El ngel del siglo
Publicado en Jan 20, 2018
El Ángel del Siglo
The Washington Post, Newspaper; Febrero 3 del 2,530; Orson Klark Kane, corresponsal. Estados Unidos, Washington; 26 de octubre del 2,529.- Sonó mi teléfono a las tres a.m. El editor en jefe me ordenó que cubriera la nota más importante de mi carrera. Me molesté cuando contó los antecedentes, pues no podía creer que nuestro periódico prestara atención a supercherías. Fue así que incrédulo y desvelado llegué al lugar de la noticia: el Obelisco del Monumento a Washington. A unos diez metros de éste, como aún hoy en día (fecha de publicación) estaba el inmenso ángel del que ya todos saben. Erguido, mudo, estático, con sus iridiscentes y enormes alas abiertas. Circulan varias hipótesis de su aparición, mas ninguna ha sido comprobada. Por todo esto y más aún, presento este testimonio, logrado tras cuatro meses de cubrir la nota. Los tres primeros días, aquél ente fantástico no pronunció palabra ni movió miembro alguno. La noticia se sostuvo por su belleza y por su polémica y súbita aparición. Mas a pesar de su inactividad, se gestó una lucha verbal entre diversos cultos. Cada autoridad religiosa deseaba autoproclamarse como responsable de “El milagro del siglo”. Al cuarto día, ante exclamaciones atronadoras que, según recuerdo, decían: “¡Diles que viniste por nosotros!” “¡Diles que nos escuchaste a nosotros y no a esos hermanos separados!”, el ángel respondió alzando los brazos, mas volvió a quedar inmóvil, con su mirada incrustada en el azul del cielo. La gente reaccionó con gritos, rezos y llantos. El 23 de noviembre arribaron al lugar científicos acreditados, para realizar los estudios que comprobarían si tan sensacional aparición era una explicable farsa. No lograron su propósito, pues fueron atacados, salvajemente, por fanáticos que golpeaban y gritaban cosas como: “¡No volverán a llamar a esta criatura divina un fraude!”. Al masacrarlos, muchos gritaron: “¡Aleluya, aleluya! ¡Condenados! ¡Los blasfemos ya están condenados en el infierno!” Hubo gente ahí reunida que consideró ese acto como criminal; se marcharon discreta y temerosamente. Frente al ángel impertérrito, los asesinos temieron a su destino, por lo que comenzó un serpenteante cuchicheo de rezos. El fanatismo exacerbado incitó sangrientas autoinmolaciones y trifulcas. Debido a las peregrinaciones ingentes que acudían para rendir culto al ultra publicitado “Ángel del Siglo,” la sobrepoblación de la capital del milagro alcanzó un punto insoportable. Aunque el gobierno endureció sus políticas migratorias, esto no detuvo al caudaloso gentío que lograba colarse, ilegalmente, por el resguardo fronterizo. El 23 de diciembre del 2,529, en el punto más transitado de la frontera, civiles antiinmigrantes, armados con metralletas, mataron a 167 ilegales de diversas nacionalidades. La horrible masacre suscitó una acalorada discusión diplomática. Ésta fue la antesala para la guerra en que estamos inmersos. Los combates han hecho de la capital más importante del Mundo, el más negro y catastrófico panorama de la desolación. Ahí, en medio de ruinas y cadáveres insepultos, el ángel aún brilla e inspira. La tarde del 29 de enero del 2,530, una solitaria y temerosa niña salió de entre los escombros. En busca de consuelo, humedeció con su llanto los pies del impresionante ser alado. Al sentir la tristeza de la niña, el ángel se hincó para abrazarla. La pequeña exclamó –¡gracias, ángel hermoso! Antes de morir, mamá me pidió que acudiera a ti siempre que necesitara de...– la niña no pudo concluir las enseñanzas de su madre, pues sus labios fueron inundados por lágrimas y mocos. El ángel le dirigió una enorme sonrisa, la levantó y comenzó a arrullarla. La pequeña lanzó sus brazos alrededor del cuello angelical. Como su rostro presionaba fuertemente su enorme cuello, estas palabras apenas pude escuchar –¿cómo te llamas? Entonces, por primera vez, la boca angelical se abrió para susurrar –Luzbel. –¿Luzbel? –preguntó la pequeñita. –Luz Bella –aclaró el arcángel. –¡Qué bonito nombre!–. La niña no dijo más. Rendida, se durmió en esos calientitos brazos. ¡Qué imagen tan hermosa!: una linda niña arrullada por un Luzbel deslumbrante, sonriente, y orgulloso al contemplar un horizonte devastado. ¡Fue la portada del año para numerosas revistas! Sé que muchos no me creerán, otros me amenazarán de muerte. Yo solo me limito a realizar mi trabajo: descubrir la verdad... LA BELLEZA.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|