Solace
Publicado en Jul 16, 2018
Por favor, léelo hasta el final.
Lo que busco con esto no es un nuevo inicio, algún tipo de oportunidad o un perdón que no sé si merezco. Tampoco busco respuesta alguna de tu parte, ya que no sé si lo que te voy a platicar te afecto de la misma manera que a mi. Lo único que busco es el aclarar la historia que más marcó mi vida, y que por asares del destino jamás se pudo consumar. Hace poco más de tres años, un día entre tantos en la universidad, vi a lo lejos a la persona más perfecta que pude haber visto nunca. Nunca me había puesto a pensar en cómo se vería la mujer perfecta para mi, pero en ese momento supe que tendría todas las características que tenía aquella chica. Y a partir de ese día no desapareció en ningún momento de mi cabeza, hasta el día de hoy. Pasaron los días y las semanas, y seguía observando a lo lejos a la misma chica, dibujándola en mis cuadernos y fantaseando con algún día acercarme a ella y poder hablarle. Un día, platicando con mi mejor amiga, vio a la chica con una amiga de ella, y a partir de ahí hizo lo posible por investigar acerca de ella. Un poco paranoico, si, pero más era mi necesidad de saber sobre esa chica, aunque fuere con su nombre era suficiente. Por fin consiguió su nombre. Un nombre muy hermoso, que sentía paz al escucharlo, pero al mismo tiempo me estremecía por completo. No pasó mucho tiempo cuando la agregué a Facebook. Tampoco pasó mucho cuando me aceptó. Y empezamos a hablar. Mi introducción hacia ella no fue muy agradable, y creo que la asusté un poco. No hablamos por mucho tiempo, y pasaron los días y no volvimos a hablar más. Mi euforia por finalmente tener contacto con esa persona tan perfecta hizo que la alejara, y caí en tristeza. Lo había arruinado. Pero un par de días después, recibí un mensaje que me cambió la vida. Era un mensaje sencillo y corto, con un pequeño emoji sonriente. Jamás lo olvidaré. En ese momento me estremecí en felicidad, no cabía en ningún lado. Normalmente soy una persona segura de mi mismo, pero ella siempre fue mi debilidad. No me atrevía a hablarle, era imposible para mi. ¿Cómo iba a hablar yo en persona con esa chica tan perfecta? Era inalcanzable para mi. Pero luego ella empezó a mostrar interés. Mostró tal interés hasta el punto en que me preguntó directamente que qué esperaba para hablarle en persona. En ese momento me volví loco de felicidad y le prometí que al día siguiente lo haría. No pude dormir por la noche, y a la mañana siguiente estaba tan desesperado que no podía con mi propia vida. Cada vez se acercaba menos para verla y por fin hablarle en persona. Llegó la hora, y la esperé. Cuando la vi venir mi estómago explotó y mi corazón se aceleró a una velocidad impresionante. Sin embargo, al hacer contacto visual con ella y acercarme, sentí una calma que nunca volvería a sentir. Por fin estaba con ella. La perfección solo aumentaba al estar a su lado. Era algo maravilloso. Pero no estaba sola. Una amiga la acompañaba. En ese momento no la conocía, pero ojalá hubiera sabido lo que esa persona haría en un futuro. Total. Recuerdo que ese día a la chica le dolía la cabeza, pero no me importó e intenté ser comprensible. Desafortunadamente debido a esto hablamos muy poco, pero a mi no me importaba. Por Dios, ¡ESTABA A SU LADO! ¡ESTABA CON ELLA!. Y por si fuera poco, en ese tiempo tenía el cabello largo, y ella me lo comenzó a acariciar. ¡LA PERSONA MÁS PERFECTA DE LA VIDA ACARICIÁNDOME EL CABELLO!. Dentro de mi no cabía de tanta felicidad. Pasaron los días, y cometí el peor error de mi vida, y que a día de hoy me sigo arrepintiendo de ello. Entraron a mi cabeza ideas de que ella sentía lo mismo que yo sentía, y que tenía una relación con ella asegurada. En base a esos estúpidos pensamientos actué de una manera muy estúpida. Faltaban dos semanas para viajar fuera de la ciudad, y dentro de mi cabeza me pareció buena idea presionarla para hacerla mi novia antes de yo viajar. Es de