¡De prisa…estoy de paso!
no detengan mi caminar…
déjenme mirar los rostros
de todos los que pasan indiferentes
por las calles de mi ciudad.
¿No ven que busco esa mirada
colmada de ternura, de  paz, de bondad?
Esa mirada justa y sensible
que me acompaña a donde quiera yo llegar.
 Esa mirada que me transmite
la calma ante mi ansiedad…
que me devuelve el gozo del alma
ante tantas veces de adversidad.
Miro para un lado…miro para el otro…
¿Dónde estará el Rostro de esa Mirada
porque yo no la puedo encontrar?.
¿Será que está en otro sitio…en otra gente
a la que mira diariamente al pasar?.
¿Dónde …dónde está?
La siento muy cerca...sé que esos ojos
mirándome están…..aquí…hoy.
¿Cuál es su rostro?, ¿porqué no se muestra
caminando por las calles de mi ciudad?
Regreso a casa, agobiada, pensativa, expectante,
después de un largo trajinar.
Entro en mi mundo…a ese mundo donde
tengo que interactuar con mis cosas,
con mis cuadros, con mis amigas del grupo,
con mi familia, con mis dudas, mis  percepciones…
¡abro la puerta…mi corazón comienza a palpitar…
fuerte... ¡¡¡Pero tan fuerte!!! Que no lo puedo controlar.
 
 
 
 
Y… ¡¡¡allí está…!!! ¡Es Él, Quién mirándome está!
Es Jesús el dueño de esa mirada…la mirada que
Jamás…pero ¡jamás! Me ha de abandonar…
                                               
                                         RQ