Ya llegó el mes de la patria… el mes de esa patria por la que hay que morir si se diera la ocasión (yo nunca he entendido eso de dar la vida por la patria, porque si todos diéramos la vida por la patria, no quedaría nadie en la patria y, por lo tanto, ya no habría más patria)… el mes en que la naturaleza despierta y se acaban los senectos reposos invernales y comienzan los juveniles retozos primaverales… el mes en que las gentes, en lo único que piensan es en comer y tomar, comer y tomar, comer y tomar; porque ¡hay que celebrar, pues!... ¿y qué mejor para celebrar que comiendo y tomando?... hay que celebrar la independencia de la corona, aunque ahora seamos más dependientes de otras coronas que cuando éramos dependientes de la corona… en fin… un mes en que los gruesos potos de nuestras doncellas y las poncheras de los varones terminarán más gruesos aun… y diremos: ¡es la raaza!…¡qué raza ni qué ocho cuartos!... los referidos grosores son exclusivo resultado del desenfreno con que nos dejamos llevar por el instinto de conservación de la especie, ese que nos manda a alimentarnos para no perecer, pero que al parecer no nos viene con normas dosificadoras en absoluto.
La primera actividad relacionada con el mes de la patria ya comenzó; en efecto, sin que nos demos cuenta, las grandes tiendas, supermercados y cadenas de farmacias se encuentran ocupadísimos en remarcar los precios de sus productos (los suben del orden del veinte al treinta por ciento, a veces más según sea el producto) porque así es la ley de la oferta y la demanda; como ellos saben que en el mes de la patria de desenfrena el instinto consumista, entonces habrá mayor demanda, ¡entonces subamos los precios, pues!... ¡subamos la rentabilidad del negocio!… Y mandan a sus empleados a hacer inventarios de los productos que no tienen salida para ponerlos en los pasillos de a tres por luca… ¿una ganga! ¿quién no paga una luca por cualquier cosa si es de a tres, sea lo que sea?... y no importa que el precio normal haya sido de doscientos pesos, los compran igual, es la estrategia del marketing; y las viejas llegan a la casa con bebidas desabridas, con zapatillas de plástico que nunca van a usar, con ropas chinas que se desarman al primer lavado, etc. Y no hay que resistirse, porque los psicólogos han estudiado que son irresistibles, menos todavía si los patrones ya han pagado el “guirnaldo” de fiestas patrias.
Y entramos a la primera semana del mes de la patria. La primera semana es relativamente tranquila, a lo más habrá un efímero recuerdo de aquellos tiempos en que un 4 de septiembre, en este país había elecciones de presidente, pero de pasadita, muy tangente, que se note poco… ¡es que los tiempos cambiaron! se me dirá; unas pocas ofensas cruzadas entre oficialistas y opositores, pero nada que deje huella. Donde la cosa no va a estar para nada tranquila es en el ámbito de la delincuencia; todo lo contrario, se pone la cosa muy dinámica y los flaites recurrirán a las más ingeniosas maromas para apoderarse de lo ajeno (me refiero a los flaites flaites… los flaites de cuello, corbata y 4x4, esos que roban dentro del marco de la ley no necesitan intensificar sus movidas en este mes… lo tienen todo programado de antemano; en este grupo yo clasifico a los dueños de aquellas tiendas de retail, supermercados y cadenas de farmacias de las que hablaba recién). Entonces, señoras y señores, hay que andar con mucho cuidado, porque ellos, los flaites flaites, tienen necesidades como cualquier hijo de vecino honrado… ¿qué no ve que también son patriotas ellos y tienen que juntar para comer y tomar como buenos chilenos?
La segunda semana es algo distinto. Aquí se nos vienen los fantasmas de génesis del desgenéresis, algunos aun recordarán el heroico “pronunciamiento” en que se prohibieron de un balazo (… de muchos balazos, en realidad) las ideas sociales foráneas para reemplazarlas por ideas económicas también foráneas y otros recordarán a sus seres desaparecidos… algunos aprovecharán para salir en la noche detrás de una capucha y salvajear su poco, no importa que no se saque nada, no importa que después paguemos entre todos, los desmanes innecesarios… ¡es que la efeméride, pues!… ¡y el joven combatiente, pues!
Ya la tercera semana la fiesta está que arde… se juntan moros y cristianos para fundirse en fondas y restaurantes… métale comer y tomar. En esta semana, los chanchos, vacunos y pollos, si fueran racionales, apretarían cachete para no ser víctimas del desenfreno de la gúlica celebración. En esta semana, si se les ocurre salir manejando, tienen ustedes que andar con cuidado… ¡porque anda tanto beodo! Tendremos un Te Deum con sentimientos encontrados por eso de los pecados de la carne (de la otra carne me refiero) en que han incurrido nuestros “pastores espirituales”; también celebraremos a los “héroes de la patria” por defendernos del “enemigo” y no habrá, en medio de comunicación ninguno, noticias que inciten a la división, todo será color de rosa y se hablará del mentado Te Deum, que el mensaje dijo tal cosa, que las autoridades asistieron en un acto de alto valor cívico y religioso, que se lucieron nuestras fuerzas armadas, para terminar la semana haciendo un balance de muertos y accidentes de tránsito. Seremos sometidos por esos días, a una verdadera maestría en flujos de tránsito en las carreteras, veremos peajes, carreteras, automóviles, miles de veces… y se hablará del plan de contingencia y se entrevistará a choferes y autoridades policiales y el gobierno se comprometerá a estudiar cómo eliminar los atochamientos. En lo medular, se tratará de desatochar por la vía de cobrar más caro cuando la gente más necesita viajar y más barato cuando hacerlo resulta una ridiculez…
Y así llegaremos a la última semana del mes, ya sin ni rastros del “guirnaldo” en los bolsillos, semana en la cual volverá la contingencia habitual entre caníbales entablados en peleas sin visos de solución.
Pero eso no importará naca… porque lo comido, tomado y bailado no nos lo quitará naiden.
¡Tiquitiquitíii!