EL CANTO DE LOS ARBOLES (... CUENTO NAVIDEÑO)
Publicado en Dec 22, 2017
Cuenta la leyenda, que por el poblado de Santa Cecilia, cada 24 de diciembre, los niños al dormir, entre los villancicos y la ansiosa y emocionante espera por sus regalos, que el “Niño Jesús” les traería al día siguiente, escuchaban antes de cerrar sus ojos en el suspiro de sus sueños y el acuarela de sus ilusiones y esperanzas plasmadas en sus corazones, las melodías sin fin, cálidas y sublimes, que emitían los árboles del bosque de antaño que rodeaba al pintoresco pueblo junto a los cuentos que durante generaciones se dispersaron entre todos los niños y los que en su ancianidad, al mirar al cielo, sienten aun en sus sueños, como fotografías fugaces, de un pasado que les recuerdan algo, sin saber qué.
Una Navidad en el pueblo, un pequeño niño de ocho años llamado Antonio, pero que entre todos los que le conocían, incluyendo a su familia, cariñosamente le llamaban “Tony”, y quien desde que tenía cinco años, sabía sobre la tan mencionada leyenda que hacía famoso su pueblo en sus alrededores, perdido entre los llanos calurosos del Apure. Tony estaba deseoso de escuchar los misteriosos “cantos de los árboles” , pero lamentablemente en su quinta navidad no los escuchó, ni en la siguiente ni la posterior, por lo que sus ansias disminuían mientras pasaban las Navidades, una tras otra. Tony, se sentía triste, aún mas, por la ausencia reciente de su querido abuelo en el mes anterior a la presente Navidad, ya que había fallecido, su querido abuelo “Kaki”. Sin embargo, su Navidad melancólica y nostálgica, como un cielo nocturno sin luna, sin estrellas, dejaría en el pequeño Tony, un recuerdo inolvidable. A casi la medianoche, Tony no mostraba ni un reflejo lejano de emoción por la llegada de la Nochebuena. ¡… y tocaron las Campanas! ¡Ya es hora de descubrir al “Niño Dios” del Pesebre! Aún no habían regalos, sino la Cena Especial: Las hallacas, pan de jamón y el pernil que tanto le fascinaba al travieso niño de las anteriores Navidades, y que ahora, ni le apetecía, ni la espera de los regalos tan anhelados. En principal: su “bici sin ruedas”, que llevaba dos años de demora. Luego de la Cena, era hora de dormir. -¡Tony, a la cama! Que sino el “Niño Jesús” no te traerá tus regalos-. Le dijo el papá al ver la actitud de su pequeño hijo, que al acostarse a regañadientes, se medio arropó en su cama, cruzando los brazos y frunciendo el ceño, diciendo así: - ¡No quiero ningún regalo papá! -. ¿No? ¿Ni siquiera tu adorada “bici”, que tanto has esperado?-. -¡No!-. Replicó Tony sin decir más. A lo que el padre se sienta en su cama, apartándole los brazos y arropándole con un beso en la frente, en un silencio que finalmente rompió para decirle: ¡Sé que extrañas a tu abuelito Kaki, Tony! pero, hijo mío ¡que sabes tú si el “Niño Dios” te sorprende! Recuerda algo ¿Ves los “Arboles Cantores” de al frente, en tu ventana?-. ¡Si papá! Aunque eso de que cantan, es mentira. ¡Nunca los he escuchado!-. ¡Hijo, tranquilo! Nunca dejes tus esperanzas a un lado, pase lo que pase. ¡Cree! Quizá los árboles cantarán para ti esta Nochebuena -. Diciendo esto, se levantó de la cama el papá de Tony y le dejó la lámpara en su mesita al lado de la cama encendida, cerrando cuidadosamente la puerta de su cuarto, al notar, como los ojos de su hijo anunciaban un largo sueño y mágico, increíble. Quizá, tal vez, nunca fue un “sueño”. Entre la suave brisa de la tan memorable noche del Nacimiento del Maestro Jesús, Tony soñaba y sus sueños evocaban a la nostalgia. Soñaba con su abuelo, cuando en su quinta Navidad, mientras le cargaba, junto a sus padres montaban el Árbol de Navidad, Y él siempre le recordaba: ¡Jamás dejes de creer! En lo que sus ojos, al asomarse una pequeña lágrima, despierta. -¿Qué habrá sido eso? ¡Si mi abuelo se fue hace poco!