Caf
Publicado en Jul 30, 2018
Se me antoja un café por la mañana.
Amargo como tus mentiras. Un café tan fuerte como un buen sexo. Que me haga olvidar. Que me arranque las ganas de quererte. Quiero un café, con una pizca de azúcar. Que apenas me logre endulzar. Cafeína adictiva que me sepa a tus besos. Que me arranque del alma el recuerdo de nuestros momentos. Y que su aroma me embriague más que tus caricias. Quiero un café estimulante, que me excite, que me llegue directo al cerebro y al sistema nervioso. Segante café, que no me dejaba ver en las tardes de domingo que ya eras infiel a nuestro amor. Codicio estar ciega nuevamente, porque me rehúso a mirarte en otros brazos, en otra historia, en otro cuerpo. Vivo desnuda suplicando respuestas que nunca llegarán. Llevo 500 tazas matutinas y aún me pregunto porque no vuelves. Exquisita bebida. Mi medicina de hoy en adelante. A solas y con un buen libro.
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Elvia Gonzalez
doris melo
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
El café, con todas esas propiedades -me resultan desconocidas-, pero es una buena metáfora para mostrar el dolor de una traición. Habrá 500 tazas de café concentrado, pero será difícil escapar de las realidades que “ella”, a pesar de rehusar verlo por estar en brazos extraños, espera su regreso y el renacer de lo que se considera perdido, aunque indudablemente no lo está. La soledad y un buen libro es una buena medicina pero transitoria, ya que a corto plazo habrá para la protagonista de la poesía un reencuentro o un reemplazo
Felicitaciones Raquel
Samont H.
Saludos, mi estimada Raquel, leyéndonos y en contacto,
juan carlos reyes cruz
No es necesario saber de poesía, o conocer las fórmulas de su composición para reconocer en los versos escritos una emoción, un impacto y un agrado. Los efectos se absorben cuando cada palabra ha sido puesta con delicada intención, cuando portan en su esencia el sentimiento empleado y cuando se tiene la suerte de aterrizar en un cántaro perceptivo...
Déjame, Raquel, premiar tu verbo que ha calado en mi corazón.