NI DE AQU, NI DE ALL
Publicado en Apr 09, 2018
Entre problemas de adopción, elección de nombre de mi hija, permiso de permanencia y cambio de nuestro trabajo compartido en pareja, le propusieron a mi recién esposa, un trabajo fuera de su patria, donde los habitantes habían sufrido también por la agresividad de los militares, cuyos cabecillas fueron juzgados y condenados a cadena perpetua, pero por presiones políticas y militares el gobierno democrático se vio obligado a promulgar leyes de amnistía, las cuales permitieron que estos asesinos no pasaran el resto de sus vidas en la cárcel a pesar de los reclamos de las Madres de Mayo, quienes acusaron al Presidente Menen de haber sido flexible con los jefes militares que ordenaron desaparecer o asesinar a sus hijos y familiares. Éste es un país perdido en el fin del mundo, formado en su mayoría por descendientes de europeos, mal visto en el continente americano por la arrogancia de muchos de sus habitantes, en donde se utiliza el “vos” en vez de “tú”. Con el tiempo llegaría a considerarlo mi segunda patria, porque ya nos unía la miseria, el hambre y la corrupción, la mentira de un crecimiento económico artificial que finalmente se transformaría en una profunda crisis económica y social, Pero por dicha, después de un año de permanecer en Alemania pude sentirme menos extranjero en ese país llamado Argentina. Con tantas dudas y cambios en tan poco tiempo, no hubo reflexión, sino que me dejé llevar por mi destino, como una ola que se va formando lentamente en la mar para formar una enérgica explosión al romper antes de llegar a la orilla de alguna costa. Explosión de preguntas que debía contestarme para tener la tranquilidad de no perderme en mi nueva vida y no avergonzarme de mi cuna cuando esa sociedad inquieta quiso conocer mi historia, pues no podían imaginarse que un mexicano podía acompañar a una representante de un país desarrollado europeo. Presentando mis mejores cartas: ser como soy y sin disfraces, esa sociedad se fue acostumbrando al hijo de campesinos que apenas aprendieron a leer y a escribir. Así tuve que adaptarme a tres culturas, triángulo de informaciones que a veces se repetían en México y la Argentina, sobre todo, de sus mandatarios, quienes habían aprendido en alguna de sus materias financieras dictadas en las universidades de nuestro vecino del Norte, a saquear sus propios países en beneficio propio, poniéndose de acuerdo en vender varias empresas que pertenecían al Estado. Se hablaba de muchos ceros hacia la derecha, o mejor dicho; ceros de privatización y ceros que no estabilizarían la economía nacional. Hubo despidos masivos, mientras mi sociedad crecía por gente de otros países, que venían a controlar las nuevas empresas nacionales, que, en realidad, se habían vuelto transnacionales, pero conservaron los mismos nombres cuando pertenecían al Estado. Las personas que las habían vendido, renunciaban a sus cargos para ir descansar dándole la vuelta al mundo, dejando en construcción alguna mansión, pues al regresar no podrían soportar vivir en un simple departamento que habían comprado en cuotas, mientras que el ciudadano normal; es decir, la mayoría, se apretaba los pantalones por la pérdida del valor de su salario. Habían dejado a los dos países latinoamericanos en crisis económica.
Dichosamente o nefastamente, según cómo se mire, mi cinturón se ensanchaba, señalando las tallas ganadas en las marcas de la hebilla por el sobrepeso adquirido en las constantes invitaciones sociales a las que debíamos asistir con mucha carne, no masculina ni femenina, sino de lomo de vaca. Generalmente, en estas fiestas me sentía similar a un lunar negro, perdido en ese grupo de alemanes o descendientes de estos que te dejan con la palabra en la boca y te dan la espalda sin despedirse para ir saludar a un Embajador, a un Cónsul o a un empresario. Sintiendo esa ofensa, me separaba de ese grupo para integrarme con los meseros y cocineros, ofreciéndome lo mejor de esos platillos que se servían en dichos encuentros. En unas de esos encuentros “nice”, me llamó mucho la atención una especie de copa de cristal que estaba volteada en cuyo interior colgaba una bolita de vidrio. Lo que nunca imaginaría, es que un simple trozo de cristal, podría cortar la dignidad del ser humano. El llamado por un ¨ti-ri-lin-lin¨ traspasaba, primeramente, por los orificios auditivos de los comensales, atravesando una puerta donde estaba la cocina. Inmediatamente, salió un comando de personas cargando una serie de charolas y platos de plata con los más exquisitos manjares. En esa ocasión, quise retirarme de la mesa y salir corriendo de esa reunión, pero sentí una mirada de esos ojos aceitunados que me suplicaban a jugar el juego social de ese nuevo mundo al que nunca me he acostumbrado. Pero el juego ya lo hago mejor. Placenteramente fuera de esa actividad oficial, hubo una vida cotidiana, donde conocí a otra clase de personas. Me integré a esos asados de verano que empiezan bien tempranito, comiendo con intervalos y bien despacito en un fin de semana, mientras veía el fútbol que se lleva en la sangre argentina para terminar entre platicas a la luz de luna. Hasta como los argentinos le menté su madre a Diego Maradona cuando se drogó en el Mundial de USA. En esos encuentros, dejé de generalizar y reconocí que no todos los argentinos son “sencillitos”, o sea, arrogantes, mientras escuchaba decir en las noticias por Cable de un milagro económico latinoamericano que estaba logrando un enanito mexicano con complejo de grandeza napoleónica, que quería crecer, jugando con la modernidad de un país a base de mentiras para mis compatriotas y hacia el mundo durante su sexenio. Finalmente esta gran improvisación política traería consecuencias de que un niño, un anciano, una madre o padre de familia murieran por falta de atención médica, creciera el analfabetismo, pies y llantas se quebraran o se poncharan, las generaciones familiares se hacinaran bajo un mismo techo por la falta de hospitales, escuelas, reparación de calles y construcción de viviendas. Por otro lado, la decisión de la devaluación de la moneda nacional por el reciente Presidente de México, solamente, la supieron exclusivamente la mafia política y sus amigos empresarios: traidores que inmediatamente trasladaron sus ahorros al extranjero, dejando a la clase obrera y a muchos profesionistas más pobres, quienes no pudieron soportar la inflación, practicando otras actividades y los que se quedaron sin trabajo, simplemente, se emborrachaban para olvidar las penurias que había dejado el famoso "efecto tequila" que yo no lo sentí en ese entonces que no me sentía ni de aquí, ni de allá…
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|