Huye...
Publicado en Jul 01, 2019
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-         Jajaja ¡Dios mío! Esto es el apocalipsis. ¿Te dejaste joder con tu mujer?
-         No, no es cierto. No hice la comida como le gustó y me pegó de sartenazos hasta que se cansó. El otro día utilizó la escoba en mi cabeza porque dice que la casa estaba sucia. Solo necesito que hablen con ella, que esas cosas no se deben hacer. La ley también me protege.
-          Pérez!! Ven de inmediato, llévate a esta mamita y dale una buena paliza para que la próxima vez aprenda a defenderse. ¿Cómo es posible? Fin de mundo.
-         Pero jefe-respondió el agente-¿no será mejor que le tomemos la denuncia?
-         ¿Qué denuncia ni que nada? Obedezca o lo encierro a usted también por no cumplir mi orden.
-         Sí, señor.
Un par de horas después, Juan, salió de la comandancia de policía doblemente golpeado, peor que como entró. ¿Qué le diría a su mujer? Y ¿si  iba a casa de su hermano? No, no podía. También se burlaría de él, y le reprocharía su falta de hombría al no golpearla también. El amaba a Carmen su mujer, se había casado con ella ilusionado con una vida mejor llena de amor. Ya que en casa de sus padres vivió muy de cerca la violencia  familiar, odiaba ver como su padre castigaba a su madre y hermanas, por el mero hecho de ser mujeres y se prometió que él jamás haría lo mismo, cansado de verlas sufrir.
 
Si, su hermano Jorge era igual de machista que su Padre Robert. ¿Qué tal si se refugiaba en casa de sus buenos amigos Luis y Rosy? No, tampoco ellos entenderían su pasividad ante Carmen y le aconsejarían ir a denunciarla y no deseaba que esos policías lo golpearan de nuevo.
 
Así pues, no le quedaba de otra. Tenía que regresar,  su pequeño hijo seguro tendría hambre y algo debía prepararle  de cenar. Su mujer hace mucho tiempo, luego de tener a su único hijo tuvo un cambio de personalidad muy brusco, de ser una mujer encantadora, protectora y cien por ciento familiar, se convirtió en una persona irascible, controladora, y para nada colaboradora.
 
Juan, al salir de casa preparaba el desayuno, el almuerzo y llevaba al pequeño al jardín de infancia. Luego iba por él en su hora de almuerzo, le daba de comer y regresaba a su trabajo. Posteriormente, salía de su lugar de empleo e iba a casa a preparar cena, arreglaba un poco el desorden y era tocar la cama y dormir de lo cansado que estaba.
 
En efecto, la rutina diaria de Juan lo estaba acabando y física y moralmente. Su esposa, no le dejaba ni visitar a su madre, porque según era una vieja chismosa y metiche. Y ni hablar de sus amigos, decía de ellos que eran unos tontos peor que el.
 
Sumergido en esos pensamientos, Juan abrió la puerta de su casa y de pronto fue recibido con una jarra de agua fría en la cara. ¿Dónde andabas holgazán? ¿No ves que tu hijo aun no ha cenado y yo tampoco?-inquirió ella furiosa-¿Por qué debo hacerlo todo yo?
-Pero mujer, si te ayudo en todo. No entiendo porque has cambiado tanto. ¿Es que ya no me quieres? Si  es así dímelo, puedo cambiar lo que no te gusta, necesito que vuelvas a ser la de antes.
 
-         ¿Qué pasa estás borracho? No te alcanza el dinero para nada pero ¿si para alcohol?
 
-         Si yo ni bebo Carmen, ya ni salgo con mis amigos porque no te gusta.
 
-         Eres un vago, un bueno para nada, para que quieres perder más tiempo con ellos, deberías buscarte otro trabajo  pedazo de inútil- acotó ella lanzándole un zapato que fue a impactar contra su ojo derecho-
 
-         ¡Carmen!! ¿Qué te pasa mujer? Mira lo que has hecho-indicó el señalando su ojo- ya no aguanto más tus abusos, lo mejor es separarnos y me llevaré a mi hijo.
 
-         Eso no -respondió ella- es que no te portas bien Juan, me obligas a hacer cosas que no quiero. ¿Qué te cuesta ayudarme más? Darme mis gustos, yo te quiero, pero tú me tienes aquí encerrada, no podemos ir de viaje, no me has comprado un buen carro.
 
