Mi bendicin
Publicado en Dec 11, 2017
Bares, gente caminado, palomas caminando por el ardiente suelo y unos niños jugando a las bolitas; ese es el escenario de la plaza que frecuento durante las tardes de verano después de salir de mi trabajo. En cada minuto que paso sentado siento que me entero de todo sin siquiera quererlo, sé del acontecer nacional e internacional como de las copuchas de la cuadra, resulta muy fácil alcanzar el mundo sentado que corriendo. Nada ponía romper mi calma, mi paz y relajo máximo después de una semana agotadora en lo laboral y lleno de problemas con escasas respuestas; todos me conocen como “lucho”; ya me acostumbre y que creo que le he tomado cariño a mi apodo desde que quede ciego a causa de un accidente cuando niño, puede sonar raro pero después de eso la gente me acepto y fui parte de una sociedad que antes me veía como un extraño. Durante cada jornada de descanso agitaba mi bastón, prendía mi celular con radio y escuchaba una bachata de nombre “Bachata en Nueva York”; cantaba tan fuerte y afinado que mucha gente a mi alrededor bailaban tan felices que yo sonreía con cada estrofa, una sensación rara pero mágica a la vez. Instante que fue aún más sublime cuando sentí que alguien tomo mis manos, me levanto del asiento, me saco mis lentes (fieles compañeros y parte de mi armadura frente a una sociedad injusta y discriminadora) y sin poder hacer nada sentí su aliento sobre mi rostro y comenzamos a bailar. Cada marcación era un nuevo desafío para mí, no sé quién me tomo y yo sólo deje que mis manos y deseos se adueñaran de mi cuerpo e hicieran que ese baile sea el mejor de mi vida y el que hace mucho tiempo soñaba, en la mitad de la canción note que ella se acercaba más y más, yo empecé a dudar de sus intenciones, mi pasión bajaba drásticamente y apareció el miedo a lo desconocido y quedando sólo 30 segundos para terminar la canción me separe de ella gritando “Porque me ilusionas”. Insistí dos veces con la pregunta, no se escuchó respuesta alguna, preso de mis sospechas busque un asiento rápidamente y revise mis cosas, monedero, tarjeta bip, imagen de la virgen del Carmen, llaves de la casa; cuando sentí que todo estaba en mi bolso decidí marcharme sin antes escuchar un nombre fuerte y claro. Órnela es mi nombre y te ofrezco mi confianza como señal de paz a tus miedos me dijo, yo quedé atónito frente a este claro mensaje de tranquilidad y solo le respondí en un tono rabioso, ¿Dónde están mis lentes?; ella me dijo que no es necesario ocultar en tus gafas la pureza y belleza de un alma buena y bondadosa; antes esto, me exaspere aún más y tome mis cosas e intente irme por segunda vez tan rápido como pude pero una mano se clavó mi mejilla y en un solo movimiento me hizo poner en duda todo sobre mi, un cálido beso le dio vida a mi cuerpo y por un momento pensé que al cerrar y al abrir mis ojos podría ver a quien por un momento me ha devuelto la vida. Nada hacía presagiar que ese encuentro sería el inicio de una larga conversación que duro por horas, se apaciguaron los ruidos de la ciudad y quedamos los dos solos en la plaza que sirvió de cárcel, pista de baile y en el living de mi casa donde recibo a quien quiera compartir un grato momento.
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juan carlos reyes cruz
Felicitaciones por tu acertado primer intento en estas latitudes, Andrés. No aflojes.