Solo el viento podría escucharme
silbando en este instante,
añeja de ausencias,
abandonada a espacios mentirosos
y agotadoras penas inacabables
testigo de todos mis absurdos,
cual molino incesante triturador de esperanzas.

Tras la costura del traje que se rompe
siempre tú, como descarga eléctrica,
desafiando el infortunio,
preñando esta conciencia de crepúsculos
de imágenes jadeantes,
que finalmente se quedan en los sueños
Manos que palpan en la oscuridad,
pero en los ríos de la historia
no se registra mi nombre
en este silencio que te nombro,
al que te convoco,
son solo anhelos,
como las hojas secas cuando las sopla el viento
¡Despercha tu traje del absurdo!

Doris Melo.