SOBRE LOSAS DE MARMOL -PRIMERA PARTE-
Publicado en Nov 14, 2017
El señor Martinez se dirigìa a la escuela donde estudiaban sus hijos, impaciente por buscarlos, debido al poco tiempo que tenìa en disposiciòn para volver luego a su absorbente trabajo que le tomaba despiadadamente, dia tras dias, los primeros cinco dias de la semana y las horas activas de la mañana, para agotarlo una vez que cruzara la puerta del edificio Arisa.
Era un hombre muy ocupado. Siendo padre desde muy joven, dedicò los siguientes años de su explosiva juventud, desde el nacimiento de su primer hijo, a cuidarlo y estar pendiente de su desarrollo para que en un futuro este niño no cometiera los errores que lamentablemente en su apreciaciòn èl cometiò, gracias al descuido de sus padres. Desde niño, el señor Martinez acusaba a sus padres de sus desdichas, de haber sido un niño no deseado y que por ello, el niño que una vez fue, viviò una infancia infeliz en un hogar disfuncional. Ahora el señor Martinez tiene treinta y dos años, un adolescente de diecisiente, dos niños de ocho y nueve años, un trabajo que no le alcanza para darse el gusto que tal vez hubiese deseado darse a su edad de no haber sido padre aun; pero la realidad es otra y su esposa se lo recuerda cada vez que sus quejas tocan el timbre del hogar de la paciencia de su esposa y estas entran sin permiso ni con un: disculpe, podemos ... ? Al llegar a la escuela sonò su telèfono y al atender las expresiones de su rostro se fruncieron. No era una llamada alentadora: -Augusto, ¿donde estas? -Buscando a los niños, Maribel. ¿Algun problema? -¡Si Augusto, tu padre sufriò un accidente en su moto! El señor Martinez al escuchar la llamada de su mujer, se quedò un rato pensativo antes de pedir al portero de la escuela si le podrìa abrir la reja para buscar a sus hijos. Aun cuando no era la hora de salida, tenìa que buscarlos ya que tenìa una reuniòn en el bufette a las dos de la tarde y no podìa llevàrselos a la hora de salida. Una hora antes de buscarlos le pidiò el favor a su mujer, pero esta siendo cirujana tenia un tiempo reducido y muy poco se ocupaba de sus hijos, dejàndole la mayoria del trabajo del hogar a su esposo que en ocaciones se consideraba un padre soltero y sin mujer, cuando èsta ùltima tenìa guardia los fines de semana en el Hospital Central Henrique Tejera. La amaba, pero muchas veces se cuestionaba si era el esposo de la señora Martinez, o si el hospital ocupaba su lugar en la cama. -¿Dònde està mi papà, Maribel? ¿Còmo supiste de la noticia? -¡De casualidad Augusto! Entrò una emergencia y me llamaron. Està convaleciente. Me pidiò que no te dijera nada, que el veìa como se las arreglaba. -¿Còmo se las arreglaba? ¡El hecho de que haya perdido amistades y mi paciencia muchas veces por su caracter, no le da el derecho de negarse a que lo ayuden, cuando al menos tiene una esposa y un hijo que se preocupan por èl! -Yo lo sè Augusto. Pienso que lo mejor es que busques a los niños, y vengas luego de salir de tu reuniòn que podamos hablar con mas calma. Deja a los niños con Sofìa y te vienes para el hospital. No vayas a llamar a mi telèfono, puede que estè muy ocupada, serà mejor que te llegues y en la recepciòn preguntes por mì o mejor por tu Papà, que a esa hora ya debe haber salido de emergencias para la habitaciòn que ya le apartè. -Siempre andas ocupada Maribel, no tienes porquè recordàrmelo. -¡No te pongas asì Augusto! Tu sabes como son las cosas en el hospital, solo trato de ser lo mas pràctica posible, amor mio. -¡Hablamos luego Maribel! Espero que estes conmigo, cuando ya vea a mi padre. -Lo estarè amor mio, no te estreses. Antes de finalizar la llamada, recordò su relaciòn con su esposa antes de casarse y tener a sus dos hijos menores. Se sentìa mayor y poco optimista. Rememoraba a menudo sus malos recuerdos de infancia y juventud, las peleas de sus padres, los insultos de su padre cuando el adolescente Augusto trataba de defender a su madre, para que esta terminara defendiendo a su padre y mandàndole a callar, para que se ocupara de sus estudios y los dejara resolver sus problemas sin su intromiciòn. No lo odiaba, pero por mas que tratara de olvidar aquel pasado, una parte de ese adolescente, padre de otro adolescente y de