Semana Santa 2019
Publicado en Apr 18, 2019
Semana Santa 2019-04-18 ¡Ven Señor Jesús! Algunas reflexiones en torno al desprendimiento y la pérdida de un amigo (dolor y muerte). 1) DESPRENDIMIENTO "Un rey poseía un diamante muy valioso, uno de los más raros y perfectos del mundo. Un día el diamante cayó desde una gran altura y la superficie se rayó en una de sus caras. El rey llamó a los mejores joyeros y orfebres del continente, para que intentaran corregir la imperfección. Sin embargo, todos coincidieron en que no podrían retirar el arañazo sin cortar una buena parte de la superficie, reduciendo así el peso y el valor del diamante. Finalmente, apareció un orfebre, no tan famoso, que afirmó que podría reparar el diamante sin problemas: - Observé mucho al mayor orfebre de todos y, con él, aprendí mucho. Puedo garantizarle que sabré reparar el diamante sin reducir su valor. Su confianza era tanta que, convencido, el rey entregó el diamante al hombre. Después de algunos días, el orfebre volvió con el diamante y se lo mostró al Rey. Éste quedó gratamente sorprendido al descubrir que el arañazo tan feo había desaparecido y en su lugar, había sido tallada una bella rosa. ¡El arañazo anterior se había vuelto el tallo de una bella flor! El rey, entusiasmado, dijo al orfebre: - ¡Qué bello trabajo, qué óptima idea! Dígame, ¿quién es ese gran orfebre que es su maestro? Y el orfebre respondió: - Dios, el orfebre de la vida". Este cuento lo tomé de un blog católico que se llama "Web Católico de Javier" y nos sirve para reflexionar en torno al desprendimiento. Ni siquiera hace falta que diga mucho, el cuento es elocuente en sí mismo. Ahora, traslademos este cuento a nuestra vida personal...reflexionemos un poco. Todos alguna vez nos hemos sentido atacados y heridos,ya sea verbalmente o físicamente. Todos hemos tenido experiencia del sufrimiento de una u otra manera, y esa experiencia es instransferible. No podemos comparar nuestra manera de llevar los sufrimientos o pruebas con las de un hermano, vecino o amigo, ya que cada persona es única e irrepetible. Decía alguien por ahí que debemos "descalzarnos" al entrar en un alma, en el misterio de un alma. Por eso, las dificultades por las que atraviesa cada uno, sean grandes o pequeñas, no pueden compararse y menos aún decir que tal o cual no sabe llevar su cruz, y que la suya es pequeña y la mía grande. Eso solo lo sabe Jesús, y nosotros, no podemos erigirnos en jueces. Ya lo advirtió Cristo en el Evangelio. Pero volvamos ahora a esas pruebas que, como muestra el cuento,nos hacen crecer siempre que tengamos confianza en Dios. Es muy difícil en el momento de la prueba, elevar nuestro corazón al Señor. Necesitamos antes vivir en un constante diálogo con Él, porque, de lo contrario, tenderíamos en primera instancia a rebelarnos, a gritar, y la mayoría de las veces a escaparnos. Si nos refugiamos en Dios, Padre Bueno, el sufrimiento calla y vemos con claridad al menos algo de lo que puede llegar a querer Dios de eso. Pero ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo no querer controlar las cosas si hoy el hombre se hace capaz de controlar casi todo, incluso la vida? ¿Cómo abandonarnos en Dios cuando somos capaces de manejar tanta información que parece que sabemos lo que va a pasar la semana que viene? ¿No estamos tal vez a un paso de convertirnos en pequeños dioses con tantas cosas que queremos controlar? La sensación de vació, de que hay cosas que ciertamente nunca podremos controlar ni manejar, debe llevarnos a pensar en nuestra pequeñez frente a Dios. "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" dice el Salmo. Y solo Dios pudo crear las montañas, los valles, las cataratas, el mar, las ballenas, los acantlidados, las puestas de sol y las almas. Solo Dios pudo crear a esa persona que está a mi lado para toda la vida, mi esposo, mi novio. Ese amigo incondicional, esa madre, esa abuela. Solo Dios me puso al lado de las personas correctas para ayudarme a llevar esa cruz. Pero ¿No es acaso difícil darse cuenta si reina en nuestra sociedad un marcado individualismo? ¿A dónde mirar para aprender