Mis ojos son cambiantes todo depende de la luz del sol, algunas veces puedes ver que mi iris se torna azul, verde…  como una paleta de colores en el que puedes verte a través de ellos; pero ya hace algún tiempo que solo veo tonos grises, creo que llorar me ha provocado este gran mal, incluso he empezado a ver mal.
Soy la séptima más grande de mis 35 hermanos con algunos puedo pasar tardes enteras jugando, pero con otros el juego no es tan divertido; mi hermano mayor me da golpes en la cabeza, y hay otros que no logro reconocer.
Algunos señores que vienen de afuera y visten corbata y zapatos en cuero piensan que soy hermosa los escucho decir que soy exótica que en sus lugares no encuentras nada parecido, me quieren de forma obsesiva, morbosa, sus manos que parecen tentáculos intentan entrar en mí y arrancar mi alma. Empiezo a entender sus motivaciones, he nacido con talentos: puedo cantar más de mil novecientos ritmos diferentes, mi cabello es claro, largo y ondea con el viento, mi boca siempre esta sonriente, aunque ya algo agrietada, siento sed y hambre; mi casa solía estar llena de alimentos donde todos podíamos disfrutar de  tubérculos y frutas; aun puedes degustar un café, pero es posible que mi taza no este pintada con colores de afuera de esas con frases en inglés, puedo hablar 68 lenguas, mis piernas son troncos de madera, fuertes, imponentes.
Puedes ponerte en mi regazo y escuchar mi panza sonar donde aletean mariposas y 1876 especies más.
Ya varias historias te he contado, con la ilusión de ver estirar tu mano y me vengas a salvar, sabes me persiguen con tijeras porque quieren mochar mi pelo tan corto como puedan, ellos saben que allí está mi fuerza, me asechan a plena luz del día frente a tu casa, me escuchas gritar y tu solo decides ignorar, mientras yo pierdo mis colores, no me abandones porque, aunque frágil soy puedo seguir siendo tu tierra, tu aire, tus montañas.
Ponte tus guantes tricolores y decide salvarme ya.