El fuego guardado
Publicado en Mar 08, 2018
El fuego guardado
Aquella tarde salí de paseo, aquella tarde me perdí en monólogos que nadie escuchó, me cubría la niebla tan fría y húmeda que el prado mis pies descalzos mojo. Me acerqué a la orilla del cauce del rio para ver el agua desde allí correr y con mis manos con ella jugar, pero escurridiza se dejó caer gota a gota muy suave, dejándome al filo de mi soledad. Aprendí que todo se pierde al momento si por siempre tú lo quieres guardar que la vida entera es como aquel rio que pasa ligero y no vuelve ya. Regresé en silencio no quise hablar más, con mis pies mojados con mis manos frías y siempre al amparo de mi soledad. Sin decir ya nada y al quedarme así, me puse a pensar sobre lo que el agua me quiso contar, pero de repente la lluvia llegaba y un coro de gotas cantó para mi. Y en aquella fiesta tan improvisada encendí la llama del fuego guardado, y como quién ama me sentí dispuesta, abrace mi alma... y baile feliz. Lyda de Jericó
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