La muerte del romanticismo
Publicado en Aug 05, 2019
El romanticismo muere, lenta e inevitablemente. Desangrado poco a poco ante miles de millones de ojos que viven a través de este trágico suceso. Y es que a pesar de ser nosotros mismos sus creadores, hace ya demasiado tiempo que no miramos el mundo a través de él. De ser así, habríamos visto que nuestra gran dotación mental es una arma de doble filo, que lejos de usar bien o mal, estamos empuñando por la hoja.
No habría ninguna persona que no se sintiera afortunada por ser el uno, justo ese uno en el pajar de zeros que es la mera existencia. Sabríamos que somos polvo de estrellas. Que somos el mecanismo que tiene el cosmos para conocerse a si mismo. Que en un universo en busca de una máxima entropía, somos un orden muy inesperado. Que nuestros átomos han formado parte de dinosaurios, de lava volcánica, de meteoritos, de supernovas; de todo lo que te permita soñar tu mente. Que somos la máxima expresión de un camino que se inició hace ya mucho tiempo. Un viaje de cuatro mil millones de años iniciado por un material genético que se propuso ser inmune al tiempo. Asimismo, percatándonos de todo eso habríamos visto que con cada extinción de una especie, nuestra supervivencia se ve un poco más comprometida. Que la codicia ha sido, es y será la lacra mas oscura de nuestro legado. Que estamos asolando un oasis azul rodeado de nada, cruda nada. Que con nuestros actos no estamos tirando piedras sobre nuestro tejado, en vez de eso las estamos utilizando para construir nuestra propia tumba. Habríamos visto tantas cosas…, muchas mas de las que podemos imaginar. Pero por encima de todo, habríamos luchado. Luchado mas y por mas. Sobretodo por la paz interior que da vivir acorde a lo que uno cree. Y porque todo romántico sabe que si vis pacem, para bellum.
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ALONDRA
Un gusto leerte.