SALA DE REPOSO (25 Enero 2019)
Publicado en Apr 05, 2019
Durante una larga temporada estuve recluido en una casa de reposo, allí en la “Sala número seis” de Antón P. Chéjov. Compartí celda, comedor y patio con Iván Dmítrich Gromov…No es muy agradable cerciorarse de que afuera, han quedado los orates. Esos personajillos que van a un puesto de trabajo a que les exploten. Que baten su honor en duelo por jóvenes damiselas y delinquen por tierras, propiedades y dinero, ese vil metal que corroe la substancia y paraliza la evolución del fruto del espíritu benigno.
Viví con calma en el hospital mental. Pude pensar y escribir algunas tesis sobre la enajenada sociedad capitalista. Cuando por fin salí, una tarde lluviosa y gris, anduve por las calles sucias y macilentas del viejo barrio portuario de Barcelona. Esas callejuelas con resonancias de las últimas guerras que padecen el frío de las victimas engañadas. De los golpes y tropiezos, contradicciones y descubrimientos de crudezas veladas. Entre todas, elegí una pensión regida y alternada por meretrices, era muy barata y humilde, con una habitación austera y miserable. Era sin embargo, todo lo que necesitaba: un pequeño camastro y una mesita de madera, llena de quemaduras de cigarrillo. Una lamparita con una bombilla fundida y baldosas de cerámica catalana, algunas rotas, muchas sueltas sin yeso y al pisar sobre ellas bailaban al compás del hambre y los retortijones en el estómago. Solía comprar una barrita de pan con cornezuelo espiritual, una porción de queso y vino tinto…y así pasaban los días y las noches y no dejaba de lloviznar a este lado de la ciudad.
Página 1 / 1
|
Raquel