LOS COMPADRES COSTEOS
Publicado en Sep 11, 2017
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Unos compadres costeños se encontraban en una fiesta en la casa del mecánico del barrio. En una de las tablas manchadas de aceite de autos y cubiertas por unos plásticos negros estaban dos cubetas tapadas con unos trapeadores limpios. El patio, como un milagro del cielo, se encontraba sin basura y ordenado.- Antes de empezar con los frijolitos, el arrocito y el pollito, les traje este manjar que solamente es para los cuates. ¿Quién quiere? –preguntó el... mecánico.
- Yo paso. Tengo el colesterol alto –dijo el que fue su maestro mientras observaba bailar a las mujeres al compás del Gato Volador sobre la arena húmeda bajo la sombra de unas palmeras.
-A ver chamaco ve por el limón y la salsa Búfalo que se me olvidaron –le gritó el mecánico a uno de sus hijos que no estaba jugando con los otros niños a las escondidas entre los escombros. Ellos ya no le tienen miedo ni a las ratas, ni a los alacranes que también se esconden entre los desperdicios de las partes usadas de los autos y materiales de construcción que colecciona el mecánico.
-Puta, compadre, ya se me está haciendo agua la boca. Se me hace que yo en la noche me voy aventar, mínimo, tres palitos. Órele, maestrín éntrele, para que recuerde el tiempo cuando andaba como el caguamo –sonriendo dijo al que el maestro le jalaba las orejas. Todavía traía entres sus manos algunas cervezas que estaban adentro de la mitad de un tambo metálico relleno con pedazos de hielo.
-¡Ni madres!, aunque sean deliciosos. Mi sentido común me dice que entre menos se consuman, habrá menos demanda y, además, seguiré insistiendo a los tarugos, igual que tú, que dejen, mínimo, la mitad de los huevos bien tapaditos y borren toda huella del nido para que ni siquiera los encuentren las gaviotas –contestó el maestro, mientras observaba como la esposa y una de las hijas del mecánico sudaban la gota gorda, cocinando los frijoles y el arroz en un comal y los pollos en un asador hecho por el mecánico con la otra mitad del tambo donde estaba la leña y una parrilla de varillas corrugadas de tres octavo.
-La neta guataneta. Con todo respeto, la haces mucho de pedo, maestrín. Finalmente ya viene el fin del mundo con ese loco rojo de gringolandia y el niño gordito norcoreano. . Así que provechito dijo monchito, pues si no me los chingo yo, se los come otros más chingones -dijo el primo del mecánico, mientras le gritaba para que se apresurara el que traía los limones y la salsa Búfalo.
-¿Y por qué viene chillando, chamaco maricón?
-Porque ayer leí que de cada nido que no se roban los ladrones, solamente, una tortuguita no estará “morida” –dijo el ahijado del maestro, que regresaba con los limones y la salsa Búfalo para entregárselos a su papá, mientras se le salían las lágrimas que también le escurren a las tortugas junto con un lamento cuando están desovando.
Silencio en el grupo de los hombres, mientras las mujeres bailaban al compás de Por Cuanto Me Lo Das…
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Foto del autor Carlos Campos Serna
Textos Publicados: 361
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Descripción

-Porque ayer le que de cada nido que no se roban los ladrones, solamente, una tortuguita no estar morida

Palabras Clave: tortugas ambiente Tierra

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlos Campos Serna

Derechos de Autor: Carlos Campos Serna


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