EL VIEJO BUICK DE PAPÁ
Publicado en Mar 18, 2019
Tú me dijiste que no trabajarías esta noche, le reproche a mamá, no has tenido un solo día de descansó esta semana, ella es una mujer delgada y con mucho carácter, llevaba el cabello negro atado en un rodete en la nuca, pero no obstante ese peinado pasado de moda, conservaba una gallarda apostura y dignidad.
La señora Lorenz me encargo le prepare dos tortas para su fiesta, dijo mamá. Tome la vasija donde Ma preparaba el merengue y me puse a batirlo enérgicamente. Entonces pregunte ¿Ma te gustaba el auto de papá? Naturalmente y me sentía muy orgullosa de sentarme a su lado, los vecinos siempre lo saludaban con la mano y el respondía riendo. Entonces porque no tuvo más éxito en la vida, dije sin pensar en lo que decía. Más éxito exclamo mamá con gesto de contrariedad, mira que poco nos ha dejado al morir y cuanto debes trabajar, si te molesta tener que ganarte la vida cuando tus amigos se divierten, solo puedo decirte que lo siento mucho, pero «C'est la vie» así es la vida. El viejo Buick Riviera del 72 de papá más conocido en el mundo automovilístico como cola de barco estaba guardado en la cochera, cubierto de polvo, ciego, impotente y enorme, parecía un monstruo prehistórico, pero viejo o no viejo era el carro de papá y me dije firmemente yo lo hare marchar de nuevo, tenía mis ahorros de varios años y este era el momento de usarlo. Busque a un mecánico y me dio una relación de repuestos para comprar, me sugirió lo buscara en san Jacinto o en la cincuenta, que eran lugares donde podía encontrar repuestos para ese modelo, que también tuviera mucho cuidado al estar en esas zonas por la delincuencia que reinaba, conseguí todo lo que me pidió y también compre cuatro llantas y un acumulador, lo cargue de gasolina y al poner en marcha el motor, estallo un estrepito semejante al de una descarga de fusilería y súbitamente se detuvo, probé una vez más y a la tercera vez el motor comenzó a funcionar regularmente, quede por un momento estático y me pareció advertir una mirada de agradecimiento en los faros, también un gesto de firme determinación en la silueta antigua y poderosa. Más de una vez al limpiar el carro que aún estaba en el taller, tuve la sensación de que una sombra me observaba, un día la impresión fue tal que sin querer grite papá, luego subí a la cabina encendí el motor y acaricie la palanca de cambios, hasta hacerla entrar en primera velocidad y procedí a soltar suavemente el embrague, todavía no me acostumbraba a la idea que este enorme vehículo era ahora mío, acaricie el pulido volante y partí hacia casa. Al sentir los bocinazos mamá salió apresuradamente, mojadas las manos que aun goteaban y se detuvo junto al auto, mientras su mirada iba del carro hacia mí, advertí con embarazo que a ella se le habían llenado de lágrimas sus hermosos ojos; también en la calle ceso momentáneamente toda actividad, durante un instante los vecinos creyeron ver al volante a su antiguo propietario, la gente empezó a decirme frases elogiosas. Los días siguientes estacionaba mi tiranosaurio de cuatro ruedas frente a la escuela, mirando hacia la ventana del aula y esperando la hora de salida, nadie se atrevía a burlarse pues era sabido que no se podía gastar bromas pesadas conmigo, no obstante ser delgado y no poseer una fuerza excepcional peleaba con sorprendente fogosidad, así que por ese lado me dejaban tranquilo y me dedicaba a resolver unas ecuaciones, resolver problemas me producía una sensación semejante a volar, el profesor de ciencias siempre me decía, el placer de descubrir una solución es comparable al de encontrar un tesoro escondido, con la diferencia de que en vez de oro se halla verdad y belleza, que valen mucho más, ya lo verá usted cuando empiece con geometría del espacio. Se destacaba en el cielo un claro azul intenso y sentado al volante, veo extenderse la superficie de la carretera y comencé a cantar una canción que sonaba en la radio, la cabina del auto era el único lugar en el cual lo hacía, pues solo allí estaba seguro de que nadie me podría oír, arriba las estrellas brillaban con un fulgor ultraterreno, esos millones de luces eran una revelación del tremendo y oculto sentido de las cosas, me propuse buscar ese sentido y encontrarlo a pesar de todas las dificultades que pudieran haber en el camino.
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Lucy Reyes
Te felicito.
Raquel
y quedar allí como una fotografía que tu padre verá....Soy Raquel...Fue un gusto haber leído "El viejo Buik de papá" ..Cordialmente Raquel