Reflexión de la muerte 

Él sueña que despierta y aún es de noche, que se levanta de la cama para ir a tomar un vaso de leche, y que regresa a su cuarto.
Dormida, en su cama, está otra ilusión de él mismo en su colchón. Sin saber que vive un sueño, se mira en el gran espejo de su cómoda. Ve, detenidamente, su rostro de incredulidad. Un empujón por la espalda lo tira al suelo. Al ver al agresor, descubre que es otra imagen suya, mas con un odio criminal en el rostro. Éste también se mira al espejo. Incrementa su odio. 
Con un cuchillo, aquél lleno de odio apuñala una y otra vez a la imagen de la cama. El recién cenado se levanta del suelo para intentar detener el ataque. Luchan, mas las cuchilladas continúan… En poco tiempo, el cuerpo recostado yace moribundo, con 33 puñaladas. La imagen maldita sale corriendo del lugar.
El defensor fracasado, frente al cuerpo agonizante, mira mirarse: soberbia-vergüenza, ira-tristeza, miedo-ignorancia: Así ambos se complementan y por fin se reconocen. Escucho su sangre brotar, su estertor desesperado gritarnos con un susurro incomprensible. Miro sus ojos lanzarnos culpas, como si fuésemos los asesinos. No hay preguntas, no hay quejas. El silencio de los tres: uno porque su garganta se desangra, otro amordazado por el pánico, yo sólo quiero ser un testigo mudo y ajeno para continuar degustando los traumas de los que me alimento. Hasta que me vuelva un protagonista en el espejo que enmarca el escenario de mi muerte...

II 
Juro que en verdad esto soñé. Al levantarme vi el espejo, y me tranquilicé al ver un solo reflejo mío. Dirán que alarmarme fue una tontería… Sólo puedo decirles que lo primero que vi al despertar fue mi computadora, prendida, con la primera parte de este cuento, inexplicablemente, escrita en el monitor.