Eres alto tributo a mi memoria:
Razón para hacerte antología.
Eres alegato para el reencuentro,
razón de más para vivir alegre.
Tu cabello se derrama entre tus hombros
y llena los laberintos de tus senos.
Ante ti dejo mi añejada identidad:
Mi pesado pasado y mi sequía.
Sé que eres acierto y advertencia
y flama llamativa con tus tratos.
Sé que amas el adios definitivo
y romper en la frialdad despótica.
Pero también es cierto que eres bella
y que el tiempo te ha hecho realidad.
Sé que no muestras a nadie tus dolores
ni dices ultrajantes comentarios.
Sucede que todavía eres una niña
prófuga de una vida aparatosa.
Fuíste herida por plurales puñales
y maltratada hasta acostarte sin afectos.
Te han hurtado los paleros inicuos
y un exmarido te pisoteó y humilló.
Pero pudiste rescatarte a ti sola
y salir de horrorosos vertederos.
Entraste en lo íntimo y flemático
y te vestiste con ropajes de trueno.
Hoy sigues de paso hacia el futuro
y quedo sin saber si fuí amor o capricho...
Te recordaré por siempre sin adioses
pues te separáste de mí como un relámpago.
No sé si acaso sorprendida o malherida.
Entre mis vértebras y húmeros molidos
y aunque andemos en opuestas direcciones
mi mente pensará en tus instintos
y estarás para siempre en mis labios.
Como el beso indómito que fuíste
y el ya ido entrañable calor de tu apego.