Mi café favorito
Publicado en Apr 18, 2018
Mi café favorito
Misma cafetería. Tomo café doble expresso con mucha azúcar, acompañado del pastel más dulce que halla. En mi reloj son las 7:37 a.m. ¡Acelera su marcha!: 7:40, 8:10, 8:40. Debe estar descompuesto. Pago la cuenta y al trabajo. Al atravesar la calle, el Sol ya calienta el lugar. Mi reloj marca las 10:03. Veo el reloj de la Catedral… ¡marca la misma hora! Me acerco a un policía y le pregunto qué está pasando. ¡Él no entiende a qué me refiero! Le insulto. ¡Estoy aterrado! Me amenaza con aprehenderme por falta de respeto a la autoridad. Corro a mi trabajo. No quiero ver el Sol, pero veo mi sombra rodearme. Al llegar al edificio ya es de noche. Compañero sale. Invito tragos. Acepta. Llegamos bar. Wiskis. Preguntas. Catástrofe contar. Ríe. No discuto. Emborráchome. Perder conocimiento. Despierto cama. Borrachera recuerdo. Reloj veloz. ¡Mierda! Sin bañar salir. Vecino: “¡Buen día, Señor! ¿Es usted el papá de Juan?” No responder. Garganta aterrada, cerrada. Regreso recámara. Espejo veo: ¡Anciano?, ¡anciano?, ¡anciano?... ¡Soy un anciano! Rompo todo reloj: en tele, en DVD, en microondas. Berreo, grito, rezo primer vez vida. ¡Dios, si existes! Me pregunto a quién voy a heredar mis pertenencias; qué puedo hacer con el poco tiempo que dispongo; me reprocho por haber vivido como lo hice, por haber sido tan cobarde, por flojo… Tal vez sea el último día de mi vida. No voy a perder el tiempo en doctores que me hospitalizarán para estudiarme, más que para tratarme. Me siendo tan viejo. ¿En qué me puedo gastar el poco dinero que tengo en el banco? Voy a las tiendas del centro. Me compro un sombrero, unos lentes graduados y ropa cómoda y bonita, pero de colores apagados. Si bien nunca he fumado, me compro una pipa, pues siempre me gustó cómo se ven, y además me gusta el olor del tabaco. Honestamente, en el espejo veo que soy un viejito bonito. Ya es de noche, pero no importa, en lo que leo mi periódico en esa banca del parque se hará de día. Me digo: “hay que aprovechar las oportunidades”. Entonces me río y el aire que escapa por mis dientes ralos y chimuelos me hace silbar. Me gusta. Distraído por la nota que estoy leyendo, escucho que abren mi lugar preferido. Al levantarme siento un fuerte dolor en mi cadera, al caminar arrastro los pies, al subir un escalón necesito ayuda. Me siento en la silla de siempre. Me compadezco del acelerado transitar de los citadinos. Descanso, suspiro, como mi pastel y bebo mi café favorito… un moka con pana y cajeta, bien caliente. Una lagrimita recorre la comisura de mi sonrisa resignada, ya que éste sí quiero disfrutarlo, mas siento que no tendré tiempo para acabarlo a mi tiempo.
Página 1 / 1
|
Enrique Gonzlez Matas
Enhorabuena amigo Luis.
Marìa Vallejo D.-
El tiempo y su paso no perdonan ningún segundo, lo importante es saber llevar los años (Pienso eso .)
Grato leerte.
María