Los contornos de tus labios cambiaràn,
Su curva, esa linea delicada que habla desde tu pecho ... 
Esa mirada antìgua que no pudo amarme,
Ni aun observar mi lecho ...
Miraba hacia tus ojos, y decìas de ti, cuanto de mi podrìas abarcar.
Mi Pecho te sintiò y subì a tu canoa,
No hubo palabras, solo señales y cataratas.
Quise hablarte de cuanto mi hogar los extrañan ... 
Y quedè yo,
Miràndote entre las sombras ... 
Y un regalo de luz de luna,
En el cerrar de tus manos, en la perla oscura,
Acariciando nuestros anillos,
Vendiendo sus reflejos a nuestras pupilas.
 
La tertulia entre mi almuhada y la pared,
Turba mi piel, mis vellos, mi cuerpo entre pesadillas ... 
Despierto congelado, el frio quema, la ausencia ... 
Las sombras confundidas.
Cuando las cataratas pasen, deja una flor en la orilla,
Que al tu escuchar el relinchar de los equinos,
Arderàn al viento el polvo sobre la villa.
La sangre de mi cuerpo se enfurece y en vilo,
Danzas lanzando tus trenzas encendidas.
Cuando las cataratas vuelvan, guàrdala en mi permiso,
Que de tu bolsillo se perfume mi rosa,
Y su color tatue tu piel,
Y tengas de mi entre tus horas.
 
Cambiaron tus labios y de madrugada,
Su carnosidad, su curva linea borraron huellas,
Que en mi consciencia, la ferocidad delineada,
De las garras del lobo sediento,
Entre el remaje de los pinos y la hierva desierta ... 
Trunco nuestras lenguas,  represas en sonidos,
En la fauna de cada soplido nuestro,
Y en ondas acuosas de entes dormidos.
 
Cambiaron tus labios y al amanecer,
Besè tu ombligo y en un solo golpe,
Nos engullò cada gota, el orgullo del pez ... Su goce.
El mar nos supliò e imprimiò su silencio y fe.
Toma mi manta, y en la cueva la piedra besa,
Besa su frio, besa mis labios y dadle calor,
Unete a sus àtomos, a la tierra llega y al temor,
Que a ti llegue, dadle reposo, dadle esperesa.
 
Suaves fueron tus labios,  tiernos al arrancarme del cosmos,
Donde tus antepasados te saben mi principio,
Y sobre el fin, entre el lobo y la osa de sus enemigos,
La blanca piedra toma de tus hojas mis ojos.
El idioma no està al rozarnos ni liturgia diviso ... 
Y es que al tu venir al rio, donde vimos que irias ahora, 
Dejè en mesa amuletos, tome los anillos.
Seras hombre de ella, mujer ella de ti,
Invierno y primavera, tierra y liz.
 
 En el umbral del nuevo siglo, aquellas ruedas mòviles, 
Debajo del puente hùmedo y virgen aroma,
Recorreran las distancias que por escala tomè en tu piel,
Y luego al cubrir nuestra ansiedad ...
Nuestra canoa se balanceò sobre el mar ... 
Donde la inocencia tallò en madera vieja,
Cada niñez que tropezarìas, y en mis manos sobre sendas ... 
Crearias lineas y relieves de incoloros besos,
Que el contorno de tus labios domarian, inmersos,
En primavera helada e invierno càlido,
Hasta cambiar entre mis tertulias,
Y tu al hacerme despertar ... 
Sonrie sobre la canoa, toma mi anillo ... 
Ten mi piel, mi pecho ... 
Las cataratas caeràn y aun meceras mi lecho. 
 
Luis J. Cabrè!