Por el hombre que vendr
Publicado en Jan 01, 2019
En mis sueños mi futuro se aparece clara y constantemente. El presente me es lejano, casi silencioso, como si enmudeciera frente al peso del hombre que vendrá. Es una humildad sutil, pero grandiosa al contraste del altisonante pasado invasor, ese que frena la vida. Ese que le dice a la vida que es preferible la muerte. Ese maldito embustero que es el pasado, que por su falta de vigencia declara la guerra total a la dicha. Ese que si no destruye, impide al menos construir.
En mis sueños a veces es éste cargante sujeto de admiración el que aparece, para mentirme como siempre lo ha hecho. Y si gana, celebra su victoria sin mirar a quién, y se aleja fanfarroneando como si lo hubiese conseguido todo. ¡Vaya cómo dan ganas de odiarlo! Pero cuando la rabia que antecede al odio sale a su encuentro, la reprimo y, en vez, lo quemo. Le hago arder con la mayor de las llamas, para que ilumine realmente su rededor, para poder realmente admirar aquello que se esconde tras su conformidad. Y es que el futuro aparace, pero no se ve. Sólo veo guías, señales, atisbos de señales, ápices de recuerdos quebrados y corruptos. No veo realmente nada claro, ni constante. Las olas del fuego a veces iluminan un sentir o parecer (rara vez un pensar) que son a veces residuos, inventos, intenciones, palabras a medias conducidas, mas jamás se aparece ante mis ojos. Sabe seducirlos y por eso se les oculta. ¿Qué queda tras el consumo del pasado? Unas notas aleatoreas a priori parecen señalar el comienzo de un infinito camino, que perdió su comienzo, o sus primeros pasos, hace largo tiempo. Y esas notas le hablan a mi alma, que se entrega por entera a la idea que éstas dan, aún a veces erróneamente. Es necesario dejar en claro que no es, por supuesto, el intérprete quien se equivoca; las decisiones son únicas mas iguales en su génesis. Es así pues que me enseño a ser yo, y comprendo mis caminos y mi futuro, y éste aparece lenta y claramente. Mis pasos concientes se acercan a la voluntad que viene, se alimentan de las cenizas que fui dejando con mis piras, mis "yo" pasados que no fueron más que experimentos que debían fallar, que debían dejar paso (y por supuesto morir) a ese ser ulterior. Ese ser que es sueño puro y futuro, por el cual tributo mi pasado y para quien trabaja mi presente. Ese vaticinio antiguo: "por el hombre que vendrá".
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