El Pintor
Publicado en Jun 08, 2018
Planté en caballete en la arena de la playa y me dispuse a pintar la marina que tenía ante mis ojos. Era una pequeña cala solitaria rodeada de acantilados. La luz atravesaba las olas, iluminándolas por dentro como si fuera un cristal cóncavo verdeoro, y rompían contra los peñascos levantando surtidores de espumas. Las olas llegaban mansamente a la orilla que brillaba en la claridad del atardecer como un espejo dorado. Estaba enfrascado en las pinceladas de las diferentes tonalidades de azules y verdes, cuando una joven rubia, completamente desnuda, irrumpió en la playa y se metió en el agua. Estaba sola. Su risa de cascabel llenó el silencio. Me fue imposible apartar la mirada. Su cuerpo esbelto se mecía en las olas que avanzaban oblicuas contra sus nalgas. El agua le llegaba a los muslos. Los rizados vellos del pubis resplandecieron como fuego con el reflejo del sol en las entrepiernas. Sus generosos pechos eran vaivenes de medusas. Jugaba moviendo las caderas adelante y atrás para que las olas reventaran contra su pelvis. Parecía que estuviera haciendo el amor, apasionadamente, con el mar. De pronto, me saludó con los brazos en alto. Me sonrió muy coqueta y me hizo claros gestos para que me diera un baño con ella. Yo permanecía sentado ante el lienzo, paleta en mano. Miré hacia atrás por si se estaba dirigiendo a otra persona. No vi a nadie. Dejé los pinceles a un lado, y cuando comenzaba a quitarme los pantalones, apareció a mis espaldas un tipo rubio que, en pelotas, corría por la arena hacia ella. Recogí los bártulos y desaparecí del lugar. Otro día acabaré de pintar el cuadro. |
javier castillo esteban
No sé por qué me imaginé al pintor de pelo largo medio ondulado como esas olas .
Relato fiel a una gran decepción. En cualquier caso, bonito cuadro
Un abrazo
Enrique Gonzlez Matas
Se fue real, enhorabuena por el momento celestial; si no, enhorabuena, también, por tu imaginación.
Un abrazo.