Renace el día en ráfagas:
Ilumina mi comprensión.
Entiendo entonces mi mediocridad;
mi sucia y hundida ineficacia.
No hay diferencia entre mí y mi sombra:
Ambos somos un shock en el suelo.
En el circo de la vida nos meneamos
y las branquias de la lumbre nos contemplan.
Somos fastidios tempranos, naderías.
Actitudes molestas y cerradas.
Brillamos en el mapa de las evidencias
como algodón inquieto y funerario.
Soy una embolia transparente del mundo.
Soy una entraña desnuda en mis infartos.
Mi vida se emboscó en lo tímido:
Sólo soy una imagen impulsiva.
Una sombra escapada de un espanto
que capea a la muerte inevitable.