Perfil de un chupa-medias
Publicado en Sep 26, 2009
Son, junto con los ratones y las moscas, una plaga imposible de erradicar. Los hay en todos lados y de varios tipos: Tenemos el chupamedias de campo, él de oficina, él puertas afuera, él de un solo jefe, él que cualquier jefe le sirve...
Ha tenido tantos nombres a través del tiempo: perrito faldero, lamebotas, chupa-pi..., bueno, trataré de no usar este último término. Un chupa-medias se preocupa de que todos trabajen (todos menos él, por supuesto), no hay nada más placentero para él que sentirse favorito, salta de felicidad cuando un compañero se equivoca (y es el primero en comunicarlo a los superiores), pero cuando el que se equivoca es él pide perdón por su falta ante el jefe, o peor aún, le echa la culpa al colega que encuentra más a mano. Los chupa-medias tienen un complejo de inferioridad relativa; al estar solos son unos marginados sociales extremadamente humildes, pero al encontrarse bajo el alero de un jefe se sienten poco menos que un dios. Hay diversos tipos de chupa-medias: está, por ejemplo, el seudo capataz de fundo, el enamorado de su jefe, el de la garra escondida (muy leal en el comienzo, hasta que desplaza al superior de turno), el trepador (vive a la siga de cualquier superior con tal de parecer importante y a la vez aprovechar cualquier oportunidad de subir en la escala laboral) y así sigue nuestra larga lista... Una calurosa tarde de abril me encontraba paseando (vagando) por las calles del pueblo donde vivo. Al doblar cierta esquina me encontré con Tarro, un amigo que no veía hace tiempo. Después de saludarnos y preguntarnos como estábamos me contó que estaba postulando a un trabajo en la misma planta de celulosa, y que quizás yo también podrá entrar. No me agradaba mucho la idea, pero necesitaba urgentemente buscar trabajo así que reuní los antecedentes necesarios y me presenté junto a otros jóvenes en la oficina contratista recomendada por mi amigo. Y lo que todos creían imposible sucedió: ¡conseguí trabajo! Aprobé tantos los exámenes médicos como los de admisión y a la semana siguiente estaba trabajando como nunca antes lo había hecho en mi vida. A esas alturas yo estaba muy agradecido de Tarro, mal que mal gracias a él entré en el mundo laboral. Mi evaluación resultó favorable y antes del mes ya tenía un trabajo fijo y además relajado. Pero pasó lo inesperado; Tarro quedó trabajando en mi mismo turno y lentamente empezó a cambiar mi opinión sobre él. Yo llevaba una semana más que él trabajando en el sector, lo que me daba cierto estatus. Pero él no respetó eso, desde el primer día que empezamos a trabajar juntos comenzó a darme órdenes (odio que me den órdenes), gritaba como capataz, no aceptaba sugerencias, hacía las cosas a su manera y hubo trabajos propios del contrato que nunca quiso hacer. Traté en vano de cambiar mi turno, primero pensé que era por que me encontraban flojo, después me enteré que todos los demás lo conocían bien y nadie quería trabajar con él, no porque fuera un mal trabajador, sino por que era un... ¡CHUPA-MEDIAS! Cómo no me di cuenta antes, siempre a la siga de un supervisor, halagando cuando podía y, seguramente, hablando a mis espaldas sobre mi "escaso" rendimiento. Había que hacer algo, Tarro era mi amigo, un mal amigo, pero un amigo al fin y al cabo. No podía hablar con él, ya que no me escuchaba, y no podía hablar con un supervisor, ya que eso sería ponerme a su nivel. No tuve que esperar mucho tiempo para saber cuál era su objetivo: Control Garita. Este es uno de los trabajos más sencillos del gremio, pero de suma importancia. El encargado en nuestro turno era Pablo, un amigo mío desde el liceo. Creo que Pablo también sospechaba las intenciones de tarro, puesto que trataba de no pedirle favores. En general pasaba todo el turno en garita, saliendo de vez en cuando para abrir la barrera, llenar el bidón de bencina o cargar el estanque del generador. Pero, a decir verdad, pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo a pierna suelta. No lo culpo, cualquiera se quedaría dormido cundo pasa más de 4 horas seguidas sin nada que hacer. Pero un chupa-medias nunca pierde una oportunidad de aserruchar el piso, en cuanto podía tiraba indirectas hacia los jefes sobre las siestas de