-. Dijo pensativo Tony. -¡No hijo! ¡Jamás me fui!-. Escuchando la voz de su abuelo pronunciando aquella frase, se asustó el niño, y antes de cubrirse con su cobija que asemejaba el Cielo Astronómico, le dijo: -¿Recuerdas que siempre te dije que jamás dejaras de creer? ¡Asómate!-. Tony aun asustado, se levantó hasta abrir la ventana, y al ver a su abuelo de nuevo en posición de cargarle, e invitándole a salir, este le dijo: -¡Kaki, volviste!-. -¡Si pequeño! ¡Ven! Te prometí que escucharías a los árboles cantar; y una promesa es una promesa-. El niño, emocionado, saltó por la ventana y tomó la mano de su abuelo, mientras escuchó cientos de melodías cálidas, siendo “Noche de Paz” la única que reconocía. -Estos cantos, cuenta la Leyenda, que cada niño que los escuchen al mirar al cielo en Navidad, las estrellas les hablarán en sus corazones, para recordarles sus orígenes, sus sueños. Que jamás dejen de ser niños, que jamás dejen de creer, porque “arriba” ¡Siempre! Habrá una estrella que nos espera, un hogar de donde pertenecemos. Así como cada sueño, que en sus “Niño Interior” se dibuja, y que todas estas melodías son cada de tus latidos, y cuando se detengan allí, despertaras, y allá arriba estaré cuidándote junto a tus esperanzas, como mi padre también lo hizo, y lo harás con tus nietos-. Muchas melodías se escucharon, y cada árbol fue cambiando en forma de todos sus amigos, mascotas, y sus seres queridos que habían partido al cielo. Entre juegos, y la emoción de Tony al saber lo que eran, de quienes eran esos cantos, del cual él también era parte de los “Arboles Cantores”; cada niño, cada semilla en cada parte del mundo, que será un árbol de esperanzas para la Humanidad. Jamás había sentido mayor felicidad, entre sus amigos, ante aquel hermoso cuadro. Luego de unos minutos, las melodías fueron desapareciendo y cambiando el escenario al antiguo bosque. Tony se volteó y llamó a su abuelo, corriendo hasta el que lo esperaba cerca de su ventana. - ¡Kike, te extrañaré!-. - ¡Feliz Navidad Tony!-. Al abrazarle, el pequeño niño de nuestra historia despertó, y abriendo la puerta hasta ir al Árbol de Navidad, vio la bicicleta que tanto había pedido. Sus padres al verlo salir de carrera, se acercaron para abrazarle, a lo que la madre le preguntó: - ¿Hijo, viste el regalo que te trajo el “Niño Dios”?-. -¡Si mamá! … y mirando la foto de su abuelo cargándole en su última Navidad con él en medio de la sala, concluye: - ¡… pero no fue solo ese el mejor regalo! Y abrazando a sus padres, finalmente susurra: -¡Feliz Navidad!-¡Feliz Navidad hijo! Luis J. Cabré!
Página 1 / 1
|
Vicka
Marìa Vallejo D.-
Amigo Luis Jo, hermosura de tema guía unas letras que se convierten en historia y Oh! Fantasía relajante!!!
Bendiciones para ti y toda la familia.
Abrazosss
luis jos
Luisjo.
José Orero De Julián
luis jos
Luisjo.
José Orero De Julián
Lucy Reyes
Excelente cuento de fantasía.
Abrazo de amistad y deseos de que pases feliz navidad y próspero año nuevo
luis jos
Luisjo.
Enrique Gonzlez Matas
Te felicito con mi abrazo y mis mejores deseos de felicidad para ti.
luis jos
Luisjo.