La gran familia
Publicado en Sep 05, 2018
“De mi pueblo son las cerezas”, decían. Y también las miradas como lanzas. Mi pueblo no tenía un aspecto diferente al mundo, pero la asfixia era mayor, casi material. Jugábamos a no vernos en un embrollo de calles sin linde, que subían, que bajaban, que huían despavoridas. ¿ A dónde iban con esa premura si allí, arriba o abajo, nada esperaba? Quizá una ráfaga de viento silbando, o el calor aplastante de aquel verano, apostado hasta en la sombra. A veces escuchaba mis pensamientos y temía por su voz, pues esas cuestas susurradas por viejos de los de bastón seguían custodiadas de rencillas y chismes inagotables. Los niños, empujados por sus abuelos, y éstos por los retorcidos propósitos de sus hijos, salían como un rayo a casa de la "Patro" o del "Peje" para anunciar al forastero. En mi pueblo, si no vives durante las cuatro estaciones del año, eres forastero. Existe todavía en lo alto de mi pueblo una iglesia de ladrillo marrón, sin espadaña, pero de grandes tañidos . La casa de la familia se sitúa a dos palmos del templo, a su cobijo. " Tolón, tolón" , así, formando un tedioso ritmo onomatopéyico, algunos nos desvelábamos de noche, a cada hora. Hasta hace poco ese sonido hubiera sido nostalgia, amor, familia, cariño... ahora me taladra la sien. La sacristía tiene una entrada exterior, como queriendo no ser vista, pero yo la veía muy bien. La relación de mi abuelo con el cura también la veía yo bien, sin extrañeza, aunque escondido. Mi abuelo siempre tuvo buen trato con la iglesia y todo lo concerniente a la institución, sin embargo decía que “la calderilla p´al cura". Una calderilla que significaba monedas de cobre ganadas al parchís. Esa forma despectiva de referirse al párroco y sus acólitos entroncaba con las ganas de llevar la contraria al más pintado, incluso los que pensaban como él y tenían idénticas creencias.
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Elvia Gonzalez
Raquel
javier castillo esteban
Muchas gracias por parar y comentar . Encantado de conocerte , y claro que me puedes tutear....
Quizá , al ser algo veraz , las calles también lo parezcan . En ese lugar de la ribera navarra discurren a mi modo de ver las cosas y las personas.
Esto solo sea el primer capítulo de una pequeñita novela . Me alegro que te gustara y espero un relato sobre el abuelo y la caña
Besos para ti
Raquel
Mara Vallejo D.-
Uffff, hasta sentí el olor a hierba buena, que relato más hermoso amigo mío; un enjambre de emociones e imágenes se han presentao a mi mente. Seguid . . .
Felicitaciones
Abrazos
María
javier castillo esteban