SECRETO DE DOS DESCONOCIDOS
Publicado en Dec 20, 2018
Ella me observaba, era cuidadosa. Se encontraba detrás del mostrador y sus ojos algo me decían, pero no me aclaraban el porqué de su insistencia. Ambos trabajábamos en la misma zapatería y aunque yo cerraba y ella abría el local, jamás nos habíamos cruzado palabra alguna en el tiempo que tenía trabajando en aquel lugar. Era del turno de la mañana y el mío terminaba en la noche. Cuando pasaba tarjeta por la gerencia para terminar su turno, ella salía en ocasiones meditabunda junto a sus compañeras. Se despedían unas de las otras y luego volteaba su mirada, y en donde su dirección se dirigía, su destino en mis ojos encontraba. Ella sabía lo que hacía, pero me negaba admitirlo en aquel entonces. Cuando nuestras miradas se encontraban, yo me sentía ajeno y supongo que ella sentía inquietud, o solo la timidez de mi intromisión no permitía que el curso de las cosas se diera. Quién sabe. Una tarde, al entregar el turno, nos cruzamos de frente y escuché de sus labios un –disculpa…-. Era diminuto, casi insonoro. Tal vez era su pensamiento quien me hablaba y yo le escuchaba desafiando al silencio traduciendo el movimiento de sus delicados labios. Le respondí que más bien me disculpara a mí, - bueno…- dijo ella luego. Después de aquella última palabra, ausente de emoción, continuamos nuestro camino: Ella al mundo lejano, y yo a la lejanía de aquel mundo que me era vedado, una vez cruzaba la puerta del establecimiento. En ocasiones, no podía dormir pensando en ese –bueno… - y me preguntaba una y otra vez qué quiso decirme, porque quizá era solo una palabra, el comienzo de una frase, pero el resto… ¿Dónde quedaba el resto? ¿A dónde se dirigía ese silencio, esa materia oscura, invisible a mis oídos, visible para el corazón? No lograba responder mis cuestionamientos. No me alcanzaba la noche para acariciar mis dudas ni mi almohada para aconsejarme que dejara de insistir en lo que no tendría, posiblemente, importancia. Al día siguiente me encontraba yo nuevamente llegando al centro comercial, recién almorzado, ajetreado por llegar temprano y a diez minutos para las tres de la tarde, hora que entraba al trabajo; y ella estaba de nuevo afuera de la tienda despidiéndose, taciturna de sus compañeras; mirándome como de costumbre, observándome sin juzgar, y yo sin poder desviar la mirada, sin poder evitarla o más bien, sin quererlo. Sus ojos me tomaban como el jinete al equino, me dominaban. Al culminar la jornada del trabajo, salí de la zapatería muy cansado del día: muchas ventas, infinitos humores, pocas sonrisas; y allí se encontraba ella en una mesa de la feria, tomando una bebida que parecía inexistente, o quizá anulada por la etérea presencia de los cubos de hielo derretidos por el calor de aquella noche. Si sus ojos se encontraban primeramente dispuestos, como la presencia de una figurada inanimada en la entrada principal del centro comercial, en pocos segundos se detuvieron vivos e impenetrables en mi cansado semblante de un día agitado y tan obstinadamente corriente. Nos encontrábamos muy de cerca, lo suficiente como para escuchar lo que deseaban callar sus labios, lo suficiente como para respirar y sentir el aroma desgastado de un perfume sublime que ha combatido con cientos de aromas injustos y tiránicos. Ella se levantó de su silla y exhaló un suspiro, me tomó de sus manos, y temiendo ella por lo que dirían los míos, finalmente dijo: -¡Seremos padres!-.
Luis J. Cabré.
Página 1 / 1
|
Daniel Florentino Lpez
Describe lo imprevisible de las relaciones humanas. Si una persona esta interesada en otra alcanzan la paciencia, el respeto y la cortesía como abono de un sentimiento futuro más profundo.
Felicitaciones!
Saludos, amigo
Raquel
Elvia Gonzalez
luis jos
Luis J.
gabriel falconi
luis jos
Luis J.
juan carlos reyes cruz
Intentaré rescatar aquel contenido para hacer que te llegue en definitiva, sin dejar de tener en consciencia aquella certeza que dice: "Nunca segundas partes fueron buenas"
Dispusiste en la narrativa de tu cuento las maravillosas cualidades de las que en otras ocasiones has hecho gala y en una grata fluidez prosaica nos gratificas con una descripción sencilla, pero hermosa sobre el acercamiento primerizo de dos jóvenes.
En mi frustrado comentario anterior me expresaba de la misma manera sobre toda esa parte narrada; no obstante, al igual que otrora, la perplejidad todavía se sostiene en mi mente, porque simplemente no logro encajar con lógica la exclamación de ella en el aludido final.
Confieso que esto me ha desencajado y en alguna medida me avergüenza, pues no sé si estoy viviendo en momentos que no me corresponden y la modernidad de las literatura me ha dejado atrás. También debo confesar que he buscado con atención valederas razones en los argumentos que han entregado los demás y con absoluta honestidad encontré vaguedad en todas.
Querido LJ, valoro tus letras y me gusta tu estilo, como así mismo la morfología de tus prosas, pero esa última frase me dejó tambaleando entre mi cordura y mi senilidad.
Un abrazo, compañero.
luis jos
Luis J.
Raquel
luis jos
Luis J
Enrique Gonzlez Matas
Te felicito con mi abrazo.
luis jos
Luis J.
Mara Vallejo D.-
Una historia que la siento real, bien descrito los instantes y sensaciones, llevan un ritmo que luego como un río desemboca a ese final que me ha dejao pensativa . . .
realidad, ficción . . .Quién sabe?
No me digas . . .
Felíz Navidad amigo mío, abrazos para tí y todita tu familiaaa
Abrazos
María
luis jos
Luis J.!