Los anillos deambulan, y se repelen,
No encajan en nuestros dedos, se estremecen,
Y chocan ... Como àtomos imprudentes.
Creen que en la firma tinta azùl,
Se resguardan en el punto y en la nota decreciente ...
En la mancha que marcò del mantel sus fibras,
La madera aun càlida ... En la leña ardiente, 
Como el sexo reunido en las horas en vilo.
Donde tantas palabras, pensar y dicernir, 
Recorren del destino, entero confezado ... 
La senda presurosa sobre las miradas,
Y en impresiones, los respiros,
Que en munchedumbre recargada ...
Se desligan de mis oidos. 
 
La credibilidad se ausenta de experiencia.
Crecen las làgrimas que se detienen del verde al rojo.
Son arboles sin raices, en la ciènaga niños que predicen,
Lùdicas letanìas que lamentan el ramo inoloro.
Siendo el vestir de blanco el no esconder,
Los vellos de la sedosa interperie,
Siguiendo la suerte del roedor ... 
El tiempo, y tus manos donde giran desconocedor,
Aquellos de oro, destellos sobre el protocolo,
Donde testigos se debieron detener ... 
Dejar en la champagne la mesa reciente,
Y el adorno cayendo en el espesor;
Rodando los anillos ... 
Cuando su rostro sin contraste,
Preguntò por error. 
Las miradas quedas hieden el ruido,
Se alimentan de cartòn. 
 
Levanta de tu mirada, aquella distinta mujer,
E igual a la misma que ser tu, eres y has sido ... 
¡Levàntala! y agacharme veras de mì:
Como el inquieto turpial, sin mueca ni fingir,
Que sus horas ha de cumplir,
En la prisa premiante de su soledad.
Donde el tiempo egoista, ¡Debil quimera sin evocar!
Se diluye como del incienso el polvo,
Y del avaricioso el oro que en el rio fluye ...
Como de sus aguas los peces hambrientos,
Y de aquellos àrboles y coqueteos,
Las raices mendigas.
 
La presencia del beso ante el dedo impuesto,
Desaloja de los labios ... 
Y se implora en el orden de la huida declarado.
Aun cuando sepas de tus pies en el suelo,
El saber que matendran las huellas,
Debatiendo las quimeras en la sala del recado ... 
Donde la libertad, que el oro no da,
Sobre los aros del contrato como ruedas con oxido,
Quedan en "familia", y en el rincòn,
La retirada ... 
Junto al corte del pastel. 
 
Coloco piedras, sobre una, otra y austeras.
¡Cuantas piedras! ... ¡Dura empresa!
Granos sobre sombras,
... astillas y perlas, de sus manos tomadas.
Se arrojan ...
De nuestros cuerpos a las orillas costeras. 
Y veo desde la cumbre soltando las sogas,
Esos giros como avalanchas, 
Del hielo que has de creer de mi simulo el placer.
Aprieto mis manos, la recta abnegada,
Y cuenta no doy de las tuyas ... de tu piel y tus huesos; 
De tus nudillos, el tullido contacto y espeso,
De cuando me sueltas y huyen los cuervos ...
Dejando, el papel sepia humeder.
 
Luis J. Cabre.