calle y a pasear por el mundo sin tener miedo a los terroristas pues somos más buenos que malos, pero con un de ellos que tenga el poder, alcanza, porque él solito podría mandar a asesinar, no solamente a trece personas, sino a millones sin respetar que sean católicos, musulmanes, ateos, pacifistas o fascistas como pasó en Alemania en donde como un extranjero privilegiado he tomado en una restaurante de un aeropuerto un café cuyo precio le daría un desayuno a una familia de refugiados. De sorbito en sorbito leía en una revista sobre el caso de un inmigrante que luego de varios problemas de salud mental, de adaptación social y de agresividad, apareció muerto en un bosque de Dresden, una de las ciudades en donde una gran mayoría de sus ciudadanos están en contra de la integración y algunos de ellos han reunido veinte mil euros para el pago del proceso judicial en contra de los cuatro ciudadanos que consideran tuvieron civil coraje de ayudar cuando el inmigrante –podría ser verdad, podría ser mentira. No había heridos, más que el futuro muerto que había sido amarrado a un árbol– agredía a unas empleadas en un supermercado, mientras para otros ellos eran los asesinos del “agresor” cuyo último asesor y protector social asignado, sería un miembro que pertenece a un partido de extrema derecha (AfD), el cual tiene el nueve por ciento de simpatía de los votantes alemanes que están esperando una oportunidad para sacar en su caras el bigote más famoso que representa el terrorismo cuyo perfil actual hizo sospechosa mi cara antes de subir al avión que me llevaría a Albania en donde una amiguita de siete años llamada Ayla me esperaba con los brazos abiertos, pues sus padres, aunque no han viajado al extranjero, no la han educado como, seguramente, está educando a sus hijos la jefa del AfD, es decir, al borde del racismo porque no quiere que ellos crezcan entre extranjeros a los que en alguna ocasión nombró una colorido montón de desechos orgánicos…
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