Salvajes inocentes
Publicado en Jan 14, 2018
Un día como cualquiera salía del colegio con mis compañeras. A lo lejos, por una calle poco transitada y en horario de la siesta iba él, él chico más bello que podría haber imaginado. Su belleza no era externa pero vi algo en el que me dejo pensándolo e incluso mirándolo a los ojos, ojos tiernos con algo de tristeza oculta. Saludó cortésmente… lo recuerdo como si fuera hoy pero con olor al ayer y ya que digo “olor” recuerdo su aroma fresco y empalagoso a la vez. Su perfume se impregnaba a metros de distancia y no exagero. Así era. Un adiós salió de su voz y mis compañeras a la par respondieron. Quedé en silencio “tildada” como se dice actualmente. Seguí caminando hasta mi casa pero antes divisé su partida. Así lo sentí que se marchaba pero en realidad no era así, ya que nunca había venido ni al mismo sitio donde me dirigía, ni a mi lado, ni conmigo. Pero en mi interior sentía eso. Lo sentí tan mío por un instante porque me perdí en su mirada. Me fui lejos en su tristeza o al menos sentí percibir eso. Desde ese momento sentí por primera vez que me había enamorado, a caso de unos tristes ojos o de un “adiós” sencillo y Cortéz o tal vez de un perfume empalagoso. No podía dejar de pensar en ese instante mágico para mí y pensaba insignificante para él y mis compañeras que ignoraban mi sentir. Quería que pasaran las horas y cruzarlo nuevamente pero esta vez decidida a saludarlo y a cruzar unas palabras con él ¿Qué le diré? Toda la noche pensé hasta que quedé dormida pero con una sonrisa porque mi corazón tenia dueño. Feliz transcurrí el día… se acercaba la hora de la salida del colegio. Pensaba, no hacia otra cosa que pensar y por un momento razoné. No se su nombre, donde vive ni nada que me lleve a él solo que lo cruce en la calle 9 de julio en horario de siesta y que literalmente “me perdí en su mirada” No tenia mas datos. Me iría sola para que me vea solo a mi. Felizmente para mi tome el mismo camino y el venia a lo lejos lo pude reconocer. Mi corazón parecía salir de mi pecho. Tanto pensar que decir quede como quien dice con la mente en blanco. Quedamos frente a frente y me sonrío suave, me sonroje y solo lo mire con dulzura y algo de vergüenza porque se daría cuenta que estaba ansiosa por verlo pensaba. Me cruzo con un adiós elegante con aires de galán ¿o seria yo que miraba muchas novelas con mi madre? Cruzó y el tiempo de prisa paso ¿porqué no dije nada mas que chau? Caminó muy rápido y me detuve a divisar su caminar hasta que volteo su mirada y con mi mano a modo de película lo llame. Cuando se acerco me dijo me llamo Mariano mucho gusto sin más ni menos yo aun seguía tildada me presente luego de dos minutos reloj. Hablamos del colegio porque dos adolescentes de 14 años no tenían muchos temas de conversación. El iba a un colegio cercano del mío así que después de acompañarme unas cuadras y de presentarnos brevemente me propuso encontrarnos a la salida y caminar juntos para hablar a diario. Pasaron los días, las semanas, pasó la magia. Tenia un sentimiento pero esa adrenalina y vergüenza se habían esfumado hasta que un viernes como cualquiera caminamos juntos y tomo mi mano me paralicé .Tocó mi cabello luego con su mano derecha tomo mi rostro inclinó su cuerpo ya que era más alto y se acerco como en una película de Disney ( o al menos sentí eso) lentamente su boca a la mía. Pero que pasó conmigo tal cual pez boquiabierto quede y no supe que hacer hasta que sentí sus labios y comencé a temblar pero respondí suavemente en principio pero la mezcla de hormonas me jugó en contra y me convertí como en un león hambriento a tal punto que se detuvo y me dijo” casi me comes y sonrió “ sentí como una burla. Se me fue todo de las manos lo mire vergonzosa y le dije “he tendido besos mejores” a lo que en silencio se marcho y me dejó sola con el sabor de su boca con algo de cigarrillo. Me sentí humillada pero bueno feliz porque podría presumir mi primer beso, total que más daba nadie sabría la total verdad. Nunca mas me acompaño. Pero todo tiene un ciclo aunque no lo sabia. Nos seguimos cruzando y nos saludamos como dos extraños. Como la primera vez pero sin ningún sentimiento de mi parte y por su naturalidad tampoco de la suya. Hoy, años muchos años después recuerdo ese cálido momento sonrío y pienso que inocencia detrás de unos ojos. De una mirada y de un calido beso intenso. |
Eliana Carrizo
Vicka
juan carlos reyes cruz
Gracias, Eliana, por tan sabroso momento que me has obsequiado.