las cosas que más me arrepiento. La alejé. Pasé de tener todo lo que siempre pude haber pedido a mi lado, a perderlo todo. Me sumí en la desesperación. Y aquí fue donde cometí el segundo error más grande, del cual me arrepiento inclusive más que del primero. Un día caminando por la plaza, me topé con aquella amiga que estaba con ella el día en que nos conocimos. Comenzamos a hablar y le platiqué la situación en la que me encontraba. Llegando a mi casa nos agregamos a Facebook y seguimos platicando. ¿Mi plan? Hacerme amigo de ella para así conseguir información respecto a los pensamientos y sentimientos de la chica. Lo sé, algo muy muy estúpido. Pero lo hice. Pasaron los días, y cada vez se acercaba más el día de irme de la ciudad. Dentro de mi desesperación, le dije a su amiga que hacía una fiesta, y que la invitaba con la promesa de que llevara a la chica perfecta. Ella accedió a esto. Fatal error. Llegó el día de la fiesta. Suponiendo que la fiesta era a las 8, ella llegó a las 6, cuando seguía en tiempo de preparativos. Llegó sola, lo cual me sorprendió. Le pregunté por la chica y me dijo que no asistiría. Me sentí derrotado. Para no ser mal anfitrión, y ya que la amiga estaba ahí, le presté mi computadora con mi Facebook abierto para que se entretuviera, viendo videos de YouTube o algo así. Qué más daba. Ella no vendría. Seguí arreglando los preparativos mientras ella usaba mi computadora. Quería des invitar a todos. Quería no hacer nada. Ya nada tenía sentido. Pero continué con la fiesta. Comenzaron a llegar los invitados. Platicamos, nos reímos, nos divertimos. Fue una fiesta agradable. Pero ella no estaba ahí. La amiga se fue temprano, el resto de los invitados se fue noche. Nada importaba, ella no estaba ahí. A la mañana siguiente viajé. Me sentía devastado, entre la desvelada y el hecho de que nada se había solucionado con ella no tenía ánimos de nada. Recuerdo que tuve que viajar porque mi mamá se fue a vivir a otro país, y me quedé cuidando a mi hermana. Durante las vacaciones hablé muy poco con la chica, en realidad casi nada. Pero con su amiga hablé mucho. Dentro de mi absurda cabeza, creí que al hacerme amigo de ella, podría convencer a la chica de volver a la normalidad conmigo, cuando en realidad el del problema era yo. Día y noche le decía a la amiga de la chica lo enamorado que estaba de su amiga, que era lo único que me importaba. Pocas veces me daba noticias de la chica, pero cuando lo hacía, yo era muy feliz. En este tiempo, sentí muchas indirectas de la amiga hacia mi, insinuaciones, pero cada que lo hacía le recordaba lo enamorado que estaba de la chica, y que era en lo único que podía pensar. Al tiempo me platicó de una amiga suya que necesitaba ayuda. Algo así como que la maltrataban en su casa y necesitaba donde escapar. Tercer gran error. Ofrecí mi casa para que la muchacha se quedara mientras encontraba donde trabajar y donde vivir, esto con la intención de que le platicara a la chica y hacer puntos para que viera lo buena persona que soy. En un momento, terminé gustándole a la amiga del amor de mi vida, a la muchacha maltratada, y no tenía información de la persona que realmente me importaba. Perdí el control. Terminé revocando la oportunidad de quedarse en mi casa a la muchacha maltratada y bloqueándola absolutamente de todos lados. Y la amiga de la chica perfecta se enojó conmigo. En ese momento no lo noté, pero al tiempo caí en cuenta de que hizo todo lo posible por separarnos. Regresando a clases, hablaba poco con la amiga, me ignoraba. Hasta que un día me dijo algo que no voy a olvidar. "Ella no te merece (refiriéndose a la chica perfecta), eres demasiado para ella, ella no te valora, no te puedes seguir haciendo esto". Me pareció muy extraño, pero yo confiaba en ella y lo acepté. Pero la seguí buscando. La seguí procurando con ella, y a los días me dijo otra cosa que tampoco olvidaré. "Déjala de buscar, la estás acosando. Ella no quiere saber nada de ti, te