9. Recuerdos.
Publicado en May 12, 2019
¡Que rápida se va la vida verdad! es sólo un parpadeo y si no la aprovechaste, puede que despiertes un día odiándote por no haber hecho nada con ella y sólo haberla desperdiciado en un camino de piedras tirando pedazos de ella, quitándotela de encima como quien se saca las costras después de una herida. Tengo 89 años y ya la vida se me paso entera, ahora sólo me resigno a rezar por las noches y esperar que Dios escuche mis oraciones y perdone mis pecados. Si bien no viví todo lo que me hubiese gustado, si puedo dar fe de que mi vida fue tranquila, no recuerdo nada malo que hubiese pasado, fue un buen pasar en la tranquilidad del pueblo donde nací, viví, envejecí y al parecer en el mismo donde moriré. Ya sólo queda un conocido mío con vida, de la misma edad que yo, el sí vivió una vida de excesos, viajó toda su vida, tuvo varias mujeres, hizo y deshizo como se dice, nos sentamos a recordad nuestra infancia una vez al mes, nos tomamos un vinito blanco y jugamos a las cartas en un intento porque la soledad no los mate. A veces pienso en que me hubiese gustado haber vivido tanto como él, habla con energía de sus momentos, de cuando estuvo detenido, o cuando chocó en estado de ebriedad, me parece emocionante y yo el roce mayor que tuve con la ley fue cuando me confundieron con una persona de similar nombre al mío, un gran susto. Él me dice que le hubiese gustado llevar la vida mía, tranquila sin complicaciones y en eso llegamos a la conclusión que no importa el cómo hayas vivido, si es que has llegado tranquilo al final de tus días. Nuestro tiempo se está consumiendo, poco y nada nos queda, o quizá sí, unos 10 años más. Somos buenos amigos, en la infancia fuimos muy unidos hasta que elegimos caminos diferentes, el mío quedarme con mi familia y pareja, el de él, recorrer los caminos de la vida, como trotamundos primero, luego como profesional y llevando una vida tranquila no exenta de aventuras. Lo admiro mucho, así como el a mí, ambos nos divertimos mucho en nuestras juntas. Me dice que está yendo a un coro de canto católico, aunque no creé en las religiones, es sólo para ligarse a dos veteranas que no se pudo servir en su juventud, me dice que si todo sale bien la próxima junta va a ser un poco más movida de lo común, acompañados por unas damas y la mágica pastilla azul. Mi esposa murió hace siete años y algo de entretenimiento no vendría mal. Creo que a estas alturas de la vida eso da igual, pero pasar momentos en compañía y poder charlar de vez en cuando se agradece, ambos disfrutamos de una salud envidiable que ni uno adivina de que va a morir el otro, una buena dupla sin duda. Es una tarde abril, un bello y nostálgico otoño se deja caer en estos momentos, miro por la ventana aquel antiguo árbol y me veo jugando con un amigo, luego tomando la mano de un chiquilla, posterior besando a mi esposa que en paz descanse, con la años ver a mis hijos jugar, luego a mi persona sentado observando la vida, mirando la ventana de la casa y ahora mirando desde la ventana aquel árbol, todo en un segundo. Si algo le puedo decir a la vida es que gracias por la tranquilidad, nunca pedí dinero, salud u amor, sólo tranquilidad le pedí a ella y a Dios, por eso le estoy muy agradecido. Adivinen quien llamo, mi socio Jano y viene en camino con dos bellas damas y sus hijas, será una tarde divertida de otoño. Y a una persona como yo no le falta el vino blanco, ya no hay chucherías que llamen la atención, un pedazo de carne, un buen vino, algo de tabaco, se saborea más que cualquier cosa material que pueda comprar el dinero. Los dejo amigos me voy a echar una agüita tibia encima, antes de que lleguen las visitas.
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Elvia Gonzalez
Jonathan Ibarra Luman