Cuando el destino nos abre una puerta.
Publicado en Jan 22, 2018
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                               Cuando el destino abre una de sus puertas.
 
Han pasado doce años desde que el destino y la familia con sus crueles y mezquinas circunstancias nos apartaron a ti y a mí en dos mundos demasiado distantes. Éramos entonces muy jóvenes y nos quedaba por delante una senda futura para construir el resto de la vida que aun nos quedaba. Pero en los devenires del vivir existe lo inimaginable y por uno de esos caminos indeterminados, regresé un buen día desde aquellos confines del planeta y volver hasta el punto de partida en donde tú te quedaste.
 La abuela cumplía los ochenta y la familia completa, incluido el más lejano integrante, nos habíamos reunido para festejarla en una fastuosa celebración. Pero el íntimo motivo de mi regreso no había sido precisamente homenajear a la abuela. Lo cierto es que había regresado para desafiar al destino en una lucha definitiva que me permitiera recuperar de una sola vez  -  y por todas - el gran amor de mi vida, el más hermoso que  siempre tuve: el tuyo.
 Es así que luego de horas de avanzada la celebración y después de un agitado saludarlos a todos, platicar sobre mi vida, de los formidables éxitos que había obtenido lejos en mi exilio y del montón de sensaciones que durante años fui metiendo adentro de mi sólido baúl, salí hacia el exterior de la gran casona, hacia la soledad, a esa cita tácita - y a la vez anhelada - con el convencimiento que allí por fin te vería, porque, irónicamente, luego de tan y agobiador tráfago, aun no había conseguido tenerte frente a mí, sabiendo claramente que por allí estabas.
El destino había quedado mirándome un instante, como dudando, masticando con cautela mis motivos, evaluando uno a uno mis argumentos, y tras una pausa llena de inteligencia, me brindó una empática y cómplice sonrisa…
Fue allí como todo el entorno sobre la vereda techada de la magnífica casona se convirtió en una burbuja mágica, y la anterior angustia que antes se había apoderado de mí, cuando esperaba tu aparición, rápidamente se desvaneció, porque un halo encantado, con una imaginaria pirotecnia mental, me anunció que te acercabas.
 Con la magia, también, se dejaron caer sobre ese exterior la bella tenuidad de la tarde, el  cálido soplido de una agradable brisa estival y una avasallante inundación de  cautivantes aromas gratos que provenían desde el esquicito jardín de la mansión.
En la distancia final de ese corredor techado y de inmaculado piso reluciente, se dibujó, cual fuere una bella ilusión, la armonía de tu hermosa figura cimbreante. Caminabas hacia mí con lentitud, cabizbaja,  con tu castaña cabellera  ondeando, como si vinieras dudando. Pero cuando a mi estuviste  próxima, alzaste la mirada, me viste y con un rápido accionar, que pudo haber sido el reflejo del impacto de encontrarme, pronunciaste mi nombre con una profunda voz agónica y envuelta con los trozos de tu alma, mientras tanto que  tus ojitos brillantes  buscaron mi perfil a través de  la sal de tus lágrimas.
 Extraña y lastimeramente te acompañaba un ingrato fantasma que inevitablemente debilitaba lo maravilloso de nuestro esperado encuentro.
     -¡Maldito tiempo pasado! – exclamaste con cierta angustia, no obstante que al mismo momento  te arrojaste entera dentro de  mis brazos ansiosos y con los tuyos, ávidos también, de mi cuerpo te aferraste.
 Con facilidad me atrevo a asegurar que nuestro encuentro fue como el impacto de dos soles fulgentes que incendiaron todo el universo, pues explotaron sensaciones, recuerdos y pálpitos intensos.
     -¡Constanza… Constanza… Constanza..! – repetí casi enajenado. -No maldigas los  tiempos, mi pequeña. Se que han pasado demasiados años, pero mira cómo  de todos modos aquí estamos juntos nuevamente, tu… yo…
Levemente, como distante, pude percibir tu desasosiego.  No obstante, yo, preso de mi emoción mezquina, solo naufragaba en la embriaguez que me provocaba tu recordada fragancia, esa  que te hizo ser  irresistible siempre.
¿Cómo no conectaba aun con tu dolor?
     -Años en las hojas del calendario – respondiste -, pero yo hablo de los años con garrotes criminales que me maltrataron las ilusiones… larga y despiadadamente… - Fueron murmullos casi imperceptibles que deslizaste subrepticiamente desde  los rincones de mi pecho con una tímida vocecita e hiciste que me estremeciera, junto con sentir el calor de tus dulces manos  resbalando insistentes por mi espalda.
Busqué  con mis dedos tu carita y te empujé hacia mi mirada.
En ese instante quise besarte y no sé qué fue lo que se interpuso, porque debí frustradamente  contenerme.  Recuerdo de manera clara que te apreté contra mí muy fuerte, intentando con ello arrastrarte hasta el interior de mi alegría y robarte alguna sonrisa.
     -Sí, abrázame… abrázame, que tengo demasiada pena. Sácame este dolor anclado en mi pecho.
     -…Nada que hoy con voluntad y valentía no se pueda remediar, cariño - me atreví a murmurar.
En ese instante tu sollozo se transformó en llanto y te aferraste fuertemente a mí para  vaciar tus torturas.
Fue una extensa pausa la que se instaló en ese momento, en la que ambos, inmersos  en esa íntima capsula de silencio, intentamos fundir nuestros cuerpos y almas para transportarnos al confín del universo y soñar con estar así de manera eterna.
Fue un muy largo momento, pero para mí, un instante maravilloso  que me permitió volver  a tener la añeja sensación de cobijarte entre mis brazos.
Un suspiro tuyo me puso los pies en la tierra, y con una vocecita anhelante comentaste:
     - No sé si me quede todavía algo de valentía o de voluntad. El sufrimiento me ha dañado tanto… Estoy horriblemente dañada, Jc…
     - Lo sé. Pero mírame, Constanza. Mírame bien. Estoy aquí… Estoy a tu lado… Estoy dispuesto a todo. A luchar con el diablo, si es necesario.  A  renunciar…
Pusiste con sutileza tu frágil dedo índice sobre mis labios para lograr mi silencio.
     -Déjame disfrutar de este  momento - dijiste despacito y luego, con otra voz más decidida, agregaste:- Esperé por ti demasiado tiempo… He querido verte, abrazarte, saber que vives,  que aun circula  sangre por tus venas…
Ahora tenías tus ojos duramente clavados en los míos y proseguiste:
      -No quiero ilusionarme vanamente con aquello que  nos mataron hace ya  tanto tiempo.
A pesar de tenerte aprisionada entre mis brazos, en aquel momento te sentí lejos. Por eso dije, acentuando algunas palabras:
     -Ese "aquello", amorcito, palpita intacto en éste corazón que puja a "esa"sangre que "si"circula por mis venas …Y no vengo a ilusionarte, querida mía, vengo a devolverte el amor que nos prohibieron… Vengo decidido a tomarnos de las  manos para transitar a tu lado por sendas verdaderas, no por  opciones ni  caminos obligados…
Con los antebrazos me separaste un poco de tu cuerpo.  La fuerza que ellos emplearon me mostraron de ti un atisbo de temor y, seguramente, fue por eso  que  con la punta de tu  dedo  me golpeaste repetida y fuertemente el pecho por encima del  corazón para decirme con  coraje y   filtrando las palabras a través de tus apretados dientes:
     -Pero en "esos obligados caminos"- recalcaste - sembraste semillas que  brotaron aquí, aquí, aquí… donde yo misma sembré las mías… - dejaste una pausa,  apretaste con fuerza los párpados y proseguiste:
      - Y ésta, para mí, siempre fue tierra fértil… Porque, así como brotó lo mío, otros también lo han podido hacer… - extendiste el brazo hacia una de las puertas cercanas en ese corredor y manifestaste con seguridad:
      - Allá adentro de la casa te está esperando la que en ese camino obligado optaste, con  el hijo hermoso que sembraste… que es igual a ti…
      -¿Les viste?
     - Vi al niño  y me  enamoré de él  igual como me enamoré de ti… Y estuve conversando  también con ella… Es curioso: Sabe muy bien quién soy yo…
     -Eso es claro, pues nunca  lo oculté; se lo dije desde un comienzo y ello prueba que no hubo jamás un instante en el que tú no estuvieras en mi corazón… Debes creerme; nunca he dejado de quererte.
De nuevo nos embargó la pausa, pero ninguno nos resignábamos a separarnos y nos mantuvimos inalterablemente entre nuestros brazos. Fue después de ese lapso cuando te pregunté lleno de miedo:
     -¿Has dejado de quererme, Constanza?
Bajaste la mirada y te refugiaste en mis ropajes, mientras tanto con sollozos balbuceaste tus palabras que me llegaron al fondo del alma:
     -¿Tan fácil crees que hubiera podido olvidarte..? En todo este tiempo te convertiste en mi aire, en mi droga, en mi religión, en el significado de mi vida… Te soñé constantemente… Pero siempre, al final de mis sueños,  aparecías intacto… Envejecido a veces, pero nunca en fragmentos… Yo te daba lo mío, íntegro, virgen, inalterado… Solo tuya.
Lentamente, desde el amparo de mi pecho, levantaste tu húmeda mirada y en un entrecortado sollozo, me preguntaste:
     -Con esposa y con familia…¿Crees que sea posible poder conformarme con lo que ha quedado de ti? Claro. Quizás eso es lo que el destino me depara: ser solo una parte más de ti… Y ¿sabes? Si es que te interesa…  Es tanto lo que me acostumbré al sufrimiento de saberte lejos, que de alguna forma estaría dispuesta a compartirte y no volver a perderte…
Con los párpados de mis ojos apretados permanecí silente, acallado  por la culpa, aplastado por la realidad y sin alguna herramienta adecuada para deshacer el torrente de circunstancias que habían fluido devastadoras bajo nuestros puentes.
Solo atiné a besar tímidamente tu frente y soltar un suspiro amargo porque el acerbo de la daga de la realidad se me había cruzado por la garganta y me había dejado sin verbos para desvirtuar tus argumentos.
 Pero el destino también tiene rasgos obsecuentes y no me cabe ninguna  duda que fue el que intervino para que tu advirtieras la desesperanza que en mi se manifestaba en aquel momento.
Porque fue ese el instante en que  graciosamente empuñaste con tus dos manos mi camisa por debajo de su cuello y te empinaste sobre la punta de tus pies, impulsándote hacia mi rostro para alcanzar mis labios con los tuyos, obsequiándome finalmente el beso ardiente y hambriento que estuvo entrampado en los años injustos, ese beso que rondó sin rumbo por sueños congelados, aquel que otrora simbolizó la valentía de nuestra causa y que siempre dignificó  a nuestra pasión, nuestra alegría y nuestro  placer. Tu maravilloso beso que, ésta vez,  dejó en mi boca la suave y cálida confirmación de tus sentimientos, los que amparados en un baño de recuerdos, una convicción inevitable y  una voluntad decidida, darían de ahí en adelante, el  inicio a un nuevo, intrépido y definitivo tiempo para ambos.
________________________________
J.C.R.C.
 
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Descripción

El encuentro de un amor separado por terceros.

Palabras Clave: abrazo-encuentro-amor

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



Comentarios (6)add comment
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Lucy Reyes

Cómo no admirar tan hermoso relato de lo que se llama "El verdadero amor" Qué hermosas frases, qué hermosos sentimientos, qué bellos pensamientos, qué inolvidables recuerdos vividos con Constanza, qué inteligente destino que pudo abrir una puerta al reencuentro con tu ser amado, aquel que durante el camino de tu vida no dejó de existir, mantuvo tu corazón pleno de amor y lo más brillante de la historia es ese hijo que te dejó y que cada día te vincula con Constanza..
Tu forma de relato es tan maravillosa que penetra en los sentimientos, como saboreando dulces de amor
Te felicito juan carlos, con un abrazo de admiración.
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January 22, 2018
 

juan carlos reyes cruz

"Los amigos para uno son como los adornos en un árbol de navidad; embellecen y enriquecen nuestra estructura."
Algunos de ustedes con los que he ganado una grata amistad en este lugar, han sido, precisamente, esos adornos que han enriquecido mi corazón; especialmente tú, Lucy, junto con María Vallejo, Silvana Pressaco y Gustavo Adolfo Narvaja...
Al escribir, he dispuesto la pasión que me nace innatamente en las venas al componer las historias, a lo que normalmente llamamos talento, pero existen otras importantes ocasiones en la que también desde el corazón surge con impulso el relato íntimo de nuestras vivencias y, en verdad, es tremendamente estimulante cuando existe esa compañía capaz de integrarse hasta el fondo de nuestros sentimientos y extenderle a uno un vínculo que supera le mera opinión sobre lo que ha expresado. Ante dicha situación es cuando se está en condiciones de definir que se encuentra tácitamente con amigos sinceros y no importa que ellos sean virtuales, que no se hallan topado en lo tangible y no haber tenido el privilegio de mirarnos directamente a los ojos, porque si se ha tenido la maravillosa suerte de conocer los verbos que conjugan sus sentimientos y ellos han logrado imprimir un estado de gratitud que nutre indiscutiblemente los corazones.
En la puntualización que realizas sobre mi escrito, grabas precisos estímulos a mis estilos, pero también dejas entrever que has leído mi respuesta al comentario de María, y ello me ahorra la tristeza de epilogar la historia, en una confesión para ti que, a mi parecer, también mereces como amiga que considero.
Gracias por todo Lucy, y déjame enviarte sinceramente mi amor.
Besos.
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January 23, 2018

Mara Vallejo D.-

Enhorabuena amigo mío!!!
Dios!!!
Me creerías si te digo que esperaba éste momento en la vida de esos protagonistas?
Variadas emociones visitaron el ánimo, la buena descripción acaparó la atención !!!
Felicitaciones . . .
Te mando abrazos
Responder
January 22, 2018
 

juan carlos reyes cruz

Cómo explicar algunas circunstancias de la vida... No es fácil dar forma a una felicidad plena cuando la vida de forma egoísta te cerca las salidas. Creo que tú si estás en condiciones morales de comprender cuando las opciones que te entrega el destino no son las que realmente deseas y obligadamente debes rendirte.
El epílogo de esta historia no sé si sea capaz de plasmarlo algún día, María, por temor a las heridas que me dejaría el construir cada capítulo, o, sencillamente, porque el tiempo se me acaba irremediablemente.
Sin embargo, amiga, por la unión que aquí y hasta el momento hemos logrado, te confesaré algo de la esencia de él:
Desde que se produjo ese encuentro que relato han transcurrido treinta y siete años y a partir de ese entonces, Constanza integró mi dicha de modo muy especial y quiero creer que yo le entregué a ella todo lo que estuvo en mis posibilidades, llegando a estar convencido que sí alcancé a llenar también su corazón no solo con amor, sino con una especial dignidad.
Sé que para muchos no es aceptable una vida paralela y debo reconocer que el mundo no te da muchas facilidades para practicarla. No obstante, querida amiga, como nosotros lo hicimos fue un éxito que tuvo ribetes de ejemplo, porque nuestro modo no dejó ninguna victima en el camino: Ella y yo fuimos felices, y con nosotros también el resto de los que el destino involucró.
El problema es que todo alguna vez acaba y ella desgraciadamente debió partir hacia el llamado de sus designios, porque existe una jerarquía a la que los débiles debe ciegamente obedecer.
Entonces, desde hace casi ocho años me he venido conformando con su recuerdo y con el maravilloso hijo que alcanzó a regalarme. Hoy día él tiene veintisiete y a ella espero pronto volver a verla.
Perdón, amiga por la confianza que contigo me he tomado.
Besos.
JCRC.
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January 22, 2018

Mariana Flrez

Una historia fantásticamente melancólica, llena de sorpresas...¿Quién podría imaginar que aquel hombre diera su cuerpo y vida a una mujer a la que jamás podría dar su alma y corazón? Atrapas al lector con una serie de eventos increíbles, tristes, nostálgicos, encantadores y también emocionantes...los amores «prohibidos» son los que se llevan precisamente nuestra capacidad de amar...y el protagonista de tu historia es indudablemente afortunado, porque aunque con otras suertes, con otros fines, ha podido por fin, descansar en los brazos de su amada...aunque sea de ahí en adelante, un amor con horarios y sin espectadores. Felicidades y abrazos
Responder
January 22, 2018
 

juan carlos reyes cruz

Vaya, Mariana, qué premio cuelgas en mi orgullo con los detalles responsables de tu comentario. Acabas de mostrarme la acuciosidad con la que leíste mi historia, pues te has dado el trabajo de definir con justicia los intentos que me movieron para estructurar este breve relato, el que plasmé muy desde el alma, como si lo hubiera vivido en la realidad.
Acaso darte las gracias sea un gesto mezquino, porque debiera decirte mucho más.
Besos.
Responder
January 22, 2018

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busy