LUIS BENJAMIN CISNEROS
Publicado en Jul 18, 2019
Nació en esta romanesca ciudad de los reyes en el Rímac el año de 1837; su infancia se desenvuelve en el torbellino de las luchas políticas, que jalonaron de sangre y ambiciones no siempre honestas lo acontecido durante los primeros años de la república, atraído por la época heroica que vivía el Perú y sumada su admiración hacia las glorias militares como Napoleón, Bolívar, San Martín, sus hazañas encienden su imaginación.
Lo atrae la novela y es impulsado a escribir “Edgardo o un joven de mi generación” fabula en la que hace una autobiografía y nos muestra sus inquietudes, sus dolores, sus ambiciones, es una obra no muy bien lograda como exponente literario vale más como documento humano y de la época. Su sensibilidad lo inclina a la producción poética, asqueado por las crudas luchas políticas de su época y la miseria moral que de ellas se desprende, amarga su espíritu que quiere salir de ese ambiente tan poco propicio, que lo obliga a una vida contemplativa y a suplir la realidad con un mundo de imaginación, es así como surge el poeta vigoroso y enamorado de lo raro y exótico; escribió una alegoría patriótica en un acto “el pabellón peruano” que mereció una justa ovación, algunos meses más tarde produjo su musa un drama de cuatro actos “Alfredo el sevillano”; también habrá tristezas sobrellevadas con noble resignación como dijera don Ricardo Palma, así es la vida de este chico moreno casi un niño llamado Luis Benjamín Cisneros que en cuanto a versificación ha sido siempre mimado por Apolo, es un elegante poeta como culto, que será el bardo glorioso de “aurora amor” publicada en el Havre en 1885, una de las más bellas composiciones de la literatura peruana, canto épico lleno de vida el que acabamos de citar, en el que su autor se nos ofrece todo arrestos juveniles, pasión y nobleza. Cuando ejercía el consulado del Perú en el Havre Francia, publica novelas que atraen la atención de la crítica y el público, como “Julia o escenas de la vida en Lima” publicada en París en 1864. Luis Benjamín Cisneros fue el mayor poeta de su época y murió en 1904 28 DE JULIO DE 1821 EL MOMENTO SUPREMO Por Luis Benjamín Cisneros ¿Quién es aquel que en corcel brioso Sobre la inmensa multitud descuella? ¿Quién es aquel que en el tropel vistoso De esplendidos guerreros De ricos y brillantes caballeros Marcha en silencio, altivo, majestuoso? A su paso, las músicas marciales Rompen en himnos bélicos, sus armas En dos cintas de vividos fulgores Le presentan las huestes inmortales Que bordan su camino En nube espesa de laurel y flores Rica alfombra, ante el héroe De sus balcones la ciudad derrama Cual vasto humano monte Corre tras él el pueblo Y, en grito que conmueve el horizonte Ebrio de gozo y sin cesar lo aclama Vedle entrar en la ancha plaza Donde apiñada, inquieta muchedumbre Bulle el sol a la ardorosa lumbre Al pie de la alta estrada Ha abandonado su corcel, tranquilo Y con lenta pisada Traspasa la tendida gradería Y, al fin, sobre la escena Del héroe se dibuja La figura inmortal, grave, serena ¿Quién es? Es San Martín Grande entre los grandes Lo nombra ya la historia, es el glorioso Aníbal de los andes La mano diestra pone sobre el libro Que de Dios guarda la palabra escrita Su brazo izquierdo ostenta La bandera bendita Lábaro que bordaron nuestras madres Y que lleva en sus pliegues El sol de nuestros padres Va a hablar el héroe…pueblo de rodillas El gigante glorioso Ha doblado la suya…las guerreras Músicas han cesado; los corceles Detienen sus carreras No se oye ni el ruido De ligera pisada Ni un rumor, ni un murmullo hay en el fondo De ese abismo de pueblo Reina en la ansiedad sin voz ni aliento Solemne, universal recogimiento En la mitad del cielo Tal vez el mismo sol ha suspendido Su majestuoso vuelo El héroe ha alzado el rostro Su actitud es sublime, cual si hablara Con el juez de los pueblos cara a cara “desde hoy el Perú es libre Dice con grave pausa Libre e independiente por la augusta Voluntad de sus pueblos Y la justicia de su santa causa Que Dios protege” Alzase y ondeando La bandera que en alto sostenía Su brazo prepotente Sintió el pueblo que de ella descendía Como una bendición sobre su frente El súbito y sonoro Tronar de las campanas, el vibrante Grito de los clarines, la algazara De la entusiasta multitud y el eco De lejanos cañones Anunciaron al mundo Que en ese hermoso instante Acababa el Perú de alzar al cielo No por innoble encono Sino por justo y generoso anhelo El juramento que después sostuvo En Junín y Ayacucho, espada en mano De romper las cadenas del colono Y vivir para siempre Arbitro de sí mismo y soberano En la constelación de las naciones Hay una estrella más; pura y radiante Se alza sobre la tierra Coronada de gloria Solo el autor del universo sabe En sus arcanos, para el hombre oscuros Lo que de ella escribirá la historia En los siglos futuros.
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