dos niños que aun no pisaban esa etapa de la vida de cada ser humano, permanecìa en èl como un leon enjaulado cuyo tiempo aun no habìa logrado domar y la bestia seguìa miràndolo, acechàndolo para cuando èl se descudiara y atacarlo en su punto mas debil: No repetir en èl, el caracter de sus padres. Finalizò la llamada pidièndole perdòn a su mujer y nuevamente le repidiò que luego hablaban, con un imperceptible y menudo "te extraño" que la señora Martinez no logrò escuchar antes de que esta colgara, mientras su esposo fijaba sus ojos sin mirar la cartelera de entrada del vestìbulo de la parte principal de la escuela escuchando como llamaban a su esposa al otro lado del telèfono para que atendiera a un tal paciente en la sala cuatro y que observara el progreso de la mujer que tuvo una crisis de pànico y diò un paso en falso, cruzando la calle siendo atropellada por su padre antes de seguir con la cadena del accidente. -Buenos dias señora Estrella, vengo a buscar a mis hijos, no puedo buscarlos luego porque tengo una reunion y mi esposa tampoco puede venir a buscarlos, asi que prefiero ... -No se preocupe señor Martinez, puede llevàrselos. Lo que si le voy agradecer, es que me mande para mañana, ya sea con Federico, o cualquiera de los niños una carta justificando la retirada de los muchachos antes de la hora de salida. Porque pueden estar en evaluaciòn, o antes de entrar a una, ya que apenas son las diez y media, y salen a las dos de la tarde. La directora de la escuela era una mujer que el señor Martinez no le tenia gran estima, la conocia desde que era un niño. Pues, el señor Martinez culminò sus estudios de primaria, basìca y diversificada en la escuela U.E. Doctor del Toro, siendo su penùltimo y ùltimo año los que mayores problema tuvo, debido al nacimiento de su hijo fruto de su relacion con novia desde 9ºno año, quienes se conocieron un dia despues del dia de comienzo de de clases. Ella era nueva y èl repitiente. El primer dia de clases, sus compañeras le advirtieron a la joven Maribel que no se acercara a aquel joven vivaz, estudiante de saxo en el conservatorio y mal estudiante, debido a sus constantes faltas y poco rendimiento en sus notas, aun cuando fuera de la escuela era un muchacho muy ocupado en sus estudios musicales del conservatorio y en el inglès que veìa en su casa con el profesor privado, que mas que su profesor, se convirtiò en su amigo y fiel consejero en los momentos difìciles que vivìa en su hogar, a pesar de la extensa edad que los separaba en varias generaciones. Maribel, no le hizo caso a sus amigas. Ella tocaba el piano, y aquel segundo dìa de clases. Se acercò al joven Augusto y le preguntò si era mùsico. Èste al saber que ella compartìa una pasiòn similar a la suya, aun cuando la reputaciòn escolar de ambos era de polos opuestos, sintiò que por primera vez, en la escuela habìa un ùnico motivo, por el cual no deberìa faltar, al menos, no tanto. A la semana siguiente, la joven Maribel enfermò y Augusto dejò de faltar a clases para esperar su regreso y volver a converzar con su "alma gemela", apodo que le puso cuando su madre le preguntò què era "eso" o quièn era "quizà" "esa jovencita" o "tontìta", -como solìa llamar a las muchachas que le gustaban a su hijo, para que èste pensara que ninguna eran suficientes para èl y jamàs se atreviera hablar con alguna por temor a equivocarse en sus "gustos"- que lo tenìa tan "amable" con ella y a su vez, impaciente por dormirse temprano y pararse a tiempo, para agarrar la camioneta que lo dejaba a una cuadra y media de la escuela. Al responderle Augusto a su madre, con esas dos minùsculas palabras para èl y tan comprometedoras para su madre, èsta le dijo que se dejara de ilusiones y se dedicara a estudiar. Para èl, ella no comprendìa lo que le sucedìa con aquella muchacha a quien cariñosamente llamò posteriormente "mi pocahontas" por su similitud con la joven de la caricatura, no tanto por su color de piel, pero si por el de su cabello y la forma de como èste le caìa hasta la cintura. Ahora, aquel apodo ya ni lo recordaba, y el corte de cabello que usaba a menudo su mujer ningun atisbo le dejaba al señor Martinez que aquella joven de la cual se enamorò en la secundària alguna vez tuvo el cabello tan largo