CATALUA: UNA ROSA ROJA
Publicado en Oct 17, 2017
Una rosa roja
Después del bochornoso espectáculo del primero de octubre, no confundir con la revolución, uno se pregunta si tanto alarde de democracia resulta, no solo ingrato, sino falso. La última vez que un clavel se cimbreaba en la boca de un cañón tuvo lugar en Portugal, una rodilla militar implorando paz. Aquello fue bello y emotivo, y simbolizó el clamor de un pueblo harto y cansado. De la misma manera interpreté el pasado domingo la mano del president al esgrimir una flor como prueba fehaciente de libertad. Pero en concreto, de su libertad. No la del ciudadano apaleado delante de las cámaras o de la acometida policial tergiversada en televisión. Todos, hasta el menos informado, sabíamos de sobra que el referéndum no tenía ningún tipo de base legal ni fundamento constitucional. Lamentablemente la Constitución del 78, al igual que el estatuto de las autonomías únicamente tiene validez cuando de exigir privilegios fiscales se refiere o la creación de instituciones paralelas al órgano central. Instituciones sufragadas con dinero público de los catalanes y que trabajan por los deseos de unos pocos. El año que viene se cumplirán 40 años de democracia en este país, 40 años de farsa para algunos y décadas de ejemplo internacional para otros. Porque no debemos olvidar que la Ley para la Reforma Política sentó las bases del sistema participativo que hoy conocemos. Con todo, desde la Corte más rancia nos llegan noticias de represión, española por supuesto, aquella que impide el ambiente festivo de una votación yerma y no vinculante. Pero lo más triste no es ver a un niño entre una porra y un manifestante, tampoco la actuación de maquillaje de la academia o los lingotes de sangre comprados para la ocasión, pues el festival de cine de San Sebastián se había clausurado el día antes y no quedaban más conchas que repartir. Lo más insultante estaba por hacer su aparición en el escenario, el sumun del paripé teatral. Un hombre de traje y corbata , adelantaba un discurso de investidura propio del mayor orgasmo megalómano cuando, después de la jornada dominical, dedicó un brindis al sol al anunciar la independencia para la pasada semana. Detrás, en la sombra, una alcaldesa pidiendo la dimisión del Gobierno electo por el simple hecho de desbaratar una votación, ilegal desde el primer momento, llevada a cabo hasta las últimas consecuencias. Manos a la cabeza y disgusto, pena y conmiseración para su pueblo. Argumentos de impotencia y de manos encadenadas para no perder la confianza de los catalanes, pues ellos siguen inmersos en el sueño de Compayns.
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Enrique Dintrans A:
javier castillo esteban
Es un suceso que, aunque nos agote, hay que contarlo de cerca
Elvia Gonzalez