La que todos deseaban.
Publicado en Oct 30, 2017
¡Santo cielo que linda y deliciosa eres!
Estoy parado frente a ti, embelesado con el espectáculo que provoca tu figura; subyugado por el fulgurante azul de tus ojos, por la voluptuosa armonía en las líneas de tus curvas y por la prolija producción de tus seductoras vestimentas. Fastuosa belleza la tuya que raya en lo dramático y que enarbolas como un estandarte en la vitrina de tus dominios… Sin duda tienes en tus ventajas una virtud que te ha sido obsequiada oportunamente. ¡Caramba, es increíble cómo despiertas los apetitos de todos los que transitan junto a las estelas de tus fragancias! (Mis propios pasos tropiezan con las carreras de los torpes y furibundos sedientos que acuden a tu lado para robar aunque fuere una mísera gota del cimbrar de tus caderas). Pero ahora estamos tú y yo juntos, despertando yo de un sueño, tú en plena cacería y ambos en medio de los besos. ¿Qué hacen mis ilusionados labios besando los tuyos cuando ya han sido entibiados por bocas extrañas..? ¡Por supuesto..! Respondiendo a tu requerimiento caprichoso, al enmarañado movimiento de tus finos y albos dedos con pulcro esmaltado rojo sangre, que se entremeten en mi cabellera y me jalan al abismo de tu ansiedad… Beso dulce y lozano que me causa vértigo, pero que me arrastra hacia las estrellas… ¡Oh, maravilla! Tu sonrisa triunfante ilumina todo lo hermoso de tu rostro y mientras saboreas cada una de las envidias de mis compañeros, adoptas una actitud de desafío, ubicando al puño de tu brazo desnudo, en la cornisa de tu cintura. --Eres el mejor de todos—me susurras en el oído—…Y me perteneces…--recalcas de ufana manera, impostando la voz con una entonación perniciosa. Cuántas veces, después de haberte conocido, he anhelado un momento como éste ; de tener en mis laberintos el invasor, delicioso y especial perfume tuyo que ha avasallado mis sentidos; de enredar entre mis manos los abundantes, suaves y brillantes manojos de tu cabellera roja; de tragar el húmedo anhelo de tus arrebatadores e intrépidos besos; de sentir apegado a lo mío el palpitar de tu pubis, explotando y ardiente, lleno de frenesí… Y, por último, sentirme como ahora me siento, ser un rey en el reino de los cielos… …Muchas, muchas veces. Sin embargo… si eres tan diosa… despampanante y voluptuosa… que habita en las exclusivas alturas del edén… y yo un simple ratón almizclero… que vive en un agujero… que viste delgada corbata ceniza, con cuello y sin camisa… ¿qué hago trepando por los hilos de la telaraña… dándome todas las mañas… pretendiendo quedarme con el trofeo? ¡Para… para…para..! “Ella es una linda gata de raza siamesa y yo un rat…¡No, no, no..!” Es como si violentamente, en un abrir y cerrar de ojos, hubiera yo rodado desde la cima de los sueños hasta el despeñadero de las fantasías y hubiera quedado revolcado, esparcido e íntimamente estupefacto, en medio de una explosión de pensamientos y de un mar de confusiones. Pero luego reflexiono, reacciono, orgullosamente me incorporo y actúo: --Linda—le digo con una vocecita socarrona—, ojalá que me perdones, pero lo del beso ha sido solo una apuesta y, aunque puede que ello no te agrade, definitivamente ya la gané. En tus formidables ojitos azules brillan llamaradas de ira, me miras desde el pelo hasta los pies, sin quejas, ni reclamos en tu voz, solamente haces un despectivo mohín con la nariz, das media vuelta sobre los tacos de tus zapatos y raudamente te esfumas. F I N
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