BREVE HISTORIA DE AMOR
Publicado en Oct 15, 2018
Años después. Un noviazgo infructuoso. La mano detrás de la intención, que llama presurosa. Me pregunta acerca del rostro sin apellido que se pasea conmigo. No me saludó porque estaba acompañado. Y mientras, yo tengo que creer que anhela una amistad sincera y sin pasado, sin las tardes en que nos amamos furtivamente. También debo olvidar cuánto nos laceramos. Pero la grieta sigue abierta como una herida que despeña sus rocas ensangrentadas hacia el vacío. A pesar de todo, sueño con otra caída, bella y cadenciosa, alicatado a su estrecha cintura.
No hubo rosas, ni siquiera marchitas. Vino tinto, eso sí, mucho. De eso debe seguir mi tensión y mi carne trémula al recordar sus pupilas dilatadas y su voz nerviosa cuando me buscaba, de noche, a través de una llamada aislada. "¿ Qué haces ? " Nada que no sea esperar tu hilo a medianoche, por supuesto. Sin buscar demasiado, reparo en algunas calles que, aun desiertas, forman un torrente alrededor de mi vena excitada. Por mucho que apremio mi paso solo se oyen ecos que ya han caminado antes delante de mí. Persigo a mi sombra, vuelvo al camino descrito por los años perdidos.Vuelvo sin brújula hasta donde estás. Vuelvo a la juventud implorada en balde. Allí se retuerce ella de nuevo, prorrumpiendo en una risotada incontenible. Siempre fue destartalada y soñadora en igual medida. Una Aída contemporánea azuzando a su marcha triunfal, tildándola de remolona y lenta . Ahora ,sin memoria, suma con los dedos retales de una redondez únicamente aspirativa . De final sin picos ni estridencia, sin imágenes violentas que asusten a nuestros días. Pero la sangre es densa y exhibe su color casi negro. El péndulo no vacila, nosotros sí, pues estamos montados sobre el oro de una onomatopeya que nadie acierta a descifrar. No habrá entre nosotros más despedidas ni más reencuentros , solo una fracción infinita, donde yo siga pidiendo de ti lo que tú ya no puedes darme. Y así siempre, rogando al tiempo que siga siendo tan dichoso como siempre, me muero si no dices mi nombre.
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Mara Vallejo D.-
Dejar madurar esos recuerdos untados de azúcar y sal, es tan loable como implorar que nunca olviden vuestro nombre!!!
Buen texto.
Abrazos
María
Elvia Gonzalez
Raquel