SOY CORRUPTO
Publicado en Mar 12, 2018
Dos de la mañana en la ciudad de México. Acabo de recoger a mi hija quinceañera y a un par de sus amigas –también quinceañeras- de una fiesta. Desafortudamente, sin quererlo, en un segundo, estoy en sentido contrario en una calle en donde me deslumbran unas luces. Es una patrulla que se para enfrente de mi auto. Uno de los policías me pide la licencia de conducir y el tarjetón. Se los muestro. Él me dice que vengo en sentido contrario. Yo afirmo con lo cabeza mi falta. Le digo que me haga la infracción, pues quiero darle un buen ejemplo a las quinceañeras, unas mezcladas con sangre mexicana-alemana y otras puras alemanas. A uno de los policías le miro un brillo en sus ojos mientras miraba a las niñas y el otro me dice que no trae boletas de infracción por lo tanto tendré que acompañarlos a la Delegación con todo y quinceañeras. Pienso rápido, y le muestro la cara de Diego Rivera, o sea, un billete de quinientos pesos. Me dejan libre y arranco mi auto. Durante el viaje no digo ni una palabra, pues tengo vergüenza: he sido un mal ejemplo para mi hija y sus compañeras porque no quise que las observaran otros policías con miradas brillosas...
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