odia, ya déjala en paz". Esto resultó absolutamente contradictorio a lo que me había dicho unos días antes, pero fue suficiente para darme por vencido. La había perdido por completo. Estaba muerto por dentro. Tuve a la persona más perfecta que pude haber conocido en mi vida, y la había perdido. La había dejado ir. Tiempo después reflexioné todo el mal que la amiga de la chica me había hecho, y decidí hablarle a la chica una vez más. Un día, vi que entró a dirección, y decidí esperar a que saliera. Una vez salió la detuve y le pregunté si le podía hacer solo tres preguntas, no más. Me dijo que no tenía mucho tiempo, que la estaban esperando, y le dije que sería rápido. Aceptó. Le pregunté si era cierto lo que su amiga me había dicho. Que ella me odiaba. La chica me miró desconcertada, y me dijo que no, que jamás había dicho eso. Entonces era una mentira. Su amiga me mintió, y ahora ambos lo sabíamos. Como se tenía que ir, le dije que luego la buscaba para hacerle las otras dos preguntas. Jamás la volví a buscar. Siempre estaba junto a sus amigas, y todas me rechazaban por igual. A partir de ahí viví en un constante martirio, preguntándome el qué pudo haber sido si jamás lo hubiera arruinado. Si jamás la hubiera presionado. Si jamás le hubiera hablado a su amiga. Y es algo que no me puedo sacar de la cabeza. Al tiempo procuraba mirarla indiferente, así como ella lo hacía. Como si jamás la hubiera conocido, y como si jamás me hubiera conocido a mi. Siempre fue una constante pelea por ver quién tenía el orgullo más grande. Maldito orgullo. Arruinó mi vida. Pasaron los días. Pasaron los meses. Pasaron los años. Todo esto me ha marcado de maneras inimaginables. Vivo en un constante martirio. Todos los días pienso en la chica. Todas las tardes pienso en la chica. Todas las noches sueño con la chica. Caí en una depresión tal que, si soñaba por las noches con ella, prefería quedarme dormido en las mañanas para seguir soñando con ella, en lugar de levantarme para ir a la escuela o a trabajar, porque para mi lo único que tenía sentido era estar con ella, aún fuera solo en sueños. Pasó el tiempo y lo fui superando, pero hay algo que jamás pude superar. El hecho de que nuestra historia jamás tuvo un cierre. Una conclusión. Para mi es una herida que jamás sanó. Que jamás cerró. Ahora estoy con alguien. Pero no puedo decir que estoy tranquilo. Y ella lo sabe. No puedo dormir por las noches, y cuando lo hago sigo soñando con que todo se va a arreglar. Pensarás que es algo muy obsesivo, pero simplemente soy así. Un ciclo debe de tener un principio y un final, y aquí nunca hubo un final. Pero bueno. Esa es la historia desde mi perspectiva. Como dije al principio, no espero un nuevo inicio, oportunidad o perdón. Solo espero que lo hayas leído todo y que sepas lo importante que fue todo para mi, por más corto que haya sido. Siempre serás la persona más perfecta que pude haber conocido, aunque no tuve el tiempo de tratarte demasiado, el simple hecho de que al estar a tu lado sintiera una paz que jamás sentiría de nuevo, y que me llenaras de esa manera solo con una mirada o una sonrisa, era la vida para mi. Repito, espero que lo hayas leído todo, y que por favor no le menciones nada de esto a nadie. Confío en ti. Gracias por regalarme los sentimientos más hermosos que pude haber sentido. Y gracias por darme la oportunidad de conocerte. Simplemente. Gracias.
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gabriel falconi
juan carlos reyes cruz
Esto es en cuanto al modo como escribes.
Respecto a la historia misma, admiro la constancia en el tiempo para continuar amando tan obsesivamente a una mujer que por lo descrito no te entregó más que débiles señales de correspondencia. En lo personal, yo no me hubiera ilusionado tanto, pero tú sí lo hiciste y en tal caso no queda otra cosa que palmotear cariñosamente tu hombro e intentar traspasar un sentimiento de consuelo.
Fue una lectura grata.
Saludos afectuosos.