THE END OF THE FUCKING WORLD
Publicado en Jan 15, 2018
La pequeña pantalla, si es que todavía queda alguna con suficiente fondo, asiste a un gran éxito, sin pretensión de ser confirmado.
En esta ocasión no son temibles criminales los que pululan por nuestras calles, ni aquellos que juegan al gato y al ratón con el virtuosismo del Fbi, o los que, a pesar de todo, son más astutos que el ojo del espectador. Tampoco será necesario transportarnos al mundo de los caballeros, en donde una espada vale más que mil palabras y una nevada conmueve más bien poco. Menos es más en esta serie, un canon artístico obsoleto y rancio, quizá, para los creadores de las vastísimas producciones actuales, estiradas sin remedio hasta la postración. Los antihéroes del Imperio, ambos tras el paso bidireccional de la adolescencia y el reniego, irrumpen con fuerza en este cómico drama para estómagos preparados. Café sin azúcar, gracias. Sangre y arena para los gladiadores, un espacio para revelar que se trata de una historia comprometida, de las de verdad., de esas que se cuentan con fuerza y rabia y, sin embargo, no pueden tener un deje más comercial y televisivo. Lo bizarro es seducido por la ternura, muecas, visajes y aspavientos son algo más que gestos en esta suerte de canción triste y sonriente, de tintineo estridentemente real. Y ellos, finalmente... Dos rostros pueriles detrás de un papel, otro par de pupilas implorantes que, lejos de compartir lo insulso del amor, llegan más allá de la frontera entre la playa y el mar. Entender en ese mismo instante que" lo que nos une a las personas" resulta ser la piedra angular de esta fábula contemporánea sobre el final de este puto mundo.
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Mara Vallejo D.-
Grato leerte.
María