Mis prolijas rutinas
Publicado en Sep 29, 2009
Hoy sigo mis prolijas rutinas
que siempre reedito con esmero. Me levanto, me lavo, desayuno y lloro. Quisiera recostarme en el diván y entrar en los desvanes de la muerte. Mas afuera cables y parques se reinventan y aparecen peajes y patronos. Dejo mis memorias en el parquet y salgo del costal de mis encierros. La vida es muy dura afuera y cada compromiso lleva un desentierro. Me cuesta socializar con mis contemporáneos que pueden despeñarme a atentar contra mí. La gente se organiza en malas filas y apuntan con los ojos a su prójimo propicio. Hoy hará una temperatura baja y lúgubre que obligará a quemar hasta a las chimeneas. Hay hombres que llevan su rabo entre las piernas y mujeres con trasero de paja: Las hay con algodón en el corpiño y hasta con triple pares de sostenes. Hay párvulos peculiares y nutridos. Todo se agita y mueve lentamente. Hay inicuos robando las cisternas y novios y novias son al fin ninguno. Terminan en brillantes vericuetos con un beso largo y cadencioso y van a buscar a otra pareja. La luz es luz porque sucede pasa y descansa en los puentes corredizos. Hay vientos y arreboles en cantidad que llenaron mis pasados instantáneos. Corre el impio sin que le persigan y se mimetiza en las fachadas de las iglesias. Diestros y siniestros se inventan y reencuentran y encaran entre sí sus malos gestos. Los más viejitos caen en sus huecos profundos en donde hallan la melancolía perdida. A los tontos los perforan agujeros y los lleva a dimensiones antepasadas. Un sin fín de hormonas se incineran a pie o en acoplados tranvías. La sorna ya ha salido a la calle y a cada instante resuena un sonsonete. Los males comienzan a asediarme y presiento en los otros la inquina. Sólo hallo reposo en las montañas o los lagos que me aportan al alma su silencioso olvido.
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