Hoy recomienzo de nuevo mis historias:
Dejo tirados mis jeanes y cultismos.
Voy a encarar la problemática insaciable
a bregar con la mísera rutina contenciosa.
Me he manchado de responsabilidades
y me he marchado de estancias glamorosas.
No puedo controlarme ante el cinismo
de hombres medulares y halitósicos
ni despedirme bien del que siempre me defrauda.
Veo labiales, orificios y graves enfermeros.
Veo a la vida apostando a ser vida.
Mas cuando los oprobios se levantan en pie
y se hacen interactivas las protestas y los vértigos
me escapo de las patrañas y de las paradojas
y busco el litoral fragante de lo verde.
Veo los clisé de las hojas lanceoladas
y el respeto que se tienen las raíces profundas.
Veo juegos de palabras amorosas
que salen de algunos amantes arteriales.
Voy a las peñas a liberarme de temores
masticando tabaco o chocolate.
Enojos y odios quedan en las ciudades
trapeados de bulimia y anorexia.
En esta soledad gruesa desaparece la ironía
y capto los sentimientos altos de la pureza.
Mi corazón tiembla entre la esperanza
y el viento secular lo tranquiliza.
A veces me percato que busco en el silencio
tan solo a una mujer ingenua que me quiera.