-         Carmen ni yo tengo carro, te compré uno el año pasado para darte gusto y aún tengo muchas deudas. Lo lamento pero así no podemos seguir, contigo dándome de golpes todo el tiempo-se quejó el- y ella caminó hacia Juan con cara muy arrepentida diciéndole: discúlpame, pero ya no me hagas enfadar. Todo va a mejorar, ya verás. Y le dio un beso que a él le supo a gloria. Ya que hasta un simple beso le negaba.
 
Al día siguiente Juan se levanto e inicio su rutina de siempre. -¡Papitooo, papitoo buenos dias!! ¿Pero que tienes en tu ojito? Está muy verde papi-
 
-         No es nada hijito, papi se golpeó muy duro con la puerta ayer.
 
-         Ten cuidado papito, no debes ser torpe como dice mamita.
-         No te preocupes hijito, desayuna tranquilo
-         Hola mi amor buenos dias, dijo Carmen de muy buen talante.
-         Y Juan muy desconcertado se la quedó mirando, y balbuceó: siéntate reina y desayuna tú también, sintiéndose el hombre más feliz del mundo.
-         Ay que rico está, me puedo comer tu desayuno es que hoy tengo mucha hambre Juan.
A juan ya no le quedaba tiempo para preparar nada más, pero viendo la buena disposición de su mujer y no queriendo romper la recién recuperada armonía, le dijo: si mi amor no te preocupes.
-      Vamos Juancito, llegaremos tarde a la escuela. Ya nos vamos mujer, que tengas un bonito día y le dio un beso en la frente.
Una vez hubo dejado a Juancito en la escuela, llegó a su trabajo y se dispuso a trabajar. Era un ingeniero en sistemas que recién ejercía, pero lo hacía muy bien y pronto llegaría a ser un profesional muy reconocido y respetado. Así lo pensaba Alberto el dueño del lugar donde trabajaba. Veía en Juan a un hombre trabajador y responsable con un futuro prometedor, aunque últimamente lo veía muy meditabundo.
-         Buenos días Juan.
-         Buenos días jefe.
-         Juan ya te he dicho muchas veces que solo me digas Alberto. Ten estas carpetas, hay varios pedidos allí. Encárgate de ellos y cita a los clientes en la medida de tus posibilidades. Le di tu número a una clienta que necesita un sistema contable, te llamará en breve.
-         Ayy, Alberto me dejé el teléfono en la casa.
-         No hay prisa seguro te llama en la tarde, lo recoges cuando vayas a llevar al niño a casa.
-         Desde luego Alberto.
En toda la conversación Juan no levantó la mirada, temía que su jefe se diera cuenta y preguntara. Aunque tarde o temprano se enteraría.
A mediodía Juan fue por su hijo, y al llegar a casa pasó donde creyó dejar el celular, su habitación, y lo que encontró fue a una pantera furiosa, que quería desollarlo vivo.
-¿Qué te ocurre mi vida?
-¿De verdad quieres saber?
-Claro mi amor.
- ¿Quién es Silvia? ¿Acaso me engañas con esa zorra?
- ¿De qué hablas? No conozco a ninguna Silvia.
- ¿Y esta de aquí? ¿Lo vas a  negar acaso?
- ¿Qué dices?
-Juan, soy Silvia ¿cuándo podemos encontrarnos para hablar de lo mío? Alberto dijo que tú me ayudarías.
- Mujer es una clienta de la oficina, Alberto me asignó nuevos clientes hoy para atender, es mi trabajo, por eso me pagan.
- Maldito embustero, te voy a matar un día.
- No digas eso, voy a preparar el almuerzo que luego te enfadas más sino comes.
Acto seguido Juan entró a la cocina, dando por zanjado el asunto. Y comenzó a preparar la comida, pero ella le siguió y tomó un cuchillo de la mesita mientras vociferaba: grandísimo puerco no me vas a ver la cara, con que clienta ¿no? Ve con esas mentiras a la más vieja de tu casa.
-Pero mi vida, ya te dije que es una clienta que me refirió Alberto, puedes ir a la entrevista conmigo si quieres. Tu puedes ejercer también, yo no se por qué no lo haces.
- ¡Ahora soy una desobligada también! Voy a acabar contigo, le dijo abalanzándose sobre, el trato de esquivarla pero en el forcejeo se hizo una buena cortada en el brazo.
-¿Qué has hecho Carmen? ¿Estás loca?
-Fue tu culpa, provocaste todo esto con tu infidelidad.
- Por Dios mujer, ¿quieres ir presa? ¿Eso es lo que quieres? ¿No ves que me van a preguntar sobre lo sucedido  e iras a la cárcel?
- Pero si es tu culpa por ponerme cuernos ¿Por qué tenias que estar engañándome con esa Silvia?
- Te dije que es alguien que ni conozco, te dije que fueras conmigo ¿Qué más quieres Carmen? Debo trabajar y en la oficina hay clientes y clientas.
- Voy al hospital, estoy sangrando mucho, luego iré a casa de Luis y Rosy.
-      Espera Juan, no te vayas así. Ven te curaré yo, no hace falta que vayas al hospital. ¿Ves lo que pasa cuando haces lo que no debes? Me haces cometer disparates.
 