como para èl ponerle de apodo, el nombre de una princesa de una pelìcula de caricatura que aquel hombre que no llegaba aun a los cuarenta, consideraba infantil. Federico naciò a mediados del siguiente año escolar, entre la decepciòn profunda por parte de la madre del joven Augusto y la preocupaciòn de los padres de la asustada Maribel. Ambos jòvenes comprendieron a la fuerza de las circunstancias, lo que les deparaba, y aun asì, decidieron culminar sus estudios tratando de llevar una vida y una relacion de noviazgo "normal". Los padres de ambos jòvenes no los obligaron a contraer matrimonio, pero ellos se amaban y luego de culminar el liceo, a una semana de su fiesta de graduaciòn, celebraron la de su matrimonio, y apartir de aquel acontecimiento, ya no eran los novios adolescentes que tenian un niño. O como el señor Fernando llamò a su hijo y nuera con respecto a su nieto, "un par de niños que tuvieron otro niño". Ya eran el señor y la señora Martinez, y tenian un hogar que mantener, cuidar y balancear entre los estudios que ellos deseaban proseguir, la ayuda de sus padres y la atenciòn de sus hijo, màs la preocupaciòn del recien señor Martinez por ser un padre distinto y no cometer los mismos errores que el suyo cometiò en su crianza. -No hay problema señora estrella, le harè llegar a traves de mi hijo Federico la carta con la justificaciòn. -Espero que asì sea, mire que su hijo tiene un comportamiento similar al suyo en los dias que usted paseò por los pasillos de esta honorable instituciòn. -Lo sè, y no es necesario que me lo recuerde. Èl està bajo el tratamiento conductual de una psicòloga y tambien colega mìa, que le està ayudando a abrirse un poco mas conmigo y su madre y sus hermanos. -Espero que mejore pronto, si sigue asì perderà el año. Es el ùltimo, y serìa una pena que lo perdiera y faltara a su fiesta de graduaciòn, o como estos jòvenes le llaman ahora: su "rumba", mientras sus compañeros y algunos, malos estudiantes, se graduan mientras su hijo, un joven listo y pìla en las materias pràcticas se tiene que quedar en los meses de vacaciones "reparando". -No sucederà directora, no sucederà. ¡Eso se lo aseguro! Bueno, irè a buscar a los niños, con su permiso. -Asì espero. Pase. El señor Martinez, se sentìa avergonzado. Pensaba que por su culpa, por sus hàbitos y reputacion de estudiante en el pasado, caìa como una pesada losa sobre su hijo mayor, -tan querido por su parecido con èl en sus gustos musicales y en su mirada y expresiones a la de su madre, que amaba en el presente con una profunda y casi por completo, tìmida pasiòn-, aquellas antiguas desdichas escolares sumadas a las que ya el joven Federico Martinez estaba acumulando a raiz de su junta con la joven Yenny de cuarto año, que erà mùsico y experta en manipulaciòn. Su padre ha tratado inutilmente de exponerselo varias veces, pero su hijo en vez de escucharlo, se encierra aun mas en su mundo, el cual el joven llama "mi territorio", por lo que se ha visto obligado a llevarlo a donde una psicòloga, amiga suya de la infancia y madrina del muchacho para que trate su caracter. Lo absurdo de la situaciòn, es que tanto ha acusado de manipuladora a la novia de hijo, tenìendo pruebas de las actitudes de èste ùltimo, que ahora que siente pasar por la crisis del acecho del "leon" atrapado desde su juventud, se ha preguntado si tal vez su mujer es otra "manipuladora", como la novia de su hijo, y si ha vivido bajo ese yugo desde que se enamorò de la señora Martinez en aquella misma escuela. -Dèjeme avisarle a sus hijos para que salgan de sus salones, señor Martinez. -Gràcias profe Lucy, aqui los espero. -Sientese, puede que tarden un poco. -No hay problema, aqui los espero. Me gusta ver el bosque de la escuela ... jamas cambia. ... CONTINUARÀ. Luis J. Cabrè!
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Daniel Florentino Lpez
Esperamos la segunda parte
Un abrazo
luis jos
Enrique Gonzlez Matas
Veremos que nos trae la segunda parte. No nos dejes ahora con la miel en los labios.
Te felicito con mi abrazo.
luis jos
Lucy Reyes
Te felicito, vas muy bien.
Cordial saludo
Lucy
luis jos
Elvia Gonzalez
luis jos
Marìa Vallejo D.-
Saludos
luis jos
PD. En breve publicarè la continuaciòn.
Marìa Vallejo D.-
luis jos