a llevar esa cruz y encontrarle sentido?. En esta Semana Santa, la maestra del dolor es la Virgen. Pero no debemos caer en un masoquismo absurdo. Se trata de que el dolor es parte de la vida, ya que los fracasos nos impulsan a crecer y superarnos y nos muestran nuestros límites para aprender a pedir ayuda. Por supuesto, no hay recetas mágicas pero sí, vuelvo a insistir, podemos aprender de quien más cerca estuvo de Cristo en su vida terrena: Su Madre. Dice el cardenal R. Sarah: "Frente a un azote tan brutal del odio y de la violencia [refiriéndose a la cruz], la Virgen se queda sin energías. Está extenuada, rendida, rota. Sin embargo, María posee una inmensa fuerza interior y sigue en pie y en silencio. Se refugia en la oración, la ofrenda personal y la acogida serena de la voluntad misteriosa de Dios que no hace ruido y consume la violencia humana en el fuego de su Amor misericordioso. /.../ María no se rebela, no grita. Asume el sufrimiento por medio de la oración. ¿ No se preparó Jesús para vivir la Pasión con una noche de oración en el huerto de Getsemaní y con muchas otras noches, en la soledad del monte o apartado en un lugar desierto?. /.../ Solo Cristo puede conceder la fuerza para afrontar y asumir el mal." (La fuerza del silencio. 282. Card.R. Sarah). Y cierro esta parte con otra frase genial del cardenal africano. "Dios vela siempre por nosotros. El hombre puede conocer las noches más oscuras, sufrir las peores injurias, enfrentarse a las situaciones más trágicas: Dios está con él. El hombre suele olvidar a menudo que Dios está presente". Esta época secularizada ha olvidado a Dios, y el hombre tiende a pensar que es Dios quien lo olvida. Pero ocurre todo lo contrario, es Dios el que no se aparta ni un minuto del hombre. Pero para comprender esta enorme verdad, no hay otro camino que el del desprendimiento. Vaciarnos de nosotros mismos y llenarnos de Dios. En una época en que se suele guardar y acumular por las dudas, o por mero consumismo, la Fe nos propone: renuncia, desprendimiento, soltar amarras. Si no experimentamos el vacío a veces, es posible que no podamos dar un espacio a Dios, ya que ese lugar lo ocupará: mi trabajo, mi estudio, mi familia y mis sueños. Todas esas cosas son buenas, pero solo Dios es bueno, esto es, solo Dios puede ordenarlas y darles el lugar que les corresponde en el corazón. A veces, solo cuando abandonamos algo, realmente lo poseemos, lo gobernamos. Entonces ese objeto, esa persona, en definitiva, ese "algo" que no es "trascendente" deja de gobernarnos, y pasamos nosotros a "gobernarlo", de alguna manera. Esto quiere decir, que somos dueños y señores con la gracia de Dios; esos objetos ya no pueden dirigir nuestra vida sino al revés. Cerramos esta meditación con unas hermosas palabras de Romano Guardini, de su libro El santo de nuestro mundo. Este libro fue regalado por una amiga queridísima a quien escribe estas palabras, y ella encarnó si no todas, casi todas las ideas y propuestas de este libro, tan actual. Ella falleció hace dos años en un accidente de tránsito, con su esposo y sus dos hijitos. Citamos estas palabras porque nos ubican en el verdadero camino del desprendimiento: el amor. Así, se da la respuesta a la pregunta de cómo puede uno amar a Dios, Pues, en efecto, algunas veces ocurre que alguin es tocado por su santa realidad; entonces el amor se convierte en entrañable obviedad. Pero por regla general no es así. La mayor parte de los hombres tienen siempre mudo el corazón, y lo cotidiano lo tapa todo con su estrépito. ¿Qué es entonces el amor? Esto exactamente: hacer lo que ahora es justo, porque ello cumple la voluntad de Dios. Y hacerlo, como quiere ser cumplido el amor, con pureza y de buena gana". (Guardini, Romano. Santo de nuestro mundo. Ed. Lumen, p.11) MUERTE y DOLOR. En esta ocasión, vamos a comentar un hecho histórico real: la muerte de Alejandro Magno. Así se explica en el sitio web que citamos en la meditación anterior (o posterior): Alejandro Magno Alejandro III de Macedonia, llamado el Grande (Alejandro Magno) fue rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte. Tras la unificación de múltiples ciudades-estado de la antigua Grecia bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia, Alejandro conquistó el Imperio Persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto y otros territorios, y amplió las fronteras de su propio imperio hasta la región del Punjab. Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos: 1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época. 2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas... ), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y... 3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos. Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones. Alejandro le explicó: 1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar. 2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen. 3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos Nada más cierto: desnudos salimos del vientre de nuestra madre y desnudos volveremos a la tierra. Por más que nos esforcemos, no podemos añadir voluntariamente años de vida a nuestra existencia, y los bienes materiales tampoco los llevaremos a la otra vida. Esta es una certeza que nadie puede discutir, un hecho real aceptado comúnmente. Pero volvamos a esa etapa en que somos recién nacidos, y escuchemos qué tiene para decir sobre esto Charles Péguy,autor francés, en su libro El misterio de los santos inocentes. Él compara al niño recién nacido con un brote de árbol o arbusto: Y el brote no resiste nada. Además, es que no está hecho para la resistencia, no está encargado de resistir. Son el tronco, y la rama, y esa raíz central los que están hechos para la resistencia, los encargados de resistir. Y es la ruda corteza la que está hecha para la rudeza y la que está encargada de ser ruda. Pero el tierno brote no está hecho más que para el nacimiento y no se le ha encargado sino que haga nacer. (Y que haga durar) (Y que se haga querer) Como todo bebé recién nacido se hace querer, sin pedirlo. Y dice más arriba, en el mismo libro: "Y por eso el tierno brote perfora siempre, surge siempre bajo la dura corteza. Hasta el guerrero más duro ha sido un niño tierno alimentado con leche; y hasta el mártir más riguroso, hasta el mártir más duro sobre el potro, hasta el mártir de corteza más dura, de piel más rugosa, hasta el mártir más duro ante las tenazas y el punzón ha sido un tierno bebé lactante. Sin este brote, que tiene aspecto de poca cosa, que no parece nada, todo eso no sería sino leña muerta. Y la leña muerta será arrojada al fuego". Todos hemos sido niños, podríamos pensar que hasta las personas más despiadadas de la historia han sido niños. Y esto nos lleva a la palabra evangélica: " Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Es necesario transitar el camino de la Infancia Espiritual, para comprender hasta qué punto Cristo nos quiere despojados de nosotros mismos para seguirlo y para estar más livianos al momento de emprender el "último viaje". No es casualidad que autores como Teresita de Liseux y Saint-Exupéry trataran el mismo tema en la misma época. Había una cierta preocupación por el destino del hombre, que al volverse demasiado adulto iba a olvidar su origen y su destino. Péguy hace hincapié en ese "brote" que llegará a ser "corteza dura" porque sin ese brote no habría esperanza, es decir, no nos sentiríamos necesitados. Ahora ¿qué tiene que ver esto con la muerte? Muchísimo, porque es en la muerte donde termina este camino que empieza con un brote. El brote llegará a ser árbol y el destino del árbol es morir, igual que nuestro destino. ¿Todos deseamos ser inmortales? ¿Todos deseamos no morir nunca? Claro que sí, pero, a la vez, como dice Dolina (valga la cita, por lo estudiado y entretenido del autor) vivir tantos años causa un poco de pereza: uno tendría que ver cada cosa sobre la faz de la tierra. Pero en fin, la idea es que la muerte no es algo connatural al hombre, al menos no lo fue así al principio. Y por eso cuesta tanto cuando algún ser querido se va. Entonces escuchamos siempre las mismas frases en los velorios que de tanto repetirlas se vuelven banales. Pero en verdad, y como