-      No mujer, esto necesita puntadas.
 
-      Pero Juan, me llevaran presa cuando informes, no ves que yo te amo pero me sacas de mis casillas. Esto no volverá a suceder, lo prometo.
 
-      Está bien mujer no diré nada, pero procura hablar en lugar de atacarme, yo no tengo problemas en que vayas conmigo y te des cuenta tu misma de lo que hago. Te veo después, iré como te dije luego con Luis y Rosy.
 
-      Está bien Juan, dijo ella a regañadientes, a sabiendas de lo que podía ocurrir si él decía algo.
Juan no solo se sentía dolorido físicamente sino moralmente. Amaba a Carmen, pero un día acabaría con el sino hacía algo para evitarlo.
Pensando en esto y otras cosas, llegó a la casa de sus amigos, que a verlo llegar se alegraron mucho y lo invitaron a pasar.
-      Juancito!! Que delgadito estás-dijo Rosy
 
-      Amigo ven siéntate aquí con nosotros, estábamos por ir por ti ¿sabes? –dijo Luis-
 
-      ¿Por qué Luis?
 
-      Te vi el otro día con un ojo morado y ahora tienes esa herida en el brazo. ¿Qué está pasando? ¿Tienes problema con algún vecino? Si te pasa algo dilo, para eso somos tus amigos y te ayudaremos en todo lo que podamos. ¿Lo sabes verdad?
 
-      Lo sé Luis. Por eso he venido, necesito de su consejo
 
-      Te escucharemos sin juzgar descuida.
 
