El ángel
Publicado en Aug 21, 2018
Descansaba, tímido, aquel niño con cara de príncipe. Sus pulsaciones se iban disipando con el son del tiempo. Su piel aterciopelada, como una porción de nube, se dejaba barnizar por el frío del último aliento. Su madre le susurraba al oído, pero el chiquito no escuchaba nada. Todo era silencio en medio de una atmósfera extrañamente armónica y celestial. A lo lejos ve llegar a un ser de luz. El ángel le besa su mejilla derecha con amor y compasión. Coge al niño en brazos, acerca su delicada boca a su oído y le susurra: “No temas, bonito. Estarás cuidándola desde el firmamento. La tierra no puede quedarse con un fruto del cielo.”. Las alas del niño, que hasta ahora abrazaban cada latido de su corazón, se abrieron con brío. Con un dulce aleteo, el ángel lo llevó a los reinos celestes.
La cuna guardaba los restos palidecidos de un ser que aún guardaban belleza. Murió… pero, incluso, en la propia huella de la muerte se percibía la fragancia que su madre le brindó con cada beso, la sonrisa con la que iluminaba sus días. La muerte dejó una estela que inundó el corazón de su madre. ¡Cómo lloraba la esclava del amor al ver su dulce hijo envuelto en el aura amortajada! Las lágrimas bautizaban la sucumbida frente del nuevo ángel. A su espalda, como si de una aparición se tratara, se iba acercando su niño. Revoloteaba alrededor de la madre desamparada y, con cierto alivio, clavó en sus agrietados labios el beso de la eternidad.
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Alberto
saludos amigo.