creían muchas culturas antiguas, la muerte es el comienzo de la vida real. La vida es un sueño y al morir despertamos a la "realidad". Sencillamente porque veremos a nuestro Padre, disfrutaremos del Paraíso que nos tenía preparado. Esto, no quita que sintamos dolor por la muerte de un amigo, una madre, un hermano, y cuánto más, por un hijo. Como decía el personaje de Gandalf, en El señor de los Anillos: " No te digo no llores, porque no todas las lágrimas son malas". Es necesario transitar por el camino del dolor y la purificación de las lágrimas para comprender lo que esa persona significó para nosotros. Y más aún, para comprender la finitud del hombre, su poca vida, su mortalidad. ¿Y qué es el dolor? Es una espina que se quita del dedo, y duele, pero nos hace crecer, pues hace que ese dedo sane. Sirva esta metáfora para comprender, al menos un poco, el misterio del dolor. Tantos autores han hablado del tema que sería muy largo ennumerarlos a todos. Pensemos en Lewis, el autor de las Crónicas de Narnia, el mismo Chesterton, el padre Castellani, Hugo Wast, y más cerca en el tiempo de nosotros, el papa Emérito Benedicto, el papa Francisco y tantos catequistas que nos enseñan por medio de sus experiencias. ¿Qué podemos decirle a un enfermo terminal sobre el dolor? ¿Qué podemos decirle a aquel que perdió casi todas sus funciones naturales o motrices en un accidente cerebro-vascular? ¿Qué podemos decirle a aquel que perdió sus hijos en un accidente, o aquel postrado por un cáncer? ¿Qué decirle a una persona que ha sido abusada por algún miembro de su familia? ¿Qué decirle a aquellos niños que no tienen un hogar digno, no pueden comer sano, ni recirbir el amor que desde niños necesitan? ¿Qué podemos hacer ante tantas desgracias y situaciones inexplicables? Justamente esta última palabra será la clave: inexplicable. Nosotros no tenemos la hoja de ruta de este viaje, ni el mapa de navegación de esta aventura marítima. El timón lo lleva Papá Dios. Ese sería el primer punto. En segudno lugar, a veces, y solo a veces, una experiencia cercana de la muerte puede hacer que una persona cambie radicalmente. Como se repite mucho por ahí, las personas no cambian; pero sí podemos decir que esa experiencia radical rayana a la muerte puede cambiar más de un corazón (y nos sobran ejemplos). Entonces, y solo entonces, al experimentar la cercanía de esa "puerta", podremos valorar lo que es importante y lo que no. Por eso intuimos o creemos que Dios nos hace transitar por esos caminos oscuros, porque tal vez, si no, no habría otro camino cercano a Él. En segundo lugar, nos vuelve más compasivos, es decir, adquirimos la capacidad de conmovernos por el otro, caminar a la par de él y socorrerlo. Dios nos regala, a través del dolor y a veces la muerte de alguien cercano, esaas "entrañas de misericordia". Luego de esto, no miraremos a un pobre o desvalido de la misma manera y menos a alguien que sufre un dolor espiritual. Por último, nos permite parecernos más a Nuestro Rey, el Rey de Reyes, coronado de espinas. Él ofreció todo por nosotros, y logró llevar esos sufrimientos porque eran nuestra redención. Así también nosotros podremos llevarlos, solo con su ayuda, para participar un pcoo en ese dolor y ofrecerlo por alguna intención. ¿Acaso no nos sobran los motivos para hacer un poco de penitencia? ¿Acaso no lo pidió así la Virgen en Fátima y Lourdes? ¿Acaso no podemos ofrecer incomodidades y paciencias miles por las almas del purgatorio, por los enfermos, por algún pariente cercano? Claro que podemos, pero no solos. Somos demasiado de barro para querer hacer las cosas "solitos". Debemos, como decía Fabiana Corraro, ser como niños, bebés, en brazos de Jesús y dejarnos amar. Dejarnos amar: es la clave de todo. No querer ser santos a nuestra manera sino a la manera de dios. Dejarnos amar: abrir el corazón y que el Divino Orfebre talle. De seguro saldrá una hermosa obra de arte. Mercedes Giglio San rafael, 18 de marzo de 2019. Nuestra Señora de los Desamparados.
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Enrique Gonzlez Matas
Te felicito con mi fraternal abrazo.