Una vez Juan abrió su corazón a sus amigos, estos no podían con la indignación. Se miraron entre sí con lágrimas en los ojos, su amigo no podía seguir con aquella arpía o lo mataría.
-¿Desde cuándo comenzaron los maltratos Juan? Se interesó Rosy.
- No es que me máltate Rosy. Pero después del nacimiento del niño todo empezó a cambiar, ya no quería hacer el amor conmigo, y la disculpé pensando que era por el embarazo, muchas veces decía que estaba gorda, que le dolía la cabeza, que sino la entendía.
- Pero Juan eso fue hace cuatro años-señalo Rosy-
- Déjalo continuar Rosy por favor.
- De acuerdo Luis, disculpa Juan.
- No te preocupes Rosy. Luego comenzaron los insultos, los gritos, las descalificaciones. Al año, siguieron los gritos acompañados con empujones, se disculpaba y todo terminaba allí. Al final de cada episodio yo me sentía culpable de todo lo que pasaba, y al día siguiente trataba de resarcir el daño que pensaba había causado.
Poco a poco Juan fue desnudando su corazón a los amigos, mientras ellos se sorprendían con cada declaración que oían. Parecía mentira que del hombre alegre que conocieron en la universidad, lo que quedaba era aquel triste y deprimido sujeto que no hallaba que hacer de su vida convertida en un infierno.
-Juan, lo primero que debes saber con certeza es que no es tu culpa nada de lo que está sucediendo.
- Pero Mary tal vez si trabajara más, o tuviera más dinero ella sería como antes.
- Mary tiene razón Juan, no es tu culpa y si hace falta más dinero que no lo creo, ella podría trabajar también, al fin y al cabo no hace nada en la casa.
- No digas eso Luis a veces ella me ayuda.
- Otra cosa importante Juan, es que debes denunciar al agresor así sea mujer,  no debes sentirte avergonzado. Esos agentes actuaron muy mal debiste denunciarles y tú sabes cómo hacerlo – siguió diciendo Luís- no te sientas mal por lo que te decimos, viniste por ayuda y eso haremos: Ayudarte.
- Una vez que entiendas que no eres el culpable, debes saber que no eres el único hombre que atraviesa por esa situación, hay miles de ellos en el mundo, solo que hacen lo que tu: callar por vergüenza o miedo al qué dirán, o tal vez porque las autoridades traten de minimizar lo que les pasa porque son hombres y actúen como el poco hombre ese que mando a golpearte, se llama abuso de poder-indicó Rosy-
- Además, los abusadores como Carmen siempre hacen sentir culpable de sus actos al abusado, luego prometen cambiar, y posteriormente se vuelve un circulo vicioso: maltrato verbal, físico, promesas, maltratos nuevamente y así Juan, prosiguió Luís.
- Hay inclusive hombres que maltratan a sus parejas homosexuales, y estas callan por temor a que su sexualidad quede expuesta.
- Lo importante de esto, es que entres en razón Juan continuó Luis. Debes separarte de Carmen y protegeré a tu hijo ¿Acaso no te das cuenta que esta situación le afecta también y en el fututo llegue a ser un maltratado o maltratador? Esto sin contar con el daño físico que un día ella le pueda infligir a él, en uno de sus ataques de locura.
-¿Qué hará ella sola chicos? Nunca ha trabajado.
-Eso no debe preocuparte, si de verdad la quieres ayudar empieza por ayudarte a ti mismo, hay instituciones que atienden esa patología que tiene Carmen, una vez que denuncies las autoridades se encargarán de hacerla examinar.
-No lo sé, será muy duro ver que se la lleven sobre todo para el niño.
-Debes ser  cauteloso claro está Juan, nosotros te acompañaremos, no te dejaremos solo.
-Se enfadará más Luís.
- Luis tiene razón Juan ella puede atentar en tu contra y hasta matarte.
- No creo que llegue a tanto chicos.
-Está enferma Juan, dijeron al unísono Rosy y Luis.
-Está bien, iré a hacer la denuncia.
- Eres muy valiente Juan estaremos contigo. Luego de eso debes preparar una maleta con tus cosas y la del niño junto a tus documentos personales-dijo Mary- lo  mejor es que estés un tiempo fuera de ese lugar.
- Lo haré en la mañana cuando llegué con el desayuno para no perder tiempo ¿Me dejan preparar algo aquí?
-Desde luego Juan-mencionó Luis-
-Chicos: acabo de hablar con un buen amigo, nos atenderá en este momento, no tengas pena de hablar Juan, el atenderá tu denuncia y te explicará lo que seguirá luego.
Esa noche, luego de regresar de la estación de policía, Juan apenas pudo dormir ¿Cómo haría con Carmen fuera de casa? No le deseaba mal, pero estaba consciente apenas de todo el daño que le había causado a él y al niño durante tanto tiempo.
Al día siguiente, en compañía de sus amigos que insistieron en acompañarle, Juan  llegó a su casa y les pidió que lo esperaran afuera, quería tomar algunas  cosas y sacar a su hijo  de allí para empezar una nueva vida en otro lado, donde su hijo creciera en un ambiente sano y sin violencia. Le entristecía que su hijo estuviera pasando lo mismo que el en su infancia, y recién lo podía ver en claro. ¡Qué ciego había estado!
Con determinación fue a su habitación, miró que ella dormía, sacó una maleta puso en ella algunas de sus cosas con mucha rapidez, sacó sus tarjetas, pasaporte y otros documentos y se dirigió a la habitación del niño e hizo lo mismo, sin darse cuenta que era vigilado desde muy cerca.
