LA PELICULA ( RELATO)
Publicado en Aug 29, 2017
LA PELICULA
Un lugar apartado del centro se nutre de adictos al cine. 8 de la tarde. Las conversaciones discurren entre nombres de actores e influencias que recibe el director para idear la película. Detrás de la misteriosa cautela de los espectadores se esconde desconfianza .Pido el ticket. Recibo una sonrisa extraña de la vendedora. Guardo las entradas y alzo la vista hacia ella. Parece que quisiera advertirme de algo, lo que provoca que demore la acción absurdamente. Meto la última moneda. - ¿Palomitas?- No, gracias. Recogen la cinta que da paso a un pasillo de luz tenue. Los tickets se cortan por uno de los vértices, separando la numeración de las butacas de pequeños retales en blanco que se vierten sobre una papelera verde. Algunos espectadores esperan a que la fila se deshaga para hacer de su paso algo triunfal. Yo soy uno de ellos, de hecho, el último en entrar. La persona encargada de comprobar la entrada me mira a mí y a la vendedora. Rostros hieráticos, una seña imperceptible aunque cómplice. Me seco las manos de sudor y recojo el ticket. Ahora soy yo, con una irrefrenable duda, quien contrasta que no me haya equivocado de sala. Todo normal. – Tercera a la derecha- . La alfombra roja está más ennegrecida a cada paso que doy. Llego al número 3. Delante de la cortina una mancha, no sé de qué, protege el umbral. Más sudor. Miro hacia la cinta inicial, no hay nadie custodiando el pasillo. En ese mismo instante la cortina se ondula libremente creando un efecto irreal. Una emoción violenta me empuja a descorrerla. Compruebo aterrado que no existe puerta. ¿Una salida ciega? Desando el camino hasta la cortina inmediata. Nada. Escucho un murmullo al otro lado. Algo no funciona. Una risotada incontenible me estremece cuando poso la oreja en la pared de terciopelo. Ahora se unen más risas. Salgo al hall respirando con dificultad. Nadie. La cristalera de la planta baja se ha empañado por completo. Mi sien bombea sin remedio, un poco más fuerte cada vez. Noto la sangre densa, impedida en su circulación. – ¿Dónde están todos? Paso las manos frenéticamente sobre el vidrio de izquierda a derecha, algo más áspero de lo normal. Delante de mí se deforma una sombra con forma de cámara. Más allá el equipo técnico y poco público. Allí está la vendedora y el guardián del pasillo. Una gorra se asoma detrás de la cámara. Una silla de dirección. La película comienza, o termina ya. Silencio.
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Elvia Gonzalez