La soledad es el mayor de los males:
Lo sé, lo sabes...Lo sabemos.
Yo me sentía viejo y tú apareciste
sobre los rompeolas de la noche lunar.
Ve llevaste a un largo valle de caricias
donde jamás salimos de las sombras.
Tu rótula estrujaba mi rótula
y éramos proclamas y relatos.
Soltaste sobre mí todos tus vientos
y te crecíste en mis cúspides marinas.
Mi inteligencia cayó de sus lugares
y mi cuerpo tomó tus intersticios.
Nos hundimos en mares de jadeos.
Reclamaste tu intervención suprema.
Obraste sobre mí con valentía
el amor en sus grados superiores:
Ambos fuimos superlativos y exquisitos.
Nos castigábamos sin pensar ni entender.
Mas hoy que siento tu compleja pérdida:
El fin de nuestras diarias abundancias.
Quiero que el mundo por mí te recompense
y que logres contemplar todo deseo.
Porque el mañana nos arrastra errabundos
y sólo queda el hoy para los logros.
Que se te dé tu posada tempranera
mientras yo me desnazco en lo increado
con semblante de héroe entre los pétalos
y el desempeño lúgubre del paladín
que entra en las tonadas de lo incierto.