El sin percatarse de nada, salió al exterior de su casa e hizo entrega a sus amigos de la maleta, y les indicó que le daría desayuno a su pequeño y saldría con él como todos los días.
Carmen tampoco había podido dormir, pensando en lo que estaría tramando su marido con sus tontos amigos. Por eso apenas lo sintió abrir la puerta fingió dormir, atenta a todos sus movimientos-me quiere dejar el muy maldito, seguro se va con otra-pensaba.
Ajeno a todo, Juan había ido por el niño hizo que se duchara y lo sentó a la mesa. ¡papito come conmigo! –ya comí hijito, desayuna tu.
¿Y mamita? ¿No desayuna?
-Claro hijo apenas despierte, le dejaremos aquí el suyo, mamá debe estar cansada.
-Hola mis amores, si ya desperté. Desayunaré con ustedes. -vivaaaa- aplaudía Juancito lleno de alegría.
-Yo desayuné con los chicos en su casa Carmen, come tranquila.
Desgraciado, seguro me quiere envenenar para irse con la que me pone de cuernos- pensó la desequilibrada Carmen, seré yo la que lo envenene a él.
-Bueno, bueno pero al menos un cafecito si tomarás conmigo ¿No Juan?
-No Carmen, ya se nos hace tarde para la escuela.
-El niño aún no come, pretendes llevártelo así dijo ella goleando el plato.
- Para no propiciar algo peor le dijo: está bien Carmen  me sentaré aquí con ustedes.
- Y tomaremos café.
Los amigos afuera estaban muy nervioso, debimos entrar con el Luis, algo me dice que todo va mal.
Llama a tu amigo, para saber si ya vienen por ella por favor.
-Si, Luis
-ya salieron mi amor
-¡Qué alivio cielo! Me siento como en el ciclo de terror con chucky a punto de atacar.
-Ni lo quiera Dios Luis.
Juan pensó que tomar el café la calmaría y podría irse, por eso tomó la tasa que ella le ofrecía. Miro el contenido de la misma, como tratando de ver algo en ella, solo es café-pensó-
Ella le apresuraba a tomarlo mientras daba largos sorbos al de ella.
Juan tomó un sorbito y lo puso de nuevo en la mesa, mientras su corazón le decía que debía huir ya de allí con su hijo. Huye… Huyee
Por eso rápidamente se levantó, pero sentía su mirada vidriosa, su garganta seca. Y pensó: que tonto fui, ella lo hizo, ¡mi hijo!
Ella lo miraba sonriente  y vomitó: maldito gusano muérete, sabía que no ibas a tomar mucho, por eso le puse todo el veneno de ratas que encontré.
El camino como pudo y apenas susurro -vamos hijo-
-Si papi
-No irán a ningún lado salvo al infierno-vociferaba ella-blandiendo un cuchillo carnicero que ni sabía Juan que tenían.
La desesperación de Juan se acrecentaba, no lograba articular palabra y sus pies los sentía como grandes piedras que se negaban a obedecerle, como pudo dio varios pasos a la puerta, la abrió y dijo:
-Hijito corre ve con Luis y Rosy afuera, hazle caso a papá, huye hijo, huye…
No había terminado de decir eso, cuando sintió el frio de la hoja clavarse en su espalda una y otra vez sin piedad, hasta que cayó al piso.
Carmen  toda ensangrentada reía, reía.
-El sonido de la sirena policial se escuchaba a pocos  metros de distancia, Luis y Mary vieron salir al niño corriendo y salieron a su encuentro. El niño sofocado por la carrera decía: ayuden a mi papito el café que le dio mamita le hizo mal.
Fue oír aquello y saber lo sucedido. Mary quédate con el niño, dile a la policía que entre sin demora por favor, Juan puede estar muerto.
Meses después…
Hola papito, sé que no puedes oírme solo quería decirte que te extraño mucho. Me siento muy solito aunque los tíos son muy buenos conmigo. Gracias por pedirles que cuidaran de mí. ¿Sabes? mamita está enferma por eso está en una casa donde la cuidan, y allí no podrá hacer más café.
Luis, se me parte el corazón cada vez que venimos aquí. Pero se que el niño lo necesita. A veces me pregunto si pudimos hacer más, tal vez si nos hubiéramos acercado antes.
Mi amor eso solo Dios lo sabe, lo que si podemos hacer es cuidar de éste niño como no los pidió nuestro amigo. Y así sea una tortura para los tres venir a éste cementerio.
Aunque podemos seguir haciendo más, alertando a nuestros vecinos y amigos sobre la violencia, que así venga de la pareja,  hay leyes que nos protegen por igual, que no hay que tener miedo, porque si una puerta se cierra muchas se abrirán para recibirnos…                                                             Sflar
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Descripción

Un hombre nacido en medio de la violencia familiar, se casa con Carmen el amor de su vida, sin siquiera imaginar que era el inicio de su desgracia... Sflar

Palabras Clave: violencia familia amor locura muerte

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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Magnolia Stella Correa Martinez

Tristemente real y mucho más común de lo apetecible. No es cuestión de género, es un asunto de valor de la vida y el valor de la vida es el mismo sea hombre o mujer. Buena historia, Sflar.
Responder
July 01, 2019
 

Sflar

Así es Magnolia,, la violencia se ha generalizado en todo el mundo sin distingo de raza, género, religión o clase social. Gracias linda. Un abrazo!!!
Responder
July 02, 2019

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