Pablo. Pasó el tiempo, nuestra faena terminó y así también nuestro contrato. Un día me encontré por casualidad con Pablo en la calle, me comentó haber escuchado ciertos rumores de que lo despedirían. Al parecer sus siestas le pasaron la cuenta (junto a los comentarios de Tarro). Poco después de eso se abrió otra faena en la misma empresa. Inmediatamente me presenté junto a Tarro y otros dos amigos. A la semana estábamos trabajando nuevamente en la mencionada planta. Y nuevamente comenzó la pesadilla; Tarro no podía dejar su mala costumbre, claro que ahora era peor, debido a que, además del supervisor debíamos seguir las órdenes de los volantes. Por supuesto pronto la situación dejó de ser chistosa y me comenzó a molestar, y no sólo a mí, sino también a mis otros compañeros. El único que lo defendía a muerte era Maderón, pero al irlo conociendo mejor su opinión también fue cambiando. Otra cosa a considerar: un chupa-medias no tiene amigos; me explico, uno puede ser amigo de un chupa-medias, pero el chupa-medias nunca corresponderá la lealtad incondicional que implica la amistad. Los temores de Pablo se cumplieron, su contrato no fue renovado; Claro que él no lo tomó tan mal. Pero cuando vimos que fue reemplazado por Cristian, uno de nuestros antiguos compañeros de vertedero Tarro se volvió loco. Estaba seguro que lo iban a dejar a él. Lo más suave que decía de él era "mamonero", por supuesto, olvidaba que también era un mamonero trepador. A Cristian, por su parte, no le escuchamos ningún comentario hacia Tarro. Desde luego Tarro nunca dijo nada delante de él y cuando se cruzaban le sonreía con una sonrisa más falsa que billete de cincuenta lucas. No hay nada peor para un chupa-medias que sentirse postergado. Tarro estaba herido en lo más profundo de su amor propio. Y se desquitaba con nosotros el perla. Sobre todo conmigo. Y comenzó a ponerse flojo. Seguía lamiendo calcetines como siempre pero su rendimiento laboral dejaba mucho que desear. Al principio trabajaba acelerado cuando lo veían los jefes, después solo trabajaba cuando lo estaba mirando algún superior, ¡pero ahora es el colmo!, cuando se acerca un supervisor, volante o ambos se queda apoyado en la pala escuchando lo que dicen mientras todos los demás trabajamos. Su excusa: "está atento por si le preguntan su opinión". Cada cierto tiempo tenemos que limpiar el barro de un canalón, un sitio estrecho y de baja altura. En definitiva el trabajo más desagradable y sucio de nuestro contrato por el que todos habíamos pasado... todos menos Tarro. No había caso que se metiera, primero fue por que las botas le quedaron grandes, le consiguieron otras, llegó el día, se metió, dio dos paladas, y salió poco menos que llorando por un supuesto lumbago que le dio repentinamente; pasó el tiempo, le volvió a tocar, metió una sola pata al canal, le entró un poco de barro a la bota, y sale inmediatamente negándose a entrar de nuevo. Eso fue suficiente. A la tercera no se escapó, no lo salvó ni lumbago, ni ciática, ni asco al barro. Claro que salió después de limpiar poco más de un metro, cubierto de lodo y con serio riesgo de pisarse la jeta. Fue un momento histórico, incluso lo grabamos. Ha pasado el tiempo y ya casi nos hemos acostumbrado a Tarro, a sus sacadas de vuelta, sus largos viajes al baño, sus comentarios desatinados, sus intromisiones cuando conversamos con un superior. A veces, eso sí, encuentra su parca anudada, sus zapatos con mayonesa o sus botas con aserrín, cortesía de nosotros. Pero sus gestiones por fin dieron resultados. Pronto llegará una aspiradora industrial y como siempre andaba a la siga de los superiores lo eligieron como operador, y con ella podrá chupar cortezas de pino, exceso de barro, piedras pequeñas... y quizás también chupar medias
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Claudia Riquelme
Mis felicitaciones y estrellitas,
LaNegra
Enrique Dintrans Alarcn
Genial. Excelente relato y descripción de este personaje. Me ha encantado por la precisión y la amenidad de los detalles.
Saludos
Juan Sambra
Delfy
buen texto.
Saludos
Delfy
facundo aguirre
LIBRE DE PECADOS
inocencio rex
te dejo 5 estrellas, es un relato muy divertido
Juan Sambra
muchas gracias por sus comentarios.
doris melo
JUAN CARLOS
Saludos..Juan Carlos..