Don Lorenzo
Publicado en Mar 10, 2009
Don Lorenzo Don Lorenzo se crió con "los liones", con los pumas y las fieras del campo. Su madre había muerto en el parto, y quedando tan solo y desamparado su madrina,se hizo cargo de él, y lo crió para puro cuidar animales; vacunos, caballos, corderos, etc. Nos contaba que tenía sus cuevas "preparás pa'quel lión no me pillara", y que cuando se veía atacado por los leones prendía grandes fogatas. En aquellos tiempos no había como dividir los fundos ¡eran inmensos¡ Entonces solo quedaba hacer fosas; que eran enormes canales profundos, en donde habitaban culebras, hierbas de todo tipo, bicharracos de las más diversas clases y peñascos, entre otras cosas, entonces la tarea de él tenía que ver con cuidar que los animales no cayeran allí, y si eso ocurría, tirarse a salvarlos como fuera. Con su mantita, su muño de harina, cebolla, tortilla y ají pasaba los días, y así creció y se crió ¡y salió bueno¡ , y no era tonto. Cuando murió la madrina don Lorenzo llegó a Bulnes, y mi papá que tenía corazón de abuelita, lo aceptó en la casa y le dió un cuartito para vivir. En una oportunidad le hicieron un convite a salir por ahí. Poco salía. Pero en esa oportunidad él aceptó, y lo emborracharon hasta decir ¡basta¡. Cuando don Lorenzo venía de vuelta en su caballo, se cayó al suelo y se golpeó violentamente en una piedra, el golpe fué tan fuerte, que el cuero de la cabeza se le soltó y le colgaba, chorreando la sangre a borbotones por toda su cara. Hasta ahí no más llegó don Lorenzo ,"pa`sécula" dijo ; nunca, nunca, nunca más él volvería a tomar. Don Lorenzo había aprendido ha hacer casas, y cuando no construía estaba en la casa y ayudaba en todo lo que se le pedía. Vigilaba y cuidaba los bienes de don Alfodín, su benefactor. Don Lorenzo le tenía terror al agua, y solo de vez en cuando se afeitaba. Mi papá lo enseñaba una y otra vez : ¡así don Lorenzo¡ y se sacaba la camiseta delante de él, y se ponía debajo del chorro de agua y se lavaba; pero el viejo no aprendía nunca ¡se va a matar don Alfodín¡ - gritaba asustado. Me acuerdo que cuando le daba el achaque a las gallinas y se morían, él aprovechaba al tiro para cocerlas y hacerlas fiambres, y partíamos con él al cerro Pite, con pan y charqui , además. Quizás en algunos de aquellos paseos, fué que nos contó que durante uno de los veranos, cuando él cuidaba los animales, subía mucha gente al volcán Chillán donde él solía andar. Y la gente subía y bajaba riéndose y contándole que habían puesto los pies dentro del volcán, como mucha gracia ¡y a él le daba tanta rabia¡ porque según sus ideas el clima se echaba a perder, y comenzaban a sentirse truenos y relámpagos. Pasaba el tiempo, y él estaba cada vez más enojado con los turistas y aburrido de que se rieran de sus conocimientos, que tachaban desdeñosamente de "ignorancias" que, un buen día , enfurecido, tomó un chuzo en sus manos y comenzó a empujar con mucho esfuerzo, una gran roca hasta que finalmente, la movió de su lugar, y la echó maliciosamente a rodar hacia las carpas en donde se encontraban los veraneantes ,la roca rodó y rodó echa una bola, arrastrando con ella, ramas, arbustos, piedras y peñascos y no sé que más". Lo que pasó allá - nos decía - yo no lo sé, porque antes de que llegara abajo, él salió corriendo como un loco sin mirar jamás para atrás. Don Lorenzo no se reía, no lloraba, solo contestaba cuando se le preguntaba algo. El era muy silencioso, pero a mí me hacía cariño. Salía a cazar casi todos los domingos con su escopeta al hombro "y no traía na'". Mi mamá se enojaba -"viejo e'miércole, como no va a traer alguna cosa siquiera" , pero nunca nadie le exigió. Era algo apretado el viejito. Mi hermana Ana, que de niña aprendió a coser, le hacía las pecheras para el trabajo, que confeccionaba con las bolsas de harina que sobraban. El vivió más o menos unos veinticinco años con nosotros. Le decíamos "Don Lorenzo" o "Taita Lore" con mucho respeto, y era uno más de la casa. Cuando mi papá falleció, sacó su pañuelo cochino y mugriento y lloró. Fué la única vez que lo vimos llorar. En una ocasión don Lorenzo se enfermó y descubrimos que tenía en su cuarto canastos y más canastos de ropa sucia y vieja. Para no pagar una lavandera, usaba la ropa hasta que no daba más,y luego se compraba otra. Cuando el doctor lo vió nos dijo: ¡y de donde sacaron a éste viejo cochino¡ ¡que se vaya a lavar primero,de lástima lo voy a dejar en el hospital¡ tenía neumonía doble. Yo le puse los soquetes en sus pies viejos y sucios. El me miró conmovido -¡Oña Pilarcita¡-me dijo- y le corrieron lágrimas por su rostro. Le puse su ropita,llegó la ambulancia y lo llevé al hospital. Yo tenía como diesiseis años, el viejo me había visto nacer. Después que falleció mi padre, él se fué de la casa. Se lo llevó de la casa una vieja interesada, al campo. Tenía dos escopetas buenas, herramientas y sabía construir casas. Aparecía de vez en cuando en Bulnes, especialmente cuando iba a las conferencias de la iglesia evangélica del pueblo, y sólo en esas ocasiones se lavaba y se ponía terno. Con el tiempo fué perdiendo la cabeza y ya no nos reconocía. Tristemente ninguno de nosotros pudimos estar cuando él falleció, siendo que fuimos como su familia, pero su recuerdo imborrable perdura hasta el día de hoy, y yo no podría hablar de mi vida ni de mi familia sin mencionarlo a él, uno de esos seres queridos y especiales, que Dios nos regala para demostrarnos su amor.
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