El seor del bate
Publicado en Mar 14, 2018
Pienso bien, así como chevere, después de 10:30 de la noche, me gusta sentarme en una silla junto a la ventana, luz interna apagada y aprovecho la que proviene de la calle. Libreta, lapicero y alguna que otra cosa que me motive.
Es esos espacios me analizo, me corrijo, me regaño y me animo, en ocasiones me centro en alguna actitud errada, la destruyo y la dejo volar para que no haga nido en mi. Otras noches me baño en lluvias de ideas, sonrio, critico, celebro y apunto todas aquellas que me convencen de ser buenas y realizables. Me escucho y encuentro en mi voz interior tantas cosas agradables que durante lo que permece alumbrando el sol me sería imposible escuchar. Una noche, muy en lo habitual, en mi silla de pensar, me interrumpió un sonido que venía de la calle, observé por la ventana y era un señor que a cada paso golpeaba el suelo con un bate. Vigilante. Cuando lo perdí de vista empecé a escribir en mi libreta. No fue su voz, ni sus pasos lo que hicieron que notara su presencia. A quienes nos gusta escribir sabemos que no seremos reconocidos por nuestra maravillosa voz y que nuestros pasos son silenciosos, vamos por ahí, caminando entre líneas, a mitad de la noche, cuando muchos duermen y pocos leen. Sabemos que nos toca hacer ruido con lo que tenemos a la mano, golpear fuerte el lápiz contra la hoja para dejar nuestras ideas y hacerle saber al mundo que estamos aquí. Aún del arte de escribir, vigilantes